Capítulo 02

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Ford palideció. No es que como fantasma tuviera mucho color, para empezar, pero cuando perdía el poco que poseía, lo asustaba.

Le dedicó una sonrisa falsa.

Parece que estaba equivocado con respecto a que los Daimons escogieran este lugar, ¿eh?

Fourth dio un paso atrás.

Sí, Ford, mala respuesta.

El Daimon se dio la vuelta hacia él y sonrió.

Qué apropiado. Obtenemos tres por el precio de uno, amigos. Parece que Apolo está de buen humor esta noche.

Mientras los Daimons se movían hacia Prom, Fourth sacó la pistola eléctrica del bolsillo y se precipitó hacia ellos. De ninguna manera permitiría que lastimaran al pobre fantasma.

—¡Alejaos de él!

El primer Daimon esquivó las descargas eléctricas que salían disparadas desde el arma y lo empujó hacia atrás. Antes de que pudiera contraatacar, se la quitó de la mano.

No te pongas celoso, cariño. Nos encargaremos de ti en un santiamén.

—¿Santiamén? —El maligno y burlón tono envió un escalofrío por su espina dorsal¿Qué clase de patético enclenque usa la palabra "santiamén"?.

Fourth se congeló ante una voz tan profunda que la oía resonar en sus huesos.

Desde la oscuridad se movió una sombra de tal magnitud, que lo hizo sentirse diminuto. Un instante después, el Daimon pasó volando sobre su cabeza para estrellarse contra la pared próxima a Ford. Se golpeó tan fuerte, que casi esperó a que se aplastara como un insecto. Y fue inmediatamente seguido por otro Daimon que aterrizó encima del primero.

Abre el portal el extrañó le gruñó al tercer Daimon, al que ahora sostenía en un puño.

No voy a abrir una mierda.

Respuesta incorrecta.

El Daimon se unió a los otros dos.

La sombra lo cubrio como una montaña. Siniestra. Enojada. Fría. Decidida.

Fourth le apuntó con la linterna y sintió que su aliento lo abandonaba en una repentina bocanada. Superaba fácilmente el metro ochenta de alto, su largo cabello negro se alborotaba alrededor de facciones tan perfectas como las de cualquier actor que hubiera visto alguna vez y sus ojos eran tan azules que parecían resplandecer en la oscuridad. Su mandíbula estaba contraída como si intentara contener su ira y estuviera fallando miserablemente. Tenía cada tendón de su cuerpo enervado como si se tratara de una bestia feroz al acecho. Era seducción y muerte.

Vestía solo un par de jeans y una camiseta negra, parecía inmune al frío. Sus hombros eran anchos, su cintura estrecha y había un aura a su alrededor que transmitía muerte. Sin miedo.

Sin misericordia.

Esos gélidos ojos azules penetraban con odio y advertencia. Y lo hacían estremecer.

—Ésta es la parte en la que necesitas correr, pequeño humano. No mires atrás.

Esas palabras lo enfurecieron al mismo nivel que parecía operar en él. Él no era ni incompetente, ni débil.

No soy pequeño.

Le dio un codazo en la garganta al Daimon que se dirigía hacia él antes de abatirlo en el suelo y darle un puntapié.

El recién llegado se mofó ante su demostración de poder.

Entonces, que la muerte te lleve.

14 GeminiFourthWhere stories live. Discover now