𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚 ꒰ChanIn꒱
❝Y pues así, eran tan solo el príncipe y el plebeyo.❞
Chan era el alfa más codiciado de la universidad. Jeongin uno de los omegas que, al igual que los demás, suspiraban por él, deseando poder llamar su atención.
Será...
Hyunjin detuvo sus pasos, haciendo que el peligris hiciera lo mismo.
—¿Qué, pero por qué? —preguntó Hwang como si estuviera a punto de hacer un berrinche.
—¿No viste a esos omegas? —Chan hizo una mueca de desagrado—. Amo los deportes, pero amigo, me incomoda hacerlo aquí cuando ellos siempre están mirando mi cuerpo. ¿Tan necesitados están?
El pelinegro soltó una sonora carcajada.
—¡Hey! ¡No te burles!
—Lo siento, lo siento —fingió secar una lágrima de su rostro—. Pero no me estoy burlando de ti, solo es que me da risa lo que dices sobre ellos.
—Son así, solo digo la verdad.
—No generalices.
—Ah, da lo mismo —resopló—. Pero es realmente fastidioso que me miren como si fuera un pedazo de carne.
—Ellos tan solo quieren que le hagas unos cuantos cachorritos —bromeó Hwang, riéndose de su propio chiste.
El peligris lo empujó de una manera torpe y brusca, con diversión.
—Eso fue algo verdaderamente estúpido —se quejó.
—Solo digo la verdad —lo imitó con gracia.
Ambos empezaron a reír de sí mismos.
—¡Oppa~! —una aguda e irritante voz los silenció por completo.
—Maldita sea —murmuró por fin Chan, borrando todo toque de alegría en su rostro—. ¿Por qué siempre tienen que fastidiarme? —evitó soltar un gruñido.
—Yo la distraeré. Tú métete a la biblioteca, te traeré algo de comer después.
—¡Eres el mejor! —respondió rápidamente. Dio un último vistazo por sobre su hombro y luego se lanzó a correr lo más pronto posible.
La biblioteca no estaba tan lejos, y eso fue algo que Chan agradecía mentalmente.
Con un cansado suspiro, Bang logró adentrarse a aquel lugar tan ansiado. Sabía de sobra que se iba aburrir por completo, pero prefería aquello a estar soportando miradas y coqueteos sugestivos de omegas superficiales.
Saludó cortésmente a la adorable anciana. Ella le correspondió brevemente y le pidió el favor de que cuidara la biblioteca mientras se iba a almorzar por un breve lapso de tiempo.
El alfa solo asintió, no tenía problema alguno ya que después de todo estaría sin nada que poder hacer ahí.
—Gracias, jovencito —sonrió levemente—. No tardaré demasiado.
—Oh, no se apure mucho. Tiene todo el receso, así que tranquila. Yo no pienso salir de aquí hasta mi siguiente clase —el alfa se encogió de hombros restándole menuda importancia.
La anciana asintió y dedicándole una noble mirada fue que salió de la biblioteca. Chan llevó sus manos a los bolsillos de su pantalón y soltó un profundo suspiro. ¿Por qué nadie estaba ahí?
El alfa pensaba que tal vez era por la falta de gusto a la lectura en tiempos libres o quizás es debido a que todos estaban ocupados comiendo en la cafetería, sí, pensar en lo segundo era mucho mejor.
Por pura diversión, Chan decidió sentarse en la cómoda silla giratoria que usaba la bibliotecaria. O eso estuvo a punto de hacer hasta que aquel tan conocido aroma llegó a sus fosas nasales.
—No, no puede ser —bisbiseó por lo bajo.
Sin embargo y, a pesar de todas sus plegarias. Aquel precioso omega fue abriendo la puerta hasta estar unos metros dentro del lugar.
Jeongin estaba tan sumido en su agobiante lectura que no hizo caso a los llamados de su lobo desde que se encaminó hacia la biblioteca. Iba a dar unos cuantos pasos más, ya que su décimo capítulo había sido concluido, mas no hizo nada al remover su pequeña naricita y sentir de una buena vez el potente y cálido aroma de Chan muy cerca de él.
Menta y canela.
El omega alzó la mirada de su libro y sus ojitos se abrieron desmesuradamente, ahí estaba Bang Chan. En el mismo lugar que él y con nadie más alrededor. ¿Tanta podía ser la estúpida y cliché coincidencia?
El castaño ahora maldecía por lo bajo el haber ignorado a su lobo cuando este solo le daba señales insistentes de que estaba muy cerca de su posible alfa.
Ambos conectaron sus miradas por una milésima de segundo, tiempo corto y suficiente para hacer que los lobos de ambos jóvenes se removieran con ansiedad e impaciencia.
El omega al sentir la fija mirada de Chan sobre él, ladeó su rostro y empezó a odiar el que sus mejillas se ruborizaran. Antes le gustaba porque lo hacían sentir calentito y le daba un aspecto más colorido a su nívea piel. Pero ahora, ahora no quería que el alfa se diera cuenta de las sensaciones que podía causar sobre él.
Su cuerpo se tensó en cuanto Chan dio un ligero paso para acercarse. Relamió su labio inferior y se le ocurrió una gran idea que no podía ser desperdiciada.
Huir.
Jeongin no lo dudó y sosteniendo fuertemente su libro salió con rapidez de la biblioteca, no queriendo si quiera mirar atrás.
El peligris por su lado, soltó un grave y bajo gruñido. Tan solo quería hablar con él y quizás pedirle una disculpa por lo transcurrido el día de ayer.
Su lobo estaba desesperado por ir tras su omega y abrazarlo, tratar de calmarlo. Chan solo se contuvo, pensando a la vez si aquello sería bueno.
"Ahora enfócate en lo que tu lobo dictamine", recordó las palabras de su papá.
Y aquello fue lo último que pensó para luego sacudir su cabeza y volver a la realidad. Aquella realidad en la que tal vez no solo su lobo quería ir tras Jeongin.
Después de todo, debía darse una oportunidad. ¿Cierto?
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