Capítulo 2: Un sueño indeseado

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"Las almas gemelas no son necesariamente un hilo rojo, puede ser verde, amarillo, incluso azul, y este no solo une a dos cuerpos físicos; no hay color, complexión o sexo específico. El destino une alma, mente y sentimiento."

***

Lo odio.

Pero al menos sé que ese es un sentimiento mutuo.

—Primera conversación y ya se insultan, lo anotaré como un récord entre ustedes —dijo Theo, caminando hacia mí, viendo cómo a lo lejos se alejaba Kader. 

—Primera conversación hubiera sido si no intentase ser un idiota.

—¡Ay, son tan adorables! Ya había olvidado lo que era que se maten con la mirada.

Giré mis ojos mientras sentía como rodeaba mis hombros con su brazo.

—Ahora deja de quejarte y ve a anotarte, vamos. Yo iré a clases, nos vemos a la salida.

Asentí, comenzando a caminar en dirección contraria a la que iba mi mejor amigo.

Luego de todo el maldito papeleo y otra recorrida por la Universidad no tuve más que perder el resto de mi mañana haciendo algunas anotaciones del libro que estaba traduciendo, haciendo tiempo en el sofá de mi casa hasta que Theo saliera de clases.

Estaba trabajando en la traducción de varios libros, o novelas, a la vez, de español a inglés y de inglés a español, y no podía fascinarme más el hacerlo, no solo que me resultaba emocionante porque a la vez leía un poco, sino también porque al finalizarlo me mandaban una copia con mi nombre inmortalizado en el papel. Era algo que significaba demasiado para mí, ya que leer era algo que compartía con mi madre, además de ver alguna que otra novela por la televisión.

Luego de ello estuve veinte minutos esperando en la puerta del edificio donde vivía Theo para que vuelva de la Universidad; me había pedido venir para mostrarme el departamento, y de paso, ponernos al día jugando algunos videojuegos. 

—¿Vamos? —preguntó Theo, apareciendo detrás de mí, sobresaltándome al momento de poner ambas manos en mis hombros.

Asentí.

—¿Ya ha decidido el tercer tipo que está en el departamento?

—Sí, me mandó un mensaje temprano, pero no lo había visto. Estás dentro.

—¡Genial! —dije acomodando el casco debajo de mi brazo—. Mañana me mudaré, hoy no tengo ganas.

—Bien, ¿tienes el dinero?

—Sí, lo tengo. He estado traduciendo algunos libros gracias a una recomendación que me salvó de la pobreza.

Él rio.

—Bien, vamos —dijo empujándome para entrar al edificio, dirigiéndonos hacia la derecha para ir hacia el elevador.

Al llegar al departamento él me mostró el pasillo donde colocaban los abrigos, aquel le daba paso a un gran living en el cual había un sofá en forma de c color gris, y frente a él un televisor con parlantes como para que todo el edificio se entere de los gustos musicales que tienen sus compañeros de piso y de cómo iba la película que podían ver allí.

Un sueño indeseadoWhere stories live. Discover now