Capítulo 04

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Gemini tuvo que luchar consigo mismo para no lanzarse hacia la camarera que les traía la comida y arrebatársela de las manos. El aroma le llegó profundamente y literalmente le hizo doler por las ganas de probarlo. Lo único que quería era tirarse encima de la comida como un animal rabioso y le tomó todo el control que tenía no hacerlo. Pero lo que lo sorprendió más, que el hecho mismo de controlarse, era la razón por la cual le era tan importante el comportarse.

No iba a dejar que nadie lo humillara otra vez.

No eres más que un bastardo, rudo, incivilizado, desagradable. ¿Quién podría amar a una bestia? Las palabras de Becky sonaban fuertes y claras en su cabeza.

Fourth se sentó frente a él, comiendo con delicadeza, remilgadamente. Era obvio que los buenos modales habían sido inculcados en él y por alguna razón, que aún no podía comprender, no quería que lo juzgara como el resto del mundo lo había hecho y lo encontrara también un animal. Nunca le importó lo que alguien pensara de él.

Hasta ahora.

Como si Fourth pudiera escuchar sus pensamientos, se estiró por encima de la mesa y colocó una gentil mano en su brazo. Sobre las palabras que marcó en el.

—Sé que estás hambriento, Gemini. No tienes que preocuparte por tus modales conmigo, come.

Nada lo había tocado tan profundamente. Así como nadie nunca le había parecido más hermoso. La luz en su pelo, la forma en que sus ojos castaños destellaban con un espíritu interior que era intangible y electrificante. Lo desconcertó.

Lo había maltratado, pero Fourth lo había tomado, justo como él lo hizo en el tártaro. No importa lo que hicieran, no importa lo mucho que trataran de quebrarlo, se mantuvo de pie y fuerte en sus mejores ataques, al igual que Fourth. Sólo que su fuerza era innatamente buena, nunca buscó herir a nadie.

Ni siquiera a él.

Era la gentileza personificada.

Y por eso estaba más determinado que nunca a no rendirse ante su lado animal.

—Estoy bien —murmuró recogiendo sus cubiertos.

Fourth permaneció en silencio mientras observaba como la mano de Gemini temblaba visiblemente mientras comía su cordero. No había confundido su hambre o su necesidad de saciarla. Pero no estaba seguro por qué estaba luchando, cuando era tan obvio que quería abalanzarse sobre su comida. En su lugar él estaría despedazando y empujando puñados hacia su boca.

Pero Gemini no. Era como si quisiera probar algo. Como si necesitara comer con buenos modales por alguna razón que no podía ni empezar a comprender.

Sacudiendo su cabeza, trató de concentrarse en su propia comida. Algo que no era fácil dado el poder cautivante que Gemini tenía. Era persuasivo, la fuerza, el poder. Todo lo que quería era estirarse y tocar esos labios perfectos.

Era como ver a un hermoso animal acechando a su presa.

Pero la mejor parte fue cuando él trató de morder la concha de la ostra. La confusión juvenil de su rostro era totalmente encantadora.

Sofocando una risa, se levantó y caminó hasta su lado de la mesa

—No se muerde la concha de la ostra.

Le frunció el entrecejo.

—¿Cómo se comen entonces?

—Déjame mostrarte —Fourth cogió la ostra de su mano y cogió el pequeño tenedor del costado de su plato —Primero desprendes la carne, luego acercas la concha a tus labios y dejas que la carne resbale dentro de tu boca. Entonces lo pasas, pero no mastiques.

14 GeminiFourthWhere stories live. Discover now