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ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀ (!) sᴇʀᴀ ᴜɴᴀ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀsᴇ, ᴄᴏɴ ᴛᴏᴅᴏ ʟᴏ ǫᴜᴇ ᴇʟʟᴏ ᴘᴜᴇᴅᴇ ᴄᴏɴʟʟᴇᴠᴀʀ. sɪɴ ᴇᴍʙᴀʀɢᴏ, ᴄᴀʙᴇ ᴀᴄʟᴀʀᴀʀ ǫᴜᴇ ᴄᴀᴅᴀ ᴀᴜᴛᴏʀ ᴘᴜᴇᴅᴇ ᴍᴏᴅɪғɪᴄᴀʀ ʟᴏ ǫᴜᴇ ǫᴜɪᴇʀᴀ ᴏ ᴄʀᴇᴀ ᴀ ᴄᴏɴᴠᴇɴɪᴇɴᴄɪᴀ ᴘᴀʀᴀ ʟᴀ ᴛʀᴀᴍᴀ. ᴇsᴀ ᴇs ʟᴀ ʙᴇʟʟᴇᴢᴀ ᴅᴇ ᴇsᴇ ɢᴇ́ɴᴇʀᴏ. ᴀsɪ́ ǫᴜᴇ sɪ sᴇ ǫᴜᴇᴅᴀɴ ᴀ ʟᴇᴇʀ, ʏᴀ ᴇsᴛᴀ́ɴ ᴀᴅᴠᴇʀᴛɪᴅᴏs, ǫᴜᴇ ᴀʟɢᴜɴᴀs ᴄᴏsᴀs ᴘᴜᴇᴅᴇɴ ᴠᴀʀɪᴀʀ, ᴅᴇ ᴀᴄᴜᴇʀᴅᴏ ᴀ ʟᴏ ǫᴜᴇ ᴅᴇ ʏ sᴇ ʟᴇ ᴏᴄᴜʀʀᴀ ᴀ ᴍɪ ɪᴍᴀɢɪɴᴀᴄɪᴏ́ɴ. ᴇɴ ᴄᴀsᴏ ᴅᴇ ᴄᴏɴᴛɪɴᴜᴀʀ ʟᴀ ʟᴇᴄᴛᴜʀᴀ, ʟᴀ ɢᴇʀᴇɴᴄɪᴀ ɴᴏ sᴇ ʜᴀᴄᴇ ᴄᴀʀɢᴏ ᴅᴇ ʀᴇᴄʟᴀᴍᴏs ᴘᴏsᴛᴇʀɪᴏʀᴇs. ʏ ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ sɪ ʟʟᴇɢᴀɴ ᴀ ǫᴜᴇᴅᴀʀsᴇ ᴀ ʟᴇᴇʀ, ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ/ᴏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ. sɪɢɴɪғɪᴄᴀ ᴍᴜᴄʜᴏ ᴘᴀʀᴀ ᴍɪ́ ᴇsᴇ ᴀᴘᴏʏᴏ :') ♡

La alarma del despertador resonó en la habitación

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La alarma del despertador resonó en la habitación. Un día más, pensó el pelinegro con pesar. Cada día que pasaba era una tortura. Aunque el cielo cambiara de colores, para él todo estaba gris. Incluso los sabores y los olores habían dejado de existir para Miguel.

Era como si sus emociones por sí mismas se hubieran entumecido. Es decir, ¿qué diferencia hacía? Si las personas que provocaban cualquier sentimiento en él ya no estaban. Ya no estaban, su pecho punzó dolorosamente ante la sola mención.

Y lo único que aún le constaba a él que seguía siendo un ser vivo era eso precisamente, el dolor.

Sin más, el pelioscuro se levantó.

La luz del sol colándose tímidamente por el espacio entre las cortinas, las cuales él terminó de abrir, dejando paso a una preciosa vista matinal de la ciudad saludándolo. En otro tiempo aquel sencillo paraje hubiera sido asombroso, su esposa lo hubiera abrazado por detrás con un "Buenos días" y una dulce sonrisa, y su hija hubiera entrado interrumpiendo, con el típico bullicio infantil y un cantarín "ya estoy aquí".

Un olor agrio se hizo presente. Y un gruñido quejumbroso rebotó de su garganta.

-Demonios -soltó antes de dar media vuelta y dirigirse a tomar una ducha.

Como alfa dominante sus feromonas dejaban bastante en claro sus propios sentimientos y a veces -muchas- aquello resultaba un total fastidio. Ya que sólo era un recordatorio de su miseria.

"Reacción al duelo y depresión", así lo había diagnosticado su terapeuta después del entierro de su familia. Claro que Miguel O'Hara, un aclamado genetista de una compañía igual de importante como Alchemax, no podía padecer de t al cosa. Se negó a creerlo en principio, sin embargo, quizás el hecho que cada mañana que pasaba le suponía más que un reto levantarse o mucho más el tener que arreglarse para seguir con su vida como si nada hubiera pasado, como si su esposa e hija no hubieran muerto, como si nunca hubieran existido. Como si la unión entre alfa y omega no doliera como el infierno, casi sangrante al verse cortada tan abruptamente por el destino, lo que hacía que el alfa de Miguel reaccionara de manera violenta, buscando a su pareja y, al ser dominante, soltando feromonas en cantidades sofocantes al punto de ser insoportables incluso para los alfas a su alrededor, le obligó a creer en lo que decía su médico y, por ende, a tomar ese tratamiento, que lo único que conseguía era estar en una monótona -falsa- tranquilidad.

A tráves del instinto → o'hara x parkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora