•una verdad•

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Los meses pasaron y sus intereses cambiaron. Dean suspiró en su habitación cerrando el libro que estaba leyendo. Su habitación no había cambiado mucho, prácticamente sigue con los mismos colores pero con menos cosas de adolescentes. Había llegado a los dieciochos y agradecía que con vida aunque pedía todos los días morirse. Prácticamente estaba solo, su hermosa mami Sarah y su adorable Asher lo habían abandonado de la forma más triste y dolorosa del mundo. Aquel sueño se había hecho realidad aunque con algunas modificaciones. Sí había intentado escaparse con Asher pero resultó que no solo él terminó muerto, también su nana, su mamá la que había dado hasta su vida para que él fuera feliz.

Hacía un año que su habitación era su refugio para deshacerse de todo el dolor que llevaba en su corazón. Perder a las dos personas que más amaba en su vida era un dolor indescriptible.

Recordó con pesar esa promesa que le hizo Asher "ni ahora ni en mil años" y se dedicó a llorar, nuevamente. Le dolía tanto que esa promesa no fuera cumplirse. Así habían sido sus días desde la última vez que vio esos pares de ojos que extrañaba tanto. Su vida no había cambiado mucho. Hace pocos meses había terminado de estudiar y se había graduado. No le había sido de mucha gracia, a duras penas se graduó. Secó sus lágrimas y se levantó para irse a bañar. Ya ni recordaba cuando había sido la última pero solo escuchaba la voz de su nana mandándolo a bañarse.

Llegó al cuarto de baño y se deshizo de su pijama, su piel se erizó al sentir el aire. Su piel se veía sin brillo, sus huesos se marcaban considerablemente, su cabello desaliñado y sus manos y muslos con recientes cicatrices. Aún siendo alfa su sistema no le ayudaba recuperarse del todo. Comenzó a llenar la tina de agua caliente y se sentó a esperar. Viendo sus heridas rosas recordó la última vez que sus ojos se convirtieron en ese tono rojizo que a Asher le gustaba. Sí, ambos eran alfas pero su Asher le decía que su tono era diferente y eso le encantaba de él.

-No saben lo que me duele haberlos perdidos...- dijo a la nada con un nudo en la garganta -fue mi culpa- sollozó escondiendo su rostro entre sus delgadas manos.

Luego de casi una hora y escuchando voces fuera de su habitación salió con una toalla ignorándolas.

-Vístete y baja ahora-escuchó a su padre e hizo una mueca -Tenemos visitas- agregó para que la voz se desvaneciera por el largo pasillo.

Suspiró y se vistió lo más decente que imaginaba. Un pantalón y polo negra. Peinó su cabello frente al espejo, definitivamente no tenía ganas de mostrar una sonrisa falsa pero aún así lo hizo. Cerró su puerta y bajó en silencio hasta llegar al penúltimo escalón. Escuchó una voz profunda y muy intimidante y sabía perfectamente de quien era, su padrino, como le decía su papá. La verdad era que Jason no era su padrino de verdad solo era que como su papá era muy lamebotas de él le dio ese "título" para dejarle saber que haría lo que fuera para entrar en su entorno. Quizo girarse y subir las escaleras pero pronto su madre lo había invitado desde la entrada de la sala.

-Dean, hijo ven saluda a Jason y a Phelicity- agregó con una sonrisa.

Desde que Sarah no estaba en sus vidas su madre ha tratado de cambiar, de tratarlo mejor, de tratar defenderlo frente a su padre pero eso a Dean no le importaba en lo más mínimo. Si en sus primeros años de vida no lo protegió porque ahora quería hacerlo. El pelirrojo solo lo veía, incluso, como una conveniencia. Si ella lo mantenía en un perfil bajo, su esposo no estaba de malhumor y eso era algo que le agradaba a Clara.

-¿Que tal niño?- saludó Jason con una sonrisa de todo menos sincera. -Ven salúdame- agregó

-Hola...- saludó con un intento de sonrisa.

Él sabía que su padre lo había puesto en bandeja de plata hacía esos dos alfas que sobresalían en la sala de estar. No era estúpido, sabía que su padre si tendría que regalarle su hijo con tal de un puesto en el gobierno, quien sabe para qué, lo haría sin pensarlo. De seguro necesitaba mucho más que su empresa multimillonaria.

Phelicity sonrió al escuchar la voz del más joven de todos, todo del chico parecía mujer y eso le encantaba. Cada persona en el mundo tenía sus gustos pues ella, al igual que su prometido, tenía los suyos. Los chicos con apariencia de mujer eran su debilidad y Dean reunía todas esas cualidades. Su mirada corrió lascivamente alrededor del cuerpo del chico. Estaba segura que a Jason le había encantado el niño desde que lo vio. Así que con la rápida mirada que este le había dado sabía lo que quería esa noche.

-Acompáñame...- pidió Jason mirando al chico mientras le indicaba que lo siguiera al despacho de Bernard.

El pelirrojo estaba confundido, no había cruzado muchas palabras con el alfa como para que este quiera verlo en otra habitación. Solos. Aunque no era estúpido solo era que no entendía. En silencio lo siguió hasta la puerta del despacho de su padre esperando que Jason abriera la puerta para así entrar y acabar de una vez y por todas.

-Tranquilo...- dijo con voz fuerte al ver el brinco que dio el pelirrojo al cerrar la puerta -no debes temer-

-¿Que desea?- susurró el chico frente al escritorio de su padre sin dejar de mirar al hombre que estaba al otro lado mirándole serio.

Dean no podía negar una cosa, Jason era un alfa que hacía dudar a un hombre de su masculinidad. El alfa era muy guapo, ese aire de misterioso, serio e imponente lo hacía ver como un buen prospecto. El pelirrojo vio como el alfa recorría su cabello en una coleta despeinada y no pudo evitar pensar cosas que no debía. No podía y no debía comparar pero Jason tenía algún parecido con su eterno amor. Su piel, su cuerpo, su cabello entre otras cosas que hacia recordar a su Asher.

-La mentira o la verdad...- sonrió de medio lado haciendo que el chico se comenzara a sentir un poco nervioso.

-La verdad- pidió Dean sentándose en la silla porque sus piernas estaban comenzando a traicionarlo.

-A ti...- dijo con una seguridad que tomó a Dean de sorpresa. -Simple y sencillamente a ti- agregó con una sonrisa reposando sus manos en el escritorio.

-Disculpa- dijo en tono de sorpresa sin dejar de ver como las venas se marcaban en sus antebrazos cuando ejercía presión recargando su cuerpo hacía al frente. Nuevamente Asher llegaba a su mente -Será mejor que se olvidé de eso, no estoy disponible- agregó levantándose para ir directo a la puerta.

Claro que no estaba disponible, ni hoy ni nunca. Aunque en ese momento veía todo lo hermoso de ese alfa, no estaba preparado para tener a alguien más en su vida. Su corazón no podía aguantar otra herida más. Era como si su corazón fuese un parcho roto y Dean estuviera con una pega de escuela tratando de unir esos pedazos. Dean estaba hecho pedazos y cada día trataba de pegar algo en su corazón que sabía que no podía pegar. Sabía que tendría que aprender a sobrevivir con el dolor de haber visto a su compañero y a su madre morir entre sus brazos.

_ + a = _       •Sam y Dean• #IO2Where stories live. Discover now