Capítulo 4: Linda bienvenida, ¿verdad, Miloh?

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Hoy hay actualización doble, voy a subir el capítulo 5 también.

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Según mi experiencia existen dos clases de personas, las que no debes explicarle la misma cosa que te averguenza dos veces, y después está la otra persona, que te pregunta tres veces eso que ya le explicaste, ya lo escuchó, claramente lo entendió, pero no puede creerlo. Theo es la segunda clase de persona.

-¿En serio me estás diciendo que te conoce y no te quiere decir quién es? -preguntó Theo por cuarta vez, riendo por la situación.

Por los pasillos de la Universidad se oían pasos apresurados, otros tranquilos, como también, un gran bullicio de personas hablando al mismo tiempo con sus compañeros de clases o amigos.

-Sí, es un imbécil -confirmé nuevamente, por cuarta vez, moviendo el juego de llaves del departamento que me había dado Theo para poder mudarme.

Oficialmente ya era un miembro del departamento.

-Oye, con todo respeto, pero a mí me excitaría jugar a eso -dijo él, achicándose de hombros, despreocupado. Su cabello castaño iba despeinado en aquellos bucles como era de costumbre.

-¿Theo? -Lo observé hundiendo mi entrecejo y apreté mis labios para no dejar ir a la risa que me estaba aguantando.

-A muchos les toca sentir a su alma gemela de maneras tan aburridas, como por ejemplo, el olfato, a ti te toca uno al que puedes sentir en sueños, como si fuese una realidad. Te envidio.

Lo observé, riendo. Él todavía no sabía como vería a su alma gemela, pero conociendo lo ingenioso que es con algunas cosas, posiblemente el destino le pondrá algo de por medio para que se divierta.

-No me mal entiendas, me gusta esto de no saber quien es, es divertido. Pero ¿excitante? -Le pregunté, negando con la cabeza-. Tú...

Él me observó de reojo, y sin esperar a que siga hablando, respondió.

-Piénsalo así: averigua quién soy, premio, te espero desnudo en mi cama.

Giré mis ojos, empujándolo, para luego continuar caminando por los pasillos de paredes amarillentas opacas.

-¿Qué? ¿Cuál es el problema? -vocalizó ambas preguntas entre risas.

No lo contesté para seguir caminando, mientras intentaba aguantarme la risa.

Hoy tendría la entrevista con el entrenador para ver si me permiten anotarme y así participar en el equipo de vóley y Theo había decidido acompañarme para llevar a cabo uno de los consejos muy directos de mi abuelo, y honestamente, debía seguir con mi vida social aquí, como él lo decía.

Un sueño indeseadoWhere stories live. Discover now