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Lamento la demora, gracias por la paciencia. Espero les guste el capítulo. Sus comentarios y votos me animan mucho a continuar :') <3

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El gran y tan esperado viernes había llegado. El ambiente en la oficina se sentía tal como era previsto para el día que daba comienzo al fin de semana, y más con que habría celebración: relajado. Si se veía alrededor, la mayoría del personal lucían una sonrisa en su rostro e, incluso, sus ojeras parecían haber mejorado su tono a uno más humano.

Por supuesto, se dice "la mayoría" porque siempre había excepciones. Por ejemplo, estaba Miguel, que portaba su característica cara seria. Y, por otro lado, teníamos a Peter. Oh, el pobre tenía su cabellera enmarañada y sus lentes deslizándose cómicamente por su nariz. Dándole un aspecto más desaliñado.

Y no era de extrañar, pues la noche anterior apenas había logrado pegar un ojo. Su pequeña cría, conocida socialmente como Mayday, no había dejado de llorar.

Peter casi salió corriendo al hospital por no hallar qué hacer con la niña. La palabra clave fue "casi", ya que en vez de precipitarse, ahí lo tenían tocando la puerta de los Morales, para pedir socorro. Rio, quien era la matriarca de ese hogar, al abrir y verlo, solo le sonrió condescendiente. Casi divertida al notarlo con una bata afelpada rosa y tanto calcetines como zapatos de diferente par.

"¿Has revisado que todo esté en orden?" A lo que el castaño asintió con seguridad. Verificó que no fuera llanto por alimento o por un pañal sucio, o por dolor o fiebre... Ya no encontraba dónde podría estar el problema.

La mujer, con la experiencia que le conferían los años de ser madre y médico, tomó en brazos a la chiquilla, y liberó un poco de su aroma. El suave olor a lavanda y rosas picó en su nariz. Y aquello pareció calmar a su pequeño tesoro.

Peter por poco echó a llorar de alivio al ver a su bebé mejor. Pronto sintió como un Miles adormilado palmeaba su espalda con una sonrisita que le decía "está bien, no te preocupes".

―A veces los cachorros solo necesitan ser reconfortados, Peter ―Indicó la pelinegra con su típico acento―, claro que antes, como el responsable, debes procurar estar lo más tranquilo posible y luego soltar un poco de feromona ―Le explicó arrullando a la niña.― Puede ocurrir por separación o ansiedad ―Añadió al ver la mirada de confusión en el hombre.― Pero esta niña estará bien ―Le sonrió teniéndole a la bebé quien balbuceaba ahora risueña hacia Miles, que le estaba haciendo muecas.

Después de agradecerles y disculparse por interrumpirlos tan tarde en la noche, Peter durmió lo que restaba de la madrugada acompañado de una cálida maraña pelirroja picando sus costillas y usando su brazo como almohada.

Y ahí estaban los resultados, sus ojeras pedían a gritos descanso, además el castaño seguía preocupado por su pequeña, pese a que en la mañana ―antes de irse― la vio estar en brazos de su niñera como si nada hubiera sucedido, tan sonriente y babeante como una criatura de su edad lo sería.

A tráves del instinto → o'hara x parkerWhere stories live. Discover now