Ocho: ''¡Sigue Nick!''

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Como ya dije en una nota, no pude subir ayer, sino hoy. De verdad que lo siento por haceros esperar.

En segundo lugar, agradecería comentarios alentadores en la novela, no el típico síguela. Os estaría muy muy feliz y agradecida.

AH! OTRA COSA! GRACIAS POR LOS +800 LEIDOS, +100 VOTOS! Se que probablemente eso no sea nada, que grandes escritoras consigan eso al segundo de publicar nuevo capítulo, pero yo me siento muy emocionada sabiendo que 100!! 100 personas les gustó la novela para darle a la estrellita. En serio, sois geniales.

OS AMO!!!

Capítulo 7

Observo con miedo esos dos ojos zafiro, los cuales me miran a la espera de una respuesta. No sé qué hacer, qué pensar o qué respuesta darle, y ahí estoy, demasiado anonadada y confundida para responder.

-¡Responde! -Dallas alza la voz, sobresaltándome. Sus manos se agarran con tanta fuerza al volante, que tengo miedo de que estalle. La característica vena a la que ya me estoy acostumbrando late demasiado rápido, tanto como el corazón desbocado en mi pecho.

-S-si, soy Franklin, ¿por qué? -susurro, intentando vencer el impulso de taparme los oidos para eliminar el estruendo que produce la sangre corriendo descontrolada. No ayuda que él suelte un rugido que me haga pegar un chillido de susto.

-Necesito que te vayas. -Escupe, los dientes apretados y golpeando sin cesar el volante, envuelto en lo que parece ser un ataque de rabia.

-Pe-pero...

-¡AHORA! -Brama él, con la mirada enloquecida. Con horror y a toda prisa, me bajo del coche y veo, estupefacta, como arranca con un rugido sordo, y se pierde en la noche, haciendo chirriar el motor al forzarlo sobre su capacidad.

''Y luego dicen que las mujeres somos bipolares...''

Con un suspiro de resignación, me doy la vuelta para dirigirme al pórtico, y con cuidado para no hacer ruido, uso las llaves para abrir la puerta y entrar en casa. De puntillas, avanzo sigilosamente por la casa en penumbras, y asciendo las escaleras, parando cada vez que chirrían o resuenan.

Oigo unos sonidos en la habitación de Nick, pero no le tomo importancia, y sigo hasta la habitación de mamá. Cuando la observo dormir en cama por el filo de la puerta, agradezco internamente a mi hermano que la haya cuidado durante el día, porque ya tiene mejor aspecto.

Me meto en mi habitación, y con prisa, me desnudo y me doy una ducha rápida, para quitar la sensación de sudor y suciedad que habita en mi cuerpo desde hace horas. Me pongo el pijama y me acomodo en la cama para intentar dormir, tras el ajetreado día que llevo encima.

Cuando estoy a punto de caer profundamente dormida, unos ruidos y golpes en la pared me sacan de las brumas del sueño. Con los ojos rojos, me levanto de la cama para acercarme a la pared e intentar oír qué está pasando en la habitación contigua.

Susurros alterados de los que parecen ser Nicholas y otra persona me hacen ponerme alerta. Agudizo más el oído, y con asombro me doy cuenta de que está hablando con lo que parece ser una mujer, por el tono de voz con toque femenino que da a mostrar.

¿Qué demonios?

Pego más el oído, y comienzo a oír... ¿ruidos de besos? como... como si fueran ventosas pegándose y despegándose una y otra vez. Jadeos, y posteriormente alguien cayendo sobre la cama.

Decidme que no es lo que estoy pensando.

-Dios, ¡sigue Nick! -Pega un chillido afeminado la chica, con el mencionado chistando para que baje la voz.

-D-deberíamos irnos... -Susurra mi hermano, alterado y con la respiración jadeante.- Mi madre y mi hermana están dormidas, y no quiero despertarlas.

-Si... ¿vamos al club del otro día? Allí están unos amigos.

-¿El ''Gloria y Disfruta''? Estupendo.

Cuando noto que van a abrir la puerta de la habitación, corro a la cama y me abrigo entre las sábanas, temiendo que me pillen. Los oigo bajando las escaleras y abrir y cerrar la puerta de entrada, para hundirse en la noche, y marcharse al citado club.

¿Qué está escondiendo Nick?

Cuando me despierto por la mañana, la luz que se cuela por las persianas bajas, me hace soltar un grito y hundir la cabeza bajo la almohada como a Drácula en un día de playa. Bueno, si en Rumanía hubiese costa.

A rastas, y de muy mala gana, me encamino hacia el baño y enciendo la luz, con los ojos hinchados y enrojecidos debido a la mala noche sufrida. Me miro al espejo, y mi reflejo no puede ser más desastroso; unas ojeras que llegan casi hasta el suelo, la piel más pálida de lo normal, el pelo enredado y pegotes de baba por toda la mejilla.

Con pereza, lleno la bañera con agua caliente y me voy hundiendo, esperando que el baño me despierte algo más. Me enjabono, lavo el pelo y aclaro, para luego reposar hasta casi quedarme dormida. Cuando salgo, envuelvo mi pelo en una toalla y me abrigo en un cómodo albornoz, dirigiéndome de nuevo a la habitación.

Ya vestida con unas mallas de yoga, una camiseta enorme del equipo de fútbol donde jugaba Nick, y unas pantuflas, bajo a almorzar algo, dado que ya son la una de la tarde.

Freno al llegar a la planta baja, al ver que Eric ya está en casa, más concretamente tirado en el sofá de la sala. Trago saliva, recordando la escena del día anterior.

Lentamente, para no despertarlo, voy a la cocina y me preparo un plato de spaguettis con las sobras del viernes.

-Hija... -Pego un brinco en la silla cuando ya estoy terminando. Debería haber comido más rápido.

-¿Qué pasa padre? -A los segundos de haber formulado la pregunta, me arrepiento, porque una de sus manos se estampa contra mi mejilla.

-A mi me tratas con respeto. -Gruñe él. Mientras llevo una de mis manos a la mejilla dolorida, puedo notar una mezcla a alcohol de garrafa, tabaco y sudor, que forman una mezcla insoportable y vomitiva.

-¿Donde está tu madre? -Mira a su alrededor, como pretendiendo que aparezca por arte de magia en la estancia.

-Déjala, está descansando. -La defiendo, levantandome para encararlo.

-Solo voy a hablar con ella. -Sisea él, con la mirada encendida.

-Si claro, hablar con las manos. -otro golpe cruza mi mejilla sana, con más fuerza. Antes de que pueda escapar, me agarra de la melena y me acerca a él.

-Te estas volviendo una desvergonzada. -Suelta, su saliva chocando contra la piel ardiente por los golpes de mis mejillas.- Creo que llamaré a los Rowling, para que traigan a su hijo.

Me suelta, y tropiezo hasta caerme, conmocionada. No puede volver a llamarlos para eso. No puede.

Cuando yo tenía catorce años, los padres de Brad y los mios se pusieron de acuerdo para que ambos salieramos juntos.

Los hijos de dos parejas con grandes empresas y capital, la nueva sensación. Lo que vendría a ser un matrimonio de conveniencia.

Al principio todo era perfecto. Pero luego... maldito cabron, que parecía no haber roto un plato en su vida.

Paso un tiempo parada, sin atreverme a creer que lo haya hecho, intentando creer que solo ha sido una pesadilla. La ilusión se rompe cuando llaman al timbre, y mi padre camina hasta la puerta para dar paso al invitado.

Se oyen unas voces, y luego unos pasos cuyo destino es la cocina.

Cuando aparece por el marco de la puerta, con esa sonrisa de lado que lo acompaña siempre, no puedo evitar soltar un jadeo de sorpresa.

Aunque siempre fue realmente guapo, la madurez lo ha hecho mejorar aún mas, si cabe; el pelo lo lleva más largo de lo acostumbrado, y peinado de una manera informal. Una camiseta blanca se le ciñe al torso moreno, junto con unos vaqueros de alta costura. Sus ojos marrones me taladran mientras se acerca a mi.

-Me alegro de volver a verte.

Mundos opuestos. (P A U S A D A)Where stories live. Discover now