Capítulo Nueve

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NEGRITAS = Hablan en Maya.
NEGRITAS CURSIVA = Hablan en Náhuatl.



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Me encontraba acostado en la habitación que Serena me había asignado; ya estaba por amanecer y yo seguía dando vueltas en la cama. No había logrado dormir en toda la noche, después del recorrido de ayer y la historia de Aztlán que Serena me contó me parecía lógico que no logrará conciliar el sueño. Aún me parecía increíble que hubiera otro pueblo con los mismos principios e ideales que Talokan y Wakanda tenían. Por otra parte, pensaba en que le iba a contar a Shuri y a Carlos sobre que había encontrado a su amiga; pensaba en cualquier excusa pero sabía que Shuri se la pasaría insistiendo hasta conseguir sacar toda la información, solo Serena sabría decirme que podía decir y que no.
Después de nuestra pequeña instancia en aquel puente en lo alto del pueblo, Serena comenzó a alejarse, la empecé a seguir pero enseguida me detuvo y me pidió que no la hiciera. Supongo que entendía porque quería estar sola, su historia y recuerdos le traían dolor, me recordaba a mí de cierto modo.

Me levanté de la cama para salir del balcón y volar hacía aquel puente. Pude ver en en horizonte los colores del amanecer, me apresuré para llegar al puente y poder apreciar aún mejor esos bellos colores que hacían enaltecer la belleza de Aztlán. Un par de horas después de apreciar la maravillosa vista que tenía frente a mí, vi el río que tenía origen en la cascada cercana al puente en el que me encontraba; sin pensarlo dos veces, subí al barandal, éste soportaba mi peso ya que estaba hecho de rocas y lo que parecía ser barro o lodo blanco. Mire hacía abajo y me lancé al vacío para sumergirme en el agua, sentí el frío de está y como mi piel comenzaba a hidratarse lentamente; tomar vasos de agua durante todo el día no era suficiente para recuperar mi fuerza. Subí de nuevo a la superficie para dejar que mi cuerpo flotará en el río mientras veía al cielo y como las nubes avanzaban lentamente con el aire.
Podía sentir la paz con el ruido natural del río fluyendo y el caer de la cascada; poco a poco el pueblo iba despertando y podía escuchar el sonido de sus voces, por un momento cerré los ojos y olvidé en donde estaba.

— ¿Qué haces aquí? — escuché su voz. Al abrir los ojos, la vi volando "encima" de mí. Llevaba puesto un traje ceremonial a mi parecer y ese gran cascó con cabeza de águila y las majestuosas plumas que lo adornaban.

— Flotar — dije de forma burlona y ella sonrió.

— ¿Nos acompañas? — me incorporé para empezar a volar a su lado.

— ¿A dónde? — pregunté confundido.

— Allá — levantó su brazo y me señaló con el dedo a una montaña. En ella se veía un tipo de edificio. Volteó a verme mientras bajaba su mano — Habrá un tipo de celebración por la niña que nació hace poco y la ceremonia se llevará a cabo en el templo — me sonrió.

— ¿Qué clase de celebración? — pregunté con curiosidad.

— Ya lo verás. Te veo en quince minutos, en la entrada del palacio — comenzó a elevarse poco a poco — Usa el Tilmatl que te di — término la conversación y se fue volando rápidamente.

Volé hacía el palacio, entré por el balcón y busque el Tilmatl, lo había dejado sobre una silla cerca de la cama; lo sacudí y después me lo puse. Nuevamente salí volando desde el balcón y me acerqué a la entrada del palacio; no había tardado más que pocos minutos en prepararme, ahora debía esperar a que Serena apareciera en el lugar.
Caminé de un lado a otro y después fui recorriendo lentamente el puente que conectaba a la entrada del palacio con una pequeña pendiente. A los diez minutos y de manera puntual, la imagen de Serena apareció sobre aquella pendiente, iba acompañada de un grupo grande de personas; me hizo señas para que me acercará y eso hice. Caminé a su lado en silencio mientras la gente tras de nosotros cantaba y tocaba tambores y flautas durante el recorrido.

In Yaakumech | NamorWhere stories live. Discover now