Capítulo 1 Ella

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Después de mi primer día de curso, lo único que me apetece es darme una ducha refrescante, tomar de ese delicioso chocolate que prepara mi madre y cubrirme con mi mantita en mi cama mientras comienzo a leer el nuevo libro que me compre hace dos días y por el cual eh estado ansiosa por desenvolverlo para terminarlo en un día.

Hago un mini puchero a la pantalla de solo recordar que mi padre me hizo prometer que solo lo leería después de haber cumplido con todos mis deberes escolares. Y no es que tenga malas notas, es solo que...

—¡El quinto percentil! —exclama una chica pelirroja.

Su voz chillona me devuelve a la realidad, parece que el profesor ha preguntado algo de estadística, y también parece que Jenni, mi mejor amiga, se ha vuelto a dormir a mitad de clase, o tal vez desde el principio. Lo único que veo ahora es como levanta la cabeza del escritorio, su cara es la viva representación del desagrado absoluto. Seguro que tiene la mirada asesina en la de la chica pelirroja.

—Yo no sé qué hago aquí—se queja, presionando sus ojos con fuerza y sin disimular su fastidio—Debí quedarme en la cancha ¿Por qué vine si ni siquiera me interesa esta clase? —se gira hacia mi con los ojos entrecerrados—Ah sí. Por que cierta tonta me amenazo...

No lo hice—negué con la mirada en mi manual.

—Claro que si...

—Calla que el profe puede escucharte.

—¿Qué dices? —amenaza con subir el tono—¿Qué hable más fuerte?

Pongo los ojos en blanco, se cansará y se callará ¿no?

Pero ¿de quien estoy hablando? Es Jennifer Magnus, la chica mas inquieta y que seguramente es la causante de mi estrés. Se callo, sí. Pero lo que esta haciendo es mucho peor:

Ha comenzado a repiquetear el lápiz sobre el escritorio y tronarse los dedos frenéticamente y a mover los pies a modo berrinche sin sonido.

¡Maldición!

Trato de no prestarle atención, pero siento que hasta las manecillas de reloj están atormentándome el cerebro.

—¡Quieres parar de una buena vez! —le exijo en voz alta.

Maldita Jennifer Magnus. Por su culpa ahora estaba en esa situación incómoda, nada favorable para mi y seguro divertido para ella. Lo sé, por la sonrisita maligna que le bailaba en los labios. Resople, rendida por que esto ya se había hecho costumbre, miradas acosadoras, murmullos, risitas y lo mas importante... el profesor de ojos rasgados dando grandes zancadas hacia mi para darme la humillación del día.

—Lo siento...

—Siempre lo siente, señorita Benson—su voz autoritaria y su ceño fruncido no daban buenas señales—¿Cuántas veces a dicho lo siento en este año? ¿cincuenta? Tal vez...—entrecierra los ojos con las manos por detrás—... ¿Setenta? Por que en la asignatura solo tiene el 30% de asistencia...

—¡Pero si nunca eh faltado! —lo interrumpo con los puños apretados.

—¡Tus risillas no indican lo mismo! ¡puedes estar físicamente presente pero tu cerebro ausen...!

Esto ya era demasiado. Mire a Jenni en busca de ayuda, pero ella solo se limito a contener una risita y a esquivar mi mirada de súplica, lo mismo paso con Liam, el supuesto amor de mi vida que solo se mantuvo al margen con la vista baja. ¿Qué mierda les pasaba?

Solo necesitaba a alguien que me ayudara, por que ellos... mis pensamientos se pusieron en pausa al escuchar un carraspeo que me hizo girar la cabeza y pasar mi atención a la persona que lo había hecho:

El Invierno En El Que Te ConocíWhere stories live. Discover now