Yoongi busca aniquilar a los agresores de su novio Jimin, mientras su cuñado Jungkook trata de conquistar a Taehyung, un hijo de pastor.
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Tras haber sido encerrado en terapia de conversión...
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Taehyung garabateó con más empeño la última hoja de su libreta. Tenía la pierna derecha sobre el muslo izquierdo y movía la punta del pie, haciendo vibrar su cuerpo con nerviosismo. El dibujo no parecía estar tomando la forma que quería imitar; esa flor de pétalos pequeños con rombos a modo de arcos semi puntiagudos que los rodeaban.
—Hermano Taehyung.
La voz del líder lo desprendió con brusquedad de la imagen del tatuaje que Jungkook tenía en el antebrazo. Cubrió con disimulo su garabato y alzó la cabeza con un asentimiento.
—Dígame.
—¿Alguna idea? —le preguntó el líder de jóvenes. Negó con la cabeza al tiempo que esbozaba su sonrisa cordial—. ¿Le parece bien así?
—Perfecto —aseguró.
Lo cierto era que, no tenía idea de lo que hablaban. Era de noche, un martes o un jueves, estaba confundido. Después del servicio habían convocado a una reunión de jóvenes para concretar el orden de los próximos, que les correspondían: Los sábados. Taehyung agradecía no haber sido elegido para la prédica o la dirección, le habían asignado encargarse de los cánticos. Eso era pan comido.
A penas pudo librarse de la corta reunión, guardó sus cosas en el maletín de cuero negro y revisó los mensajes de Jungkook. Ahora debía hacerlo manualmente, ya que, después de pensarlo decidió archivar su chat para que no le entrasen notificaciones inoportunas. También había cambiado el modo en el que lo tenía registrado de "Jungkook Amigo Iglesia" a "Jungkookie💜". Eligió un corazón morado porque lo escuchó decir que era su color favorito.
Taehyung tecleó con rapidez: "Jungkookie, hoy salí más tarde de la iglesia, pero en cuanto llegue a casa, jugaré contigo<3". Releyó el mensaje y decidió eliminar el corazón y su nombre.
Durante el trayecto, se mofó de Namjoon con sus padres. Fue una divertida venganza por la emboscada que le había puesto unos días atrás. Las bromas eran acerca de Jisoo, lo enamorado que se veía, junto con un poco de presión para que se decidiera a proponerle matrimonio.
Cuando llegó a casa, se lavó los dientes, se puso el pijama y llamó a Jungkook. Escuchó cómo había estado su día, mientras se metía a la cama, y también le contó cómo estuvo el suyo. Después encendió su tablet para iniciar una partida en el videojuego de carreritas que compartían desde hace poco más de una semana.
—¡Jungkook! —exclamó cuando lo sacó de la pista—. Que pares con eso, es la tercera vez que me sacas. —Escuchó su risa divertida—. No es gracioso.
