Capítulo Veintidós

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NEGRITAS = Hablan en Maya.
NEGRITAS CURSIVA = Hablan en Náhuatl.

¡Hola!

Espero se encuentren muy bien. Quiero decirles que es de mi agrado informarles que estamos por fin en el penúltimo capítulo de esta historia tan larga jsjsjs

Tal vez pudo parecerles algo tediosa puesto que, los capítulos eran muy extensos y espero que eso no haya afectado la experiencia de la lectura.

Por otro lado, quiero agradecerles todo el apoyo que le dieron a esta historia; gracias por cada lectura, por cada comentario ❤, y sobre todo, por cada voto que le otorgaron a esta obra. Tal vez no es la mejor, puede tener algunas fallas que con el tiempo iré corrigiendo y si me es posible, alargaré la historia.

Sin más que agregar, fue un placer acompañarnos en este camino de vida llamado "In Yaakumech".

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Narra Serena:

El aire fresco acariciaba mi rostro, mi resignación a morir ya era obvia, pero el dolor en mi pecho no se hacía presente. En cambio, un jadeo se escuchó cerca de mí, al abrir los ojos me encontraba con una escena muy confusa. Carlos había apuñalado a su padre por uno de sus costados, este último, dejo caer la lanza provocando un ruido ensordecedor y comenzó a retroceder para ir girando poco a poco.

—¿Qué... hiciste? —habló el hombre a duras penas mientras se tomaba del costado.

Carlos no respondía, solo veía a su padre en un estado de shock. Al parecer, no se estaba dando cuenta de lo que acababa de hacer o el porque lo hizo.

—¡¿Qué hiciste?! —hablo con más fuerza el padre de Carlos y cayó sobre sus rodillas.

—Perdón... —al fin habló Carlos, pero apenas en un susurro— No podía dejar que lo hicieras.

—Pudiste gobernar...todo...esto... —hablaba con dificultad. Después tomo el mango de la daga y la saco de su cuerpo, provocando que la sangre comenzará a manchar aún más rápido su ropa.

—Tal vez podría gobernar, pero no con una Reina muerta. —Carlos volteo a verme, su mirada ahora estaba llena de culpa y no de odio cómo hacía unas horas— De verdad lo lamento.

—Lo lamentarás... conmigo. —dijo aquel hombre antes de desplomarse en el suelo, con la mirada pérdida en el cielo.

Carlos se acerco al cuerpo de su padre aún con vida, se arrodilló a su lado y posó una mano sobre su frente.

—Esté fue tu error, no el mío. —su mirada estaba cristalina y una gota rodo por su mejilla.

El padre de Carlos respiraba agitado y cada vez su respiración se hacía más pesada. Sus ojos estaban fijos en su hijo y se podía ver una expresión de odio y rencor en su rostro, pero Carlos se mantenía neutral en todo momento hasta que, aquel hombre en el suelo, dejo salir su último aliento.
Carlos llevó una mano sobre los ojos de su padre para cerrarlos y dejar salir un suspiro lleno se decepción. Después se puso de pie y volteó a verme, se acercó a mí y cortó el lazo que amarraba mis manos en mi espalda.

—Perdón por todo —dijo mientras me ayudaba a ponerme de pie. Aún estaba débil por la explosión que me había lanzado por el aire—. No debí confiar en él. Solo quería ser...

—Un buen hijo —lo interrumpí completando lo que iba a decir—. Eso querías ser.

—Quería que se sintiera orgulloso de mí, pero me cegué con la ilusión —miro a todos lados, su ceño fruncido dejaba ver cuan decepcionado estaba hasta de él mismo—. Pude haber evitado todo esto.

In Yaakumech | NamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora