Capítulo 06

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Fourth saltó cuando el teléfono en su bolsillo sonó rompiendo el incómodo silencio entre ellos. Sacándolo del bolsillo, contestó para encontrarse a First al otro lado de la línea.

—Siento molestarte, Fourth. Pero ya que ha regresado mi esposo, nos preguntábamos si querrías que te devolviéramos el coche.

—Eso sería fabuloso. ¿Estás seguro de que no será demasiada molestia?

—En absoluto. Sólo dame la dirección y nosotros lo llevaremos allí.

—Oh, espera, tú no tienes las llaves de mi coche.

Él se rio por lo bajo.

—Confía en mí, no será un problema.

¿Cómo podía olvidar que estaba hablando con un semidiós?

—En ese caso, muchísimas gracias.

Aliviado de conseguir que le devolvieran su vehículo, Fourth le dio la dirección, después colgó. Finalmente algo iba bien. Eran casi diez horas después, pero más vale tarde que nunca.

Se incorporó en la cama.

—Supongo que tenemos que traer el colchón de la cama de Ford y colocarlo en el suelo para ti.

Gemini retrocedió para darle espacio para moverse alrededor del cuarto.

—¿Por qué lo harías?

—Para que tengas un lugar cómodo donde dormir esta noche.

Su ceño se hizo más profundo.

—No necesito un colchón.

¿Hablaba en serio? No había manera en que fuera a dejar que un hombre extraño durmiera en su cama, especialmente no uno que se viera tan bien como él. No confiaba en ninguno de los dos para mantener las manos en ellos mismos.

—No puedes dormir en el suelo. Hace frío.

Él arqueó una ceja ante su tono indignado.

—He estado durmiendo sobre tierra helada durante setecientos años. Por lo menos tus suelos están limpios y no hay nada corriendo sobre ellos que me muerdan mientras duermo.

Le dolió el corazón ante la descripción que le dio. Por su expresión, podía decir que no bromeaba ni exageraba.

—¿Qué hiciste para que te condenaran?

Él apartó la mirada.

Fourth se acercó a él lentamente de modo que pudiera mirarle y tocarle el brazo. Medio esperaba que maldijera y lo empujara.

No lo hizo.

Gemini no podía respirar cuando se quedó mirando fijamente en esos curiosos ojos avellana que quemaban su alma. Ese toque, combinado con esos ojos, lo debilitó.

Todo lo que quería hacer era tirar de él a sus brazos y sentir su suave consuelo.

Si sólo fuera tan sencillo. Pero no lo era. Sus heridas no podían ser aliviadas tan fácilmente. Demasiados siglos de abuso lo habían dejado vacío. Dejó escapar un profundo suspiro antes de responder su pregunta.

—Permití que alguien me utilizara.

—¿Te utilizara cómo?

¿Cómo podía él explicar lo de Becky a alguien que no tenía idea de una criatura tan maliciosa y fría? Había veces cuando ni siquiera él entendía la naturaleza de su complicada reacción.

—Ella me hizo adicta a sus emociones y usó esa adicción para controlarme. Pensé que la amaba y que tenía que hacer cualquier cosa para hacerla feliz.

14 GeminiFourthWhere stories live. Discover now