Capítulo 11

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Al anochecer, Gemini se paseaba por el pequeño apartamento, preguntándose si estaba cometiendo un error al quedarse con Fourth. Por lo que sabía, su presencia aquí era una amenaza aún mayor para él de lo que sería un baño de plomo.

Sintió el aire calmarse un instante antes de que Nut apareciera. Sus ojos impíos eran una sombra peculiarmente vibrante de verde y marrón.

-Lo tienes. -Era una constatación del hecho, como si pudiera sentir el amuleto.

Gemini lo sacó del bolsillo y lo sostuvo en la mano. Su tamaño no era más grande que el de un cuarto de dólar, parecía una pieza de turquesa verde con una delicada filigrana en plata a su alrededor. Parecía tan inofensivo. Era difícil imaginar este objeto derribando a un dios, pero por otro lado, la sal era una sustancia completamente inocua que tenía el suficiente poder como para rechazar a un ejército de demonios.

-Lo tengo.

Nut extendió la mano y esperó.

Gemini dejó caer el amuleto en la palma.

Inspirando profundamente, Nut cerró la mano y lo sostuvo con reverencia. Cuando abrió los ojos, eran rojo sangre.

-Gracias.

El brazalete de oro cayó abierto y golpeó el suelo a los pies de Gemini.

-¿Cómo lo hiciste?

Él se mofó:

-Como si fuera a explicarte la fuente de mis poderes a ti, demonio. Simplemente estate agradecido de haber realizado tu parte del trato.

Gemini podía sentir sus poderes creciendo con cada palabra que Nut decía. Esto era lo que necesitaba. Lo que debía tener.

Echando la cabeza hacia atrás, Gemini se rio. Por primera vez en siglos, se sentía como el dios que era. Y con aquellos poderes llegó la lucidez repentina.

-Conocías la ascendencia de Fourth...

Nut se encogió de hombros.

-Por supuesto que la conocía. ¿Con quién piensas que negoció su padre para protegerlo? Tomé su alma a cambio de ocultar sus poderes del resto del mundo.

Un temblor le bajó por la columna vertebral.

-Lo traicionaste al darle la ocasión de ser convertido.

Una pincelada de rojo veló los ojos de Nut cuando lo fulminó con la mirada.

-No traicioné nada. Se expuso él mismo. Al ser mordido, deshizo el trato de su padre. En su momento, lo informé sobre los inconvenientes de mi protección. Él nunca pensó que entraría en contacto con otros demonios.

Pobre bastardo. Debería haber sabido que su hijo encontraría el camino.

Sin embargo, no había sido a causa de Gemini, su secreto habría estado seguro para siempre. No tenía a nadie a quien culpar por la situación actual de Fourth, excepto a sí mismo, y se odiaba por su papel en la conversión.

-¿Qué hay de la madre? -le preguntó a Nut-. ¿También era un demonio?

-Era humana.

Esto lo desconcertó. Los humanos y los demonios rara vez se relacionaban, excepto en situaciones de combate, que casi siempre causaban la muerte del humano.

-¿Cómo es que terminaron juntos?

Nut puso el amuleto en su bolsillo.

-La madre de Fourth fue un desafortunado error. Palackas, el padre de Fourth, era un demonio atado que tropezó con ella una noche mientras llevaba a cabo un mandato para su amo. Una cosa condujo a la otra... Insertó la parte A en la ranura B, y se enamoró de ella, pero tal como era de esperar, su amo se negó a liberarlo. En lugar de acudir a mí, corrio tras la libertad para estar con ella. Su amo llamó a los sabuesos para perseguirlo y traerlo de vuelta, o matarlo. Lo buscaron durante años hasta que encontraron su olor aquí, en Nueva Orleans, porque la madre y el hermano de Fourth retuvieron el olor del padre, los encontraron y los mataron en su lugar por accidente.

14 GeminiFourthWo Geschichten leben. Entdecke jetzt