Capítulo 01

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Café Maspero
Nueva Orleáns
Febrero 2008

—¿Alguna vez has deseado poner la cabeza en una licuadora y encender el interruptor?

Fourth Nattawat frunció el ceño, seguidamente se rio de Tae Darvid, el médico forense de la parroquia de Nueva Orleáns, mientras tomaba asiento en la mesa de madera oscura, frente a él. Como siempre, Tae estaba impecablemente vestido llevaba una camisa blanca con botones en el cuello y pantalones negros flojos. Su piel era perfecta, un regalo de su herencia criolla. Con rasgos bien definidos, esculpidos, era extremadamente guapo y esos ojos oscuros nunca perdían un detalle.

Su atuendo impecable era un contraste agudo con los descoloridos vaqueros, el suéter azul marino y la mata alborotada de rizos marrón oscuro que nunca obedecían a ningún estilo que intentara darle Fourth. El único rasgo que considero remotamente interesante eran sus ojos color avellana que se volvían oro cada vez que les daba el sol.

Se limpió la boca con la servilleta.

—Honestamente... no puedo decir que lo haya deseado. Pero ha habido algunas otras cabezas a las que me gustaría hacerle eso. ¿Por qué?

Tae dejó caer una carpeta delante de él.

—¿Cuántos asesinos en series puede tener una ciudad?

—No estoy al tanto de esas estadísticas. Depende de la ciudad, supongo. ¿Estás diciéndome que tenemos otro aquí?

Tae desenvolvió sus cubiertos y colocó su servilleta sobre su regazo.

—No lo sé. Han llegado a mi oficina un par de extraños asesinatos en las últimas dos semanas. Aparentemente sin conexión.

Esas palabras estaban cargadas de significado.

—Pero...

—Pero tengo una sensación sobre esto y no es la clase de oh-mira-es-del-tipo-del-mundo-luminosamente-brillante.

Fourth tomó un sorbo de refresco antes de abrir el archivo y hacer una mueca con las grotescas fotos de la escena del crimen. Como siempre, eran sangrientas y detalladas.

—Me encantan los regalos que me traes para el almuerzo. Otros chicos consiguen diamantes. ¿Y yo? Consigo masacres, sangre y todo antes del mediodía. Gracias, Tae.

Se inclinó y le robó una patata frita francesa de su plato.

—No te preocupes, Fou. Te los compraré. Además, eres la única persona que conozco que puedo encontrarme en el almuerzo y con la que puedo hablar de trabajo. Todas las demás se ponen muy sensibles.

Alzó la vista.

—Sabes, no estoy seguro de que esto sea un verdadero cumplido.

—Confíe en mí, lo es. Si Tee alguna vez recupera la sensatez y me abandona, entonces eres el siguiente Sr. Darvid.

—Otra vez, no seas tan adulador con ninguno de nosotros. ¿Debería decirle a Tee lo qué su maridito piensa de él? —Le tomo el pelo.

—Por favor no lo hagas. Podría envenenar mi cush-cush... o peor aún, podría golpear mi culo-culo.

Fourth se rio de nuevo.

—No te preocupes, me aseguraría y lo llevaría ante la ley por ello.

—Estoy seguro de que lo harías. —Se detuvo para pedir un "bocadillo" de cangrejo y patatas fritas a la camarera. Fourth continuó mirando las fotos mientras él hablaba con la joven gótica que tomaba su pedido.

Si, estas imágenes eran bastante horripilantes. Pero claro, esta clase de fotos normalmente lo eran. Cómo odiaba ese mundo que estaba lleno de personas capaces de hacer cosas horribles a los demás. Lo que la gente puede hacerse unos a otros era bastante malo. Lo que los otros, los habitantes no humanos pueden hacer era completamente otra pesadilla. Literalmente.

14 GeminiFourthOù les histoires vivent. Découvrez maintenant