Capítulo Doce: Parte Uno

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NEGRITAS = Hablan en Maya.
NEGRITAS CURSIVA = Hablan en Náhuatl.

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Narra Serena:

Habíamos volado desde Aztlán hasta Yucatán durante un par de horas. Necesitaba disculparme con la señora María y con su comunidad.
Al llegar, la gente nos miraba extrañados y a la vez con temor, pues mi presencia en la última visita, no fue tan agradable como podría desearlo.

María se acerco a nosotros, me miró y me tomo de la mano sin pensarlo dos veces.

Es bueno verte — me sonrió y después paso una de sus manos por mi mejilla.

¿Disculpe? — la miré extrañada aún con su mano sobre mi mejilla.

La gente habla, sí; pero viste a disculparte. Ese es uno de los valores más grandes — continuó sonriéndome; después volteo a ver a Namor y le dio una pequeña palmada sobre su hombro — Tranquila, hija. No hay nada que perdonarUstedes tienen algo más que hacer. Suerte — La señora María volvió a sonreír, después se despidió y camino hacía su pequeña choza. Namor y yo nos volteamos a ver un poco confundidos por lo que nos acababa de decir.

Un par de minutos tratando de entender a que se refería la señora María, Namor me pidió que lo siguiera por un pequeño camino a un costado de la aldea; un momento después, llegamos hasta la costa. La arena era blanca y deslumbraba la vista gracias al reflejo de los rayos del sol y la vista del mar era espectacular; quede embelesada por unos segundos antes de que Namor me sacará de mis pensamientos.

— ¿Hermoso, no? — preguntó mientras se colocaba a mi lado izquierdo.

— Completamente — suspire tranquila mientras la brisa salada del mar nos cubría.

— ¿Estás lista? — volteé mi cabeza para verlo pero para mi sorpresa, Namor ya no se encontraba a mi lado; gire por completo y el estaba estirando su mano hacía a mí. Miré su mano atentamente y luego lo miré a él, respiré con dificultad puesto que, mi corazón comenzó a acelerarse.

Tomé su mano y Namor comenzó a jalarme lentamente guiándome entre la hermosa flora que estaba cerca de la costa; caminamos hasta llegar a aquel arco al que me había adentrado aquella vez que vine con Nakia para rescatar a Shuri y a Riri.
Namor entró lentamente en el agua sin soltar mi mano y después me ayudó a bajar por las rocas qué el uso para adentrarse; en eso, se quitó uno de los collares que llevaba encima y me lo puso, apretó un botón que se encontraba entre las piedras y de esté salió como un casco. Ahora y si pensarlo dos veces, nos sumergimos en la profundidad del cenote y nadamos juntos hasta la cueva en la que se encontraba una pequeña choza y entramos en ella.

— Espera aquí, ya vuelvo — habló mientras me acercaba una silla en la que me pidió esperarlo; salió de la choza dejándome completamente sola en el lugar.

Me puse de pie, pues mi curiosidad me llamaba demasiado al notar que en las paredes de la choza había pinturas de las historias de los antepasados de Namor y también de él mismo y una en especial llamó mi atención; era él junto con la pantera negra, está pintura hacía referencia a la batalla que hubo hace ya un tiempo y al parecer, Namor sentía una gran admiración hacía Shuri por la forma en que plasmo su historia.

Por favor, mi niña; es nuestra invitada — pude escuchar la voz de Namor fuera de la choza, de inmediato corrí a sentarme en la silla donde me había pedido esperarlo.

Trajiste a una desconocía — habló una mujer — Esto nos puede poner en peligro — su tono de voz tenía una pizca de enojo, como si estuviera regañando a Namor.

In Yaakumech | NamorWhere stories live. Discover now