La sangre le corría entre las manos. El pequeño cuerpo, frío y rígido yacía entre sus brazos mientras él lloraba. El dolor le corría por las venas como la sangre ardiéndole y sentía que su cabeza estaba a punto de explotarle. Todas sus emociones est...
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—¿De verdad quieres ir? —preguntó Ruby. —Lo mejor es quedarte aquí, ¿y si tu padre te está buscando?
—No voy a permitirle que me arruine más la vida —respondió Winniefred ante el espejo y se giró emocionada hacia Ruby. — ¿Qué tal estoy?
—Desorientada y confundida —soltó Ruby. —No quiero que salgas con él. Además, parece que lloverá.
Winniefred hizo una mueca de mal gusto. Se había arreglado con esmero, ilusionada por su cita con el príncipe de Longwei. Seleccionó con precaución y cautela el vestido apropiado para una fiesta de té con la realeza y para él. Si colocaba a Dereck en una paleta de colores, este viajaría a los tonos fríos, azules, morados, verdes y grises, y el vestido azul que llevaba puesto combinaba con la esencia del hijo de la luna, pero Ruby parecía no querer compartir su alegría.
—Vale, ya —dijo Ruby rodando los ojos. —Luces hermosa, Winniefred, tal como un hada del bosque.
Winniefred sonrió y volvió al espejo, las marcas hinchadas de su llanto las noches anteriores habían desaparecido, pero las quemaduras de sus brazos aun parecían notarse.
—Va a cuestionar al respecto —murmuró para sí misma y acarició sus marcas.
—No me agrada la idea —confesó Ruby. Winniefred resopló intranquila.
—Vamos, sabes que Dereck me gusta desde hace años. Y él... parece gustar de mí... —dijo Winnie con ilusión. —¿No te emociona eso?
Ruby negó. Winnie bajó la mirada decepcionada.
La mirada de Winniefred desorientó a Ruby y sintió que su corazón se arrugaba como una hoja en manos de un escritor que no había logrado crear una historia. Tenía en claro lo que Winniefred sentía, lo sabía desde que la conoció, pero es que... Dereck escondía muchas cosas, ¿Qué pasaría después? El chico no podía simplemente ignorar sus deberes reales por ella y estaba segura de que no lo haría. No quería ver a Winniefred llorar, no quería verla sufrir y menos a manos de alguien tan privilegiado como Dereck Freeman.
—Perdona —dijo Ruby tomando sus manos. —Winnie, ya sufres mucho con tu padre, con tu tía... tu vida es una constante ruleta de desgracias... No quiero que él te haga más daño. Y sé que lo hará.
—¿Cómo podrías estar segura?
—Es un príncipe, Winniefred. Tiene todo lo que desea, incluso usando magia. Podría tener a cualquier chica en el mundo. ¿Crees que desaprovecharía esa oportunidad?
Winniefred guardó silencio y luego de un momento pensando, habló.
—No lo sabré hasta que suceda. ¿Cómo podría estar tan segura de la personalidad de alguien si ni siquiera me he tomado la molestia de conocerlo? —preguntó.
—Has estado enamorada de él sin siquiera hablarle... —contesta Ruby. —No te quiero arruinar tu cita, sólo quiero que no te emociones de más, ¿de acuerdo?
