★» 26. Primer beso

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—Así que... ¿Te gustaron los chocolates que te regalé?

—Uh ¿Leíste mi mensaje? —el omega miraba a Chan con atención.

—Sí, por supuesto que sí —sonrió como tonto enamorado.

—¿Y entonces para qué lo preguntas?

—¡Innie! —exclamó en supuesto reproche, pero rápidamente se vio contagiado por la preciosa risita del castaño.

—No hagas ruido —susurró luego de calmarse—. La ancianita nos va a botar.

Chan asintió tal cual un pequeño cachorro.

—Eres cruel, omega —un pequeño puchero se formó en sus gruesos labios y el mencionado se ruborizó un poco al escuchar como lo había llamado, en cómo se comportaba tiernamente.

—Lo siento, Channie —se encogió de hombros, mostrándole una sonrisita de labios cerrados.

—Ya sé cómo puedo perdonarte.

—¿Qué? —arqueó una ceja, confundido—. No exageres, no fue para tanto —rio tímidamente.

—Heriste mis sentimientos, Innie —fingió tristeza, haciendo que el omega le creyera rápidamente.

—Oh, no —su voz era melódica y dulce.—. Perdóname, no fue mi intención —se inclinó más hacia él y posó una de sus níveas manos en el hombro adverso.

El rostro de Jeongin estaba peligrosamente cerca del alfa, haciendo que el aire se volviera cálido y mucho más ameno. Chan alzó la mirada con lentitud y lo observó, disfrutando de la maravillosa obra de arte que era el rostro de su omega.

—Hay una manera en la que pueda mejorar —susurró tranquilamente, casi rozando la naricita del castaño con la suya.

—¿C-cómo? —los sentidos del omega se tensaron, pero a la vez una tranquilidad profunda lo inundaba al saber que se trataba de su alfa, él lo sentía así.

—Un beso —ambos hicieron contacto visual.

Las mejillas de Jeongin no esperaron a nada para colorearse de un tono rosa muy adorable.

—¿Un... un beso? —murmuró entre cohibido y ansioso.

El alfa asintió, notando como Jeongin se acomodaba para ponerse frente a él, pero estando aún sentado en su respectiva silla.

—Sí, un pequeño beso —el aroma dulce del omega estaba mezclándose, creando una atmósfera preciosa y perfecta entre ambos.

Jeongin relamió sus finos labios bajo la atenta mirada del alfa. Imperceptibles segundos pasaron para cuando el rostro del omega fue acercándose hasta respirar suavemente sobre la mejilla contraria. Chan no se movió, esperando a lo que fuera hacer el castaño.

Un tibio toque se sintió en su piel, tan casto y profundo a la vez. Su lobo aulló, regocijándose ante la sensación de poder sentir a su omega de una manera tan pura.

El alfa sonrió apenado mientras lentamente retrocedía su cabeza para poder ver a Jeongin con fijeza. Ambos volvieron a hacer contacto visual, sus narices se rozaron con parsimonia y Chan supo que ya no podía soportarlo más. Tomó las manos del omega y lo haló hasta que se sentara en sus piernas.

Al principio, Jeongin lo miró con sorpresa y total timidez, pero luego bastó una sonrisa sincera del alfa para que supiera que podía atreverse a confiar. El peligris recorrió con la punta de su nariz la tersa piel de las mejillas contrarias, sus manos sujetaron la pequeña cintura de Jeongin y este simplemente cerró los ojos dejándose llevar por sus emociones.

Contacto suave entre ambas narices dio el inicio de algo mágico. Chan acercó su rostro acabando con la tortuosa distancia, sus respiraciones chocaban y eran cálidas. Un segundo más y sus esponjosos labios tocaron por primera vez los de alguien más, por primera vez se atrevió besar; siendo sumamente afortunado al saber que era a su pareja destinada a quien le entregaba una parte especial de él.

Jeongin se estremeció ante el suave tacto y soltó un suspiro al darse cuenta de que sus pequeños belfos encajaban tan bien con los de alfa. Se sujetó de la polera adversa y las sensaciones fueron indescriptibles ante aquel efímero y dulce beso. Las manos de Chan acunaron su rostro con ternura, pero el ósculo nunca dejó de ser casto y delicado. No había otras intenciones, solo eran dos jóvenes sintiéndose por primera vez de manera plena.

El beso se concluyó con un débil chasquido. Chan podía apreciar como el rostro de Jeongin había adquirido un tenue color carmín debido a la pena y el atrevimiento. Él solo pudo sonreír orgulloso, sentir los belfos de su omega iba más allá del concepto de la perfección.

El castaño alejó sus manos, las llevó a su propio regazo y miró hacia otro lado con neutralidad.

Rápidamente Chan se puso en alerta, no quería arruinar nada.

—¿Qué pasó? ¿N-no, no te gustó? —cuestionó con inseguridad.

—¿Qué? Por supuesto que no, es s-solo que me da vergüenza —mordió ligeramente su labio inferior mientras intentaba no sentirse como un tonto—. Ese fue mi p-primer beso.

El lobo del castaño apareció nuevamente, dichoso al escuchar que su omega había esperado por él.

—Hey —tomó con delicadeza el mentón del omega y ambos conectaron sus miradas—. Este también fue mi primer beso —sus dedos inevitablemente dieron caricias a las mejillas del omega—. Eres mi primer beso y serás todos los que me faltan en esta vida —sonrió levemente, viendo como Jeongin se removía y trataba de esconder su rostro con ambas manos. El alfa las apartó de inmediato y se aproximó a él dándole un corto y rápido beso, dejando al castaño totalmente quieto por su acción—. Y créeme, tus labios se volverán mi adicción favorita.

—¡Cha...! —su protesta se vio interrumpida por el peligris, quién no se detenía y lo besaba breve y castamente.

El alfa entrelazó sus manos con las contrarias y se encargó de mimarlo; besando dulcemente sus mejillas, su nariz de botoncito y al último sus rosados y brillantes labios. Chan no podría parar nunca.

 Chan no podría parar nunca

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El príncipe y el plebeyo ☘ ChanInWhere stories live. Discover now