Capítulo Diez

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NEGRITAS = Hablan en Maya.
NEGRITAS CURSIVA = Hablan en Náhuatl.


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Al llegar a la Ciudad de México, comencé a sentirme mareada y sofocada. Posiblemente era el cansancio del viaje y el no poder dormir correctamente durante estos días, pero no podía estar tranquila mientras Serena seguía sin aparecer. Okoye estaba cada vez más molesta, le preocupaba que Wakanda estuviera en manos de M'Baku y la entendía, yo seguía con el remordimiento por la decisión que había tomado.

Carlos nos esperaba en el museo, al llegar inmediatamente le pedí una explicación sobre la foto que me había mandado. Me explicó que la había encontrado en el despacho de su padre y que no sabía porque o cómo la obtuvo, pero cuando supo de la existencia de la foto, su padre le contó que era una foto que llevaba años en la familia y que desconocía quienes eran exactamente las personas de las fotos.
Nuevamente el misterio nos estaba llevando a un callejón sin salida, pero gracias a esto, podíamos pensar en una excusa perfecta para dirigirnos a Yucatán y hablar con Namor.

[...]

Narra Namor:

Me encontraba vagando por las calles de Talokan, la gente me saludaba y me invitaban a jugar o a comer en sus casas, a veces me negaba o les prometía que otro día lo haría con gusto. Por ahora, lo único que quería hacer era observar más detalladamente las actividades, la convivencia y las costumbres de las personas, puesto que mi curiosidad era aún mayor después de haber estado en Aztlán.
Encontré similitudes entre Talokan y Aztlán como el comercio, ese no había cambiando en siglos, se seguía manejando bajo en trueque; estaba el juego de la pelota que tanto niños y jóvenes adultos lo practicaban. Una de las similitudes que vivía en sus habitantes como en sus gobernantes, era el miedo. Ninguno de los dos pueblos olvidaba el daño, el dolor y el sufrimiento que los conquistadores españoles nos habían traído, y no quieren tener que pasar por lo mismo.

Me sentía feliz al saber que teníamos bastantes similitudes pero a la vez, tenía la necesidad de volver a Aztlán; no sabía que parte me había cautivado tanto que necesitaba volver a experimentar la misma sensación de paz que había en el aire durante mi visita.

Regrese al palacio para poder subir a la cueva donde estaba mi pequeña choza. Al poco tiempo, Namora se encontraba visitándome.

¿Qué te inquieta, mi niña? — pregunté al sentir su presencia.

Llevo conociéndote toda mi vida y desdé tu regreso, te he notado diferente — dijo con voz severa.

¿Diferente? — pregunté confundido.

Distante, distraído; cómo si olvidarás el lugar en el que éstas — mencionó esta vez con voz molesta — Llevas así desde que volviste de aquel lugar.

No deberías preocuparte — insistí — Solo qué... me ronda una idea en la cabeza desde entonces.

¿Piensas aliarte con una desconocida? — mencionó con hostilidad — ¡¿No aprendiste de la "alianza" con Wakanda?! — gritó esta vez — ¡No sabemos en donde estuviste y mucho menos que fue lo que hablaste con aquella mujer. No apoyaré está estupidez!

¡Ya basta! — dije elevando la voz a tal grado que resonó por toda la cueva. Namora me miro fijamente con el semblante molesto. Mi pecho subía y bajaba al respirar por el enojo que sentía.

Sólo te pido que pienses antes de actuar. La gente teme que haya de nuevo una guerra — suplicó con la voz apagada. Me acerque a ella y choque nuestras frentes.

In Yaakumech | NamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora