La sangre le corría entre las manos. El pequeño cuerpo, frío y rígido yacía entre sus brazos mientras él lloraba. El dolor le corría por las venas como la sangre ardiéndole y sentía que su cabeza estaba a punto de explotarle. Todas sus emociones est...
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Con mucho cuidado, Winniefred asomó su cabeza por la puerta. No había rastros de su nana o de la cocinera y entró descalza, amortiguando el sonido chirriante de la puerta.
Probablemente el príncipe Dereck tenía razón, no debía importar la opinión que su padre tenía de ella y no debería vivir con miedo. Pero Dereck no vivía todos los días bajo las críticas diarias de una mujer sin vergüenza y un hombre dolido. Él tenía otro tipo de problemas seguramente, pero mantenía un privilegio que nadie en Longwei gozaba. Ciertamente que Harry Lane tenía un nivel social un poco más alto que algunos, pero Winniefred odiaba todo lo que tuviera que ver con poder y manipulación y desde que su padre estaba al lado de su tía se había convertido en un hombre manipulador y manipulable.
La historia de Winniefred no iba acorde a la belleza o personalidad que cargaba. Era extraño creer como alguien que emitía tanta paz y alegría pudiera guardar tormentas y catástrofes en sus recuerdos. Sonreía como si nunca le hubieran hecho daño, amaba como si nunca hubiera llorado y el reino la amaba por ello. Ella sabía que su alma era cálida, sabía que su personalidad amable y valiente era aquello que atraía al mundo hacia ella. ¿Cómo no admirar las flores que nacen del fango?
Los recuerdos de Winniefred la llevan a una niña de nueve años, que había perdido a su madre en un accidente y vio a su padre casarse con su tía unos meses después. Al año, Freya resultó embarazada y Winnie adoraba a su pequeño hermano como si le hubiesen dado la flor más hermosa del planeta, como si hubiese sido el regalo que Dios hizo especialmente para ella... Pero, por un accidente, el niño no sobrevivió más de tres meses en la hacienda y lamentablemente, Winnie estuvo presente justo en el momento más inoportuno.
Su tía la culpo de la muerte del pequeño y su padre guardó silencio. Sabiendo que era sólo una mentira, creció aguantando las groserías de su tía y la indiferencia de su padre. Las veces en las que había intentado defenderse, su padre la castigaba con un golpe con el cinturón y luego la encerraba. Aquellos golpes ocultos al salir de la casa Lane, sólo habían sido observados por dos personas, Ruby y Dereck.
Winnie trabajaba en un pequeño teatro en uno de los rincones de Longwei. Amaba bailar, cualquier música le parecía buena para crear una historia a través de su cuerpo y el mundo quedaba maravillado por la fascinación y la pasión de la chica. Pero, en un teatro tan pequeño, no ganaba lo suficiente como para poder irse de la casa de su padre y pagarse la escuela. Además, amaba a su papá. Solían ser los mejores amigos antes de que su madre muriera, habían sido unidos.
—Creí que dormías —Winnie se sobresaltó justo cuando subía las escaleras. Freya estaba recargada en el barandal de madera, con la bata desabrochada, el cabello cenizo desordenado y los brazos cruzados.
—Perdí la noción del tiempo —murmuró Winniefred.
—Claro — Winniefred se aferró al suéter de Dereck tras la mirada tan intensa de su tía.
