Bendición.

19 5 0
                                    


—Resultaste ser una decepción.

Escuchando sus palabras, las cuales no eran una sorpresa, me perdí en su mirada negra, en aquel abismo sin fondo que en este instante debían ser sus pensamientos, los cuales entretejían dentro de su cabeza, los peores insultos dirigidos a mi persona, todos aquellos que Ivany tenía minutos entonando disimulados en palabras diplomáticas y elegantes pero que en el fondo, me dilapidaban de cualquier manera.

Cadell, a mi derecha, no entonaba palabra. No tenía la menor intención de defenderme de sus acusaciones y del silencio de decepción que Thurr mantuviera desde su llegada, permitiendo que Ivany fuese la voz cantante y su vocera. Él se limitara a verme tal si no me reconociese y aquel era el peor castigo de todos. Había soportado su mirada en un principio, ahora a un buen rato de comenzada esta patética reunión, ya no lo conseguía, no me atrevía siquiera a mirar en su dirección.

—Sus acciones ponen de manifiesto lo que su alma alberga y sin duda, no nos representa. No quiero tener nada que ver con alguien que ha actuado de modo más vil con la criatura con la que se supone comparte un lazo único bendecido por sus dioses. Además estoy casi por completo convencida de que la utilizaste. Usted no siente nada por esa hembra, solamente intentó hacernos creer que le importaba. A usted no le importan los humanos y ninguna otra raza y si se movilizó conjuntamente con nosotros —espió en dirección a Thurr—, fue pura y exclusivamente para salvar a su gente y a su propio pellejo. Guardo la esperanza de que el resto de sus congéneres, nos apoyen y condonen su conducta, de otro modo, esta alianza quedará disuelta.

—La Señora se movilizaría con nosotros —me recordó Thurr con voz triste.

Mi cuello entumecido se quejó cuando giré la cabeza para verlo.

—Ella... —se esforzó por continuar y no lo logró.

—La Señora... ella no era de aquí y movilizarse con las fuerzas —empecé a argüir, Ivany me interrumpió al instante.

—Por supuesto que Charlotte era de aquí. Sin importar dónde naciera, quedó claro a la vista de todos nosotros, de su pueblo, que esta tierra la hizo suya y usted simplemente no tenía derecho alguno a regresarla a ese otro mundo, no en contra de su voluntad y sé que quedará demostrado que no fue su deseo partir. Recuperaremos a Charlotte y usted será juzgado por sus actos. Hemos presentado una queja formal ante al Concejo y contamos con el apoyo de varias casas mayores.

Acepté sus palabras con un parpadeo.

Ivany se puso de pie.

—Todavía no puedo creer lo que hiciera. Por poco y me convence de que la amaba.

Thurr bajó su mirada a sus manos callosas. Sus manos descansaban sobre la mesa, con los dedos entrelazados. Su pose era la de alguien que está de duelo, no solamente lo veía sino que además lo sentía. Podía imaginarlo no queriendo estar furioso conmigo y al mismo tiempo, triste y decepcionado por lo que le hiciera a Charlotte.

—Pues bien —me alcé sobre mis piernas, las cuales por poco y me fallan—; si estos son los términos, pues que así sea. Charlotte no regresará.

—¿Cómo puede hablar así, con tanta frialdad?

Ella no tenía idea, no era frialdad en lo absoluto.

—Charlotte, ella —la interrumpí moviéndome.

—No tenemos nada más que hablar —solté apartando mi silla al retroceder de espaldas.

—Has perdido la cabeza, Rygan —siseó Ivany en mi dirección—. ¿Acaso no eres consciente de que podrías perder tu trono?

—De lo que soy consciente es de que lo que sucediera con Charlotte, no es el asunto más urgente por discutir. Se supone que mañana llegaran los primeros informes sobre lo que sucede en el norte, lo que ha matado a una de sus furias y amenaza la vida de los centauros. Deberíamos estar preocupándonos por cómo haremos para detener eso, sea lo que sea.

Un reino desolado.Where stories live. Discover now