Capítulo 8.

40 10 16
                                    

Kaena

Recuerdo perfectamente las tardes que pasaba en este lugar cuando era pequeña, las tardes en las que me turnaba con Araziel para montarnos en nuestro columpio.

Recuerdo la tarde en la que descubrimos él y yo este lugar, jugábamos al pilla pilla en el pequeño bosque mientras nuestros padres estaban abajo en la playa, tomando el sol y charlando, en una de esas yo encontré un pequeño claro que daba al acantilado, con unas vistas preciosas a la playa, había un árbol enorme, con ramas perfectas para colgar un columpio, y eso fue lo que hicimos. Cuando crecimos un poco más le pedimos ayuda al señor Makoa y él se encargó de hacer un columpio seguro.

De pequeños solíamos venir mucho, yo solía venir cuando necesitaba despejarme y alejarme de todos, bueno, de todos menos él, que siempre decía que nunca me dejaría sola y que si hacía falta no hablaría, pero se quedaría a mi lado, demostrando que él estaría siempre ahí.

Era nuestro pequeño lugar secreto, que solo había sido descubierto por el señor Makoa, pero ese fue un sacrificio para tener el columpio.

Cuando Araziel se fue, yo seguía viniendo, por lo menos los primeros años, me balanceaba mientras los recuerdos me atacaban. Aunque sospecho que para eso iba, para no olvidarlo, para rememorar todos esos momentos junto a él y tenerlo cerca de alguna manera.

Una parte de mí tenía la esperanza de que él se acordaría de ese lugar, mientras que otra parte prefería que no lo hiciera, para ahorrar malos tragos, para evitar momentos incómodos como él que estaba presenciando ahora.

Frente a mí un italiano al que conocía muy bien se levantaba del columpio para dejarme a mí.

-¿Un mal día?-Preguntó suavemente.

En ese momento supe lo que venía.

Cuando sentí el ardor en el pecho supe que no me podía controlar, que no me iba a poder callar.

-¿Te importa acaso?-El tono que use fue duro, y eso le sorprendió.

-¿Qué si me importa? Claro que lo hace, todo lo que tenga que...-no lo dejé terminar.

-No me vengas con esas mierdas Araziel.- Exploté- Porque sé que es mentira, ¿En serio piensas que te crea eso después de estar cinco años sin hablar, sin tener ningún tipo de contacto? Vete a contarle ese cuento a otra.

-¿Qué hago aquí sino Kaena?-Preguntó de repente, su mirada ya no era suave.-¿Por qué crees que he vuelto a Hawai ?

-Para joderme, porque eso es lo que haces, no te soporto.-De repente me sentí mi padre pronunciando esas palabras.- ¿Creías que cuando volvieras todo iba a seguir igual? ¿Creías que correría a tus brazos para abrazarte? Oh, vamos, pensaba que eras más listo.

Se quedó mirándome, pude leer en su mirada el dolor, un daño que yo había provocado.

Sin darme cuenta, las lágrimas volvían a escapar de mis ojos y rodaban por mis mejillas sin control.

-Volví para arreglarlo todo, porque sé que los errores que cometí en el pasado, esos errores que me estuvieron atormentando durante cinco malditos años.-Hizo una pausa, mirándome a los ojos.- Vine dispuesto a afrontar todo, dispuesto a recuperarte.

Recuperarme.

La palabra resonó en mi cabeza y mis ojos se abrieron, sin terminar de creerlo.

-Sabes que no me rindo fácilmente, Kaena.-Se quedó callado un momento.- Pero no voy a aguantar que pagues todo conmigo, no se cuanto pueda aguantar que me hables con odio sin derrumbarme, sin sentirme la mayor mierda que existe. Sé que posiblemente pienses que me lo merezco, puede que sí lo haga o puede que no, ya empiezo a dudar hasta yo, pero preferiría que lo hicieras una vez sepas todo.

Me costó respirar, las lágrimas seguían cayendo, realmente me gustaría que me abrazara ahora mismo.

-No quiero hablar de eso hoy.-Fue lo único que me atreví a responder.

-Lo sé y lo entiendo, hablaremos de eso cuando tú estés preparada, cuando tú quieras.-Relamió sus labios.- Y antes que lo digas, no, no pienso irme, porque aunque no vayas a contarme nada, porque entiendo que la confianza entre nosotros no exista, no significa que no vaya a quedarme a tu lado, apoyándote de alguna manera, como cuando éramos dos renacuajos.-Sonrió con nostalgia.- Aunque si quieres puedo llamar a Leilani.

-Abrázame.

«Abrázame y no me sueltes, no me dejes caer, no me dejes sola, no otra vez por favor» Pensé pero no me atreví a pronunciar en voz alta.

No necesitó que dijera mucho más, se acercó y me envolvió con sus firmes brazos.

Enterré mi rostro en su pecho mientras un olor mentolado y fresco inundaba mis fosas nasales, no pude evitar compararlo con el olor que recordaba que él poseía, recuerdo como lo molestaba diciéndole que su olor a vainilla me empalagaba, aunque era mentira, era todo lo contrario. Ahora me gustaba mucho más este olor, se sentía fresco, cómodo, rejuvenecedor.

Sentí como dejaba un beso en mi coronilla y me acercaba más a él, apoyando su mentón en mi cabeza.

Estuvimos un rato así, hasta que me recompuse y me fui sin decir una sola palabra.

No podía permitir que eso volviera a suceder, me negaba, incluso sabiendo que en ese tiempo que estuvimos abrazados me había invadido la sensación de haber vuelto a casa.

No podía permitir que eso volviera a suceder, me negaba, incluso sabiendo que en ese tiempo que estuvimos abrazados me había invadido la sensación de haber vuelto a casa

Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.

Huye*

Mentira, mentira. 

Solo os pido por favor que no me matéis, pensad que si lo hacéis os quedáis sin capítulos.

Votad y comentad, os quierooo. <3

Almas SurferasKde žijí příběhy. Začni objevovat