4. Rubia sol, morena luna

Start from the beginning
                                    

—¿Que le has hecho?— reprocha Mell.

—Solo le dije la verdad.

—Tus verdades duelen.

—Lamento decepcionarte, Disney, pero todas las verdades duelen.

Hunter gruñe y me dedica una mirada de advertencia. ¡Oh no, el príncipe azul ya se molestó! Vivo por y para ver a la bestia defender a su amada.

—Déjala en paz.

Antes, Hunter y yo nos burlabamos de Mell y su forma rosa de ver el mundo; ahora me siento como si estuviera atrapado de una epidemia de amor en la que soy él único capaz de ver las cosas como son: estar enamorado es una mierda. Espero nunca estarlo.

♥♥♥

—Hola, chicas— saludo al grupo de amigas de la chica con la que llevo rato intercambiando miradas y le he invitado alguna que otra copa.

Se ríen entre coquetas y divertidas mientras hacemos las respectivas presentaciones. Tampoco es que haga falta ser muy formal con esto.

—¿Que te trae por aquí, Aren— pregunta una de ellas. Es rubia con los ojos oscuros, tiene demasiado parecido con la fastidiosa de hace rato.

¿Que clase de karma estaré pagando que últimamente todas las chicas que me cruzo son rubias? No es por discriminar, ni nada por el estilo, pero es que me ponen muchísimo más las chicas de cabello más oscuro.

—Que la sonrisa de Ana es la más bonita de todo el bar— señalo a la chica en cuestión y ella se pone roja de pies a cabeza. Es la que tiene el cabello de un tono un poco más oscuro que las otras, pero sigue siendo rubio.

—Gracias— dice muy bajito mientras juguetea con sus manos.

—No tienes que darme las gracias por decir la pura verdad.

Sus amigas se ríen super enternecidas y hago uso de toda mi fuerza de voluntad para no poner los ojos en blanco. No es cómo si le hubiera pedido matrimonio.

Paso un rato más con el grupo de amigas de Ana y les invito unos cuantas tragos para ir ablandando el terreno para cuando me vaya de aquí, espero sea con Ana.

Estoy inclinado sobre ella a punto de besarla cuando, por el rabillo del ojo, una melena de un negro tan oscuro que parece azul, capta mi atención. Me separo de Ana justo antes de que nuestras bocas lleguen a tocarse y doy dos pasos atrás para alejarme un poco. La pobre se queda boqueando como pez durante unos segundos, hasta que abre los ojos y sigue la dirección de mí mirada; luego me insulta por lo bajo y se va muy digna con su grupo de amigas.

Aprovecho que me ha dejado solo para acercarme disimuladamente pero, cuando estoy a un par de metros de ella,  el camarero vuelve con su copa y ella se mete de regreso a la pista de baile. Camino hasta donde ella estaba hace unos segundos y le pido una cerveza al mesero mientras analizo mis opciones y creo una estrategia para acercarme sin que me aparte.

Podría acercarme y bailar con ella, pero estoy seguro de que me mandaría a paseo en cuanto acabe la canción. O también intentar invitarle un trago, pero me tacharía de violador y asesino en serie y mi dinero acabaría en el piso. Así que ninguna de las dos opciones comunes me sirven si me la quiero llevar a la cama esta noche.

Prohibido Enamorarse Where stories live. Discover now