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Los días habían pasado y para la mala suerte de JiMin no había podido pasar ninguno junto a su amigo, ya extrañaba poder compartir alguna plática con él, pero simplemente aún no podían hacerlo.
En ciertas ocasiones pudo encontrarse a aquel chico pálido, pero al estar ocupado con la iglesia no podía nisiquiera ir a saludarlo, la familia Min nunca iba al templo y eso hacía que el ver a su amigo se hiciera más complicado, en verdad lo echaba de menos.

Soltó un pequeño suspiro mientras miraba sus propios zapatos, sus padres estaban aún dentro del templo mientras él los esperaba fuera de este, levantó su vista hacia la calle y una grande sonrisa se dibujo en sus gruesos labios al ver a la persona que caminaba tranquilamente en la acera del frente.
No tardó mucho en levantarse y cruzar la calle con sumo cuidado, debería de aprovechar esa ocasión.

-Hyung. -le llamo lo suficientemente fuerte como para que pudiera escucharlo, ya que parecía que el pelinegro estaba muy perdido en sus propios pensamientos.

El mayor tardó unos cuantos segundos en voltear, pero finalmente lo hizo, una de sus características y pequeñas sonrisas se llegó a dibujar en sus delgados labios al ver a la persona de la cual hacía unos cuantos días había perdido la comunicación.

-Hey mocoso. -dijo y camino un poco hasta estar frente al menor. -Me da mucho gusto verte otra vez.

-A mi también, he estado muy ocupado estos días y te he echado mucho de menos. -comento el castaño mientras llevaba una de sus manos hasta su nuca.

-¿En serio? Yo igual, me hacía falta ya hablar contigo.-en ese momento el menor no pudo evitar sentir un cálido sentimiento en su pecho, nunca antes había tenido un amigo así. Era la primera vez que alguien se sentía feliz de hablar con él y el poder saberlo le provocaba una gran emoción. -Bueno, y ¿qué haces aquí?

-Yo estos días he estado dando algunas platicas a niños dentro de la iglesia, recién acabo de terminar y ahora solo estaba esperando a que mis padres salieran para ir a casa.

-Ya veo. –sonrió. —Por cierto, iba a preguntarte algo. -murmuro el pelinegro mientras metía una de sus manos a su bolsillo. —Mis padres tenían pensando invitarlos a cenar hoy a nuestra casa, de hecho ellos me pidieron que si te veía te preguntará antes, ya sabes, solo para saber si pueden o no.

-Uhm, nosotros ya no tenemos nada más que hacer hoy, como te dije estaba esperando a que ellos salieran del templo para regresar a casa, así que creo que sí podemos ir.

-Me alegra mucho que sea así, nos veremos más tarde entonces.-el menor asintio suavemente manteniendo su sonrisa.

-Por cierto ¿A dónde vas ahora? -no se contuvo a preguntar.

-Voy a la iglesia. -una expresión de sorpresa se formó en el rostro del rubio al escuchar eso, ya que siempre creyó que la familia Min no frecuentaba tales lugares.

-¿Iglesia? ¿Y por qué no vienes a esta? Todos son muy amables aquí. -comento.

-No, me temo que este tipo de iglesias no son para mi. -el rostro del menor demostró aún más confusión, "este tipo", ¿Acaso era de otra religión? -Bueno, tengo que irme, nos vemos más tarde, JiMin. -se despidió llevando su manos hasta la cabellera del contrario y desacomodo un poco esta, solo así se fue, siguiendo el camino que estaba recorriendo anteriormente.

Se perdió por un largo momento en sus propios pensamientos, hasta que la voz de su padre llamándole hizo que volviera a la realidad.

-JiMin, es hora de irnos. -escucho del otro lado de la acera a lo que rápidamente volteo su vista y asintió para después cruzar la calle de nuevo. -¿Qué estabas haciendo allá? -pregunto el hombre mientras llevaba una de sus manos al hombro del menor.

𝔅𝔩𝔞𝔰𝔭𝔥𝔢𝔪𝔦𝔞 ;✝ 𝙺𝚘𝚘𝚔𝚖𝚒𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora