6. Hoy no puedo pero mañana si

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Nick se giro hacia el lado izquierdo, pensé que se iba a volver a recostar, pero no, mis palabras había causado efecto y se estaba sentando, con mucho esfuerzo.
- Bea, puedes poner la almohada en el cabecero de la cama.
- Claro
Coloque la almohada, pero Nick al sentarse, se quedó bastante lejos de ella. Me quede sorprendida, con ayuda de los brazos se fue echando para atrás, hasta llegar a la almohada.
- ¡Guau! ¿Cómo lo has hecho? - le dije
- Magia. Bea,... - se quedó callado y cabizbajo
- ¿Qué?
- ¿Estás enfada conmigo?
- ¡Qué! No, yo no puedo enfadarme contigo. Ven aquí y dame un abrazo. No sean tonto, y no te rayes.
- Ya has estado hablando con mi hermana, ¿verdad?
- No se te escapa una.
- No. Ya le vale.
- Ha hecho bien en hablar conmigo. Esta situación debería servir para unirnos y apoyarnos, en lugar de para separarnos y hacernos daño el uno al otro.
- Tienes razón. Yo te quiero muchísimo y se que tu me quieres aunque solo sea un poquito.
- ¿Qué, un poquito? Nicky, yo no te quiero un poquito. Te quiero muchísimo. Por eso me has notado rara estos días. He necesitado unos días para poner asimilar tus palabras. Si necesitas tiempo, yo voy a estar aquí, esperándote.
- Gracias. Se que me esperan unos meses duros, y que me van a fallar las fuerzas muchas veces. Pero si se que me esperas fuera, la recompensa por recuperarme será mayor y hará que merezca la pena más aun, todo el dolor y el esfuerzo.
- Te voy a echar tanto de menos, Nicky.
- Yo también a ti. A la que más. No es porque los demás, no los quiera o porque no estén todo el día a mi lado intentando animarme. Es simplemente por el hecho de que tú eras la única que consigue.
- Como no te voy a querer con las cosas que me dices. Estoy sorprendida, últimamente no eres tan tímido.
- Supongo que todo esto me ha servido para valorar más las cosas que tengo a mi alrededor.

Estuvimos un buen rato charlando, hasta que llegó su madre con la inyección en la mano y nos estropeo el momento romántico.
- ¡No! Pero si ya estoy recuperando la sensibilidad, ya no necesito más pinchazos.
- Está tarde viene Ángel a verte, si él te ve bien. Está será la última. ¿Ok? - le dijo su madre. Laura tenía una cara, que daba penita.
- Nick, mírame, - me puso carita de cachorrito desvalido - ven dame un abrazo. Se abrazó a mi con todas sus fuerzas. Así que le susurré en el oído - Nick, tienes que ser fuerte si quieres recuperarte.
- Lo sé
- Tienes que ponértela, lo sabes. Nick, tu madre lo está pasando peor que tu con todo esto. No se lo pongas más difícil. - le di un suave beso en la mejilla. - se fuerte Nick - y me separé de él
- Está bien, mama, ponérmela - dijo Nick - Bea, quédate conmigo. Por favor. Ahora, me duelen mucho.
- Aquí me quedó.

Nick se tumbó bocabajo con la ayuda de su madre colocando la almohada de lado, abrazándose a ella. Me extendió la mano para que se la cogiese. Así lo hice. Su madre me estaba mirando, la mire y vi un gesto de dolor en su cara. Ella bajo la mirada y comenzó a bajarle los pantalones del pijama. ¡Cómo tenía los cachetes, estaban llenos de cardenales! No me extraña que él pobre se quejara.
- Voy Nick. Ya sabes, relájate y te dolerá menos. ¿listo? - le dijo su madre
- Si
- Voy despacito. Tranquilo.
Pero no estaba tranquilo, estaba temblando, su mano temblaba. Y aunque no se quejaba, se le notaba que les estaba doliendo muchísimo. Había cerrado los ojos y respiraba entre cortado. Su madre me volvió a mirar, lo estaba pasando tan mal como él.
- Ya está. - dijo Laura
Le puso el algodón en el pinchazo y lo movía para esparcir el líquido. Dejó el algodón y le volvió a subir el pantalón.
- Quédate bocabajo. Vuelvo en seguida. - le volvió a decir
- ¿Te duele mucho? - le pregunté
- Si, es un dolor como si me estuvieran quemando.

Le di un suave beso en la mejilla, por si le servía de algo.
- Esta ha sido la última. - le dije
- Eso espero.

Llegó Laura con una bolsa de gel, que había sacado del congelador y se la colocó entre en pantalón y los bóxer.
- ¿Mejor así? - le preguntó su madre
- Si
Su madre se volvió a ir y nos dejo solos.
- Menos mal que estoy en casa, si me tuviera que poner las inyecciones en el hospital, sería horrible. Si me duelen poniéndomelas con todo el mimo y el cuidado del mundo, como será cuando te las pongan con prisas y sin preocuparse de si te hacen daño o no.
- Ves como si que tienes suerte. Además si estuvieras en el hospital, no me habrían dejado quedarme contigo.
- Eso también es verdad. Verás la semana que viene. Como me tengan que poner inyecciones en la clínica lo voy a pasar fatal.
- No pienses en eso ahora, Nicky. No adelantes acontecimientos, lo mismo no te tienen que poner ninguna.
- Ojalá, pero tienes razón, no me sirve de nada preocuparme.

Te esperaré al final del camino [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora