Capítulo 2 Él

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No pude evitar sonreír al recordar la cara roja de la chiquilla castaña. Aun tenia su libro en mis manos y estaba procesando todo lo que había pasado en pocas horas.

Todavía me resultaba difícil asimilarlo.

Realmente me había hablado, Zilith Benson me había hablado.

Ni siquiera me importaba que tenía novio o que, gracias a mí, tuvo una discusión con sus amigos. Solo... en verdad me había hablado.

Ya habían pasado casi tres años desde la primera vez que la vi, era muy popular y justo el día que tome todo el valor para hablarle, me entero de que esta saliendo con el imbécil pelinegro, ni siquiera estaba seguro del por qué seguía insistiendo, estaba claro que no iba a responderme.

Pero ahora las cosas habían cambiado a mi favor. Por fin tenia una excusa para volver a hablarle, y no es como si estuviera obsesionado con ella...

—Estas obsesionado con ella.

No me gire cuando la puerta de mi habitación se abrió. Escuche los pasos de Abel acercándose a mi después de cerrarla de un portazo. Se dejo caer en mi sillón, suspirando.

—¿Por qué no simplemente le confiesas que estas enamorado de ella y...?

—No lo estoy—murmure, dejando el libro en mi buro.

—¿Seguro?

Dude unos segundos antes de asentir con la cabeza.

—Completamente.

—Pues a ni no me molestaría saber que estas tratando de enamorar a mi mejor amiga—canturreo—De hecho, creo que son el uno para el otro.

—No sabes lo que dices—sonreí, echando la cabeza hacia atrás.

—Quizá no. Pero creo que es mejor que confieses lo que en verdad quieres de ella en lugar de pasártela investigando como si fueras un demente, acosador o asesino serial.

—No voy a matarla.

—Eres un mafioso, nunca se sabe.

Resople de mala gana, odiaba que me restregaran eso. Tenia el poder encharcado en mis manos, pero ¿de que me servía si mi castigo era estar solo?

No supe que responder y Abel no pareció esperar algo. Se limitaba a pasearse frente a mi colección de autos en miniatura. Tal vez lo ignore por mas tiempo ya que no supe el momento exacto en el que se marchó, estaba tan centrado en como seria nuestro próximo encuentro, tendría que calcularlo con cuidado para que sus amiguitos no me lo estropearan.

Y de nuevo volví a sonreír al recordarla tan cerca de mí, apoyada en mis brazos con esos ojos color ámbar que me hechizaban cada que la veía. Era tan perfecta, tan única. Pero la sonrisa se me borro de golpe al enfocar mi tablero.

Una tabla barnizada estampada de dibujos y fotografías de una chica castaña en diferentes posiciones así como en edades. Quizá Abel tenía razón y lo que sentía era obsesión, quizá tenía razón y era un demente que se la pasaba recolectando información de esa chica que le pareció interesante en el centro comercial.

—¿Hermano?

Jorch—mi hermano menor—Ya estaba ahí con su sonrisa inocente y un papel en las manos.

—¿Qué traes ahí, enano? —lo invite a sentarse junto a mí en el sillón.

—Te eh traído este regalo.

Desdoblé el papel y me encontré con el retrato a lápiz de Zilith Benson y sí. Todos los dibujos que atrapaba con un alfilerillo en el tablero eran de ella, hechos por Jorch. Él sabia lo mucho que me gust... que me interesaba. Por esa razón se la pasaba haciéndome este tipo de regalitos.

El Invierno En El Que Te ConocíWhere stories live. Discover now