30. De lo que estoy hecho.

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Sintió que su mundo se vino abajo de pronto. El mundo de arcoriris, las gafas color rosa en las que su realidad se hallaba sumergida en estos últimos meses, la relación perfecta y su mejor amigo amándolo y diciéndole lo mucho que lo quería todo el tiempo.

Alguien más opinaría que incluso se le bajó la presión y que el mareo era  real, tan real como el haber dado dos pasos en la cabina de radio y haberlo visto a él.

A él.

¿Por qué él?

Su corazón dolió. Cuanto dolió. Fue como si alguien hubiera jugado la más cruel de las pasadas y hubiera decidido arruinarle la vida ese día. Como si alguien se hubiese cansado de que Min YoonGi fuera feliz por una vez  y que el hastío se reuniera para arrancar de raíz y sin preámbulos, la vida que estuvo construyendo para sí.

NamJoon lo sintió,  lo notó al instante y YoonGi tuvo que poner una mano en la pared, apoyándose un poco para sostenerse y evitar que sus rodillas lo tiraran al suelo.

Habían varias personas ahí, la DJ, el locutor y al parecer, algunos  técnicos o algo trabajando en una de las máquinas, sin percatarse aun de su existencia.

El entrevistador se acercó,  con un sonrisa grande sin percatarse del conflicto que vivía uno de sus invitados. NamJoon lo rodeó,  parándose justo al frente, bloqueando la vista al interior del lugar  y alzando su rostro hacia él, haciendo que lo mirara. Por unos segundos, sólo fueron YoonGi y NamJoon.

Por supuesto que el menor no sabía qué estaba pasando, pero la extrema  palidez de YoonGi, el sudor frío y su cuerpo temblando no podían pasar desapercibidos para el menor, ya acostumbrado tanto a él y a saber cuando algo no calzadaba.

- Hola, chicos, un gusto conocerlos - habló el locutor desde atrás de NamJoon, obviamente esperando que se dieran la vuelta y lo miraran.

YoonGi no podía ni hablar, sentía las lágrimas calientes  a punto de escapársele y recorrerle el rostro. NamJoon lo miraba preocupado, acariciando con cuidado su rostro y frunciendo el ceño, sin saber qué pasaba o qué hacer.

- B-Baño - dijo YoonGi y fue como si de una orden se tratase, NamJoon lo abrazó con fuerza y lo sacó del lugar, gritándole al locutor que lo sentía y que pronto iban a estar de vuelta.

El mayor no supo mucho después de eso, no se dio cuenta de cómo llegaron al baño de la radio o si alguien más los había visto. Todo fue un borrón, un borrón confuso hasta que estuvo en el baño y se apoyó contra el lavado. No había nadie más y vio a NamJoon cerrar la puerta principal con seguro.

- Amor, ¿qué tienes? - preguntó Nam, con una voz tan suave y dulce que hizo que pasara, que todo se rompiera.

Fue como una presa, como un peso aplastándole el pecho y las lágrimas eran infinitas, pero él aún no se oía llorar.  No fue hasta que el primer sollozo escapó de su boca, que se dio cuenta de que era real. Que él estaba ahí mismo. Él. El hombre que lo hirió hace tantos años, el mismo hombre que lo hizo darse cuenta de que el mundo está podrido y que los humanos son cada vez peores.

Lloró con fuerza, como no lloraba desde hace tanto, como si la vida se le fuera a cuentagotas y no hubiera cura que pudiera salvarlo.

La herida más escondida de todas, el secreto más oscuro y el dolor más grande.

Min YoonGi se sentía de nuevo un chiquillo tonto e inocente, tirado en un sucio callejón en alguna calle de la inmundicia de Daegu.  La tonta Daegu, la sucia Daegu... ¿o era él quien lo estaba?

Esta vez no pudo evitarlo, lo que guardó en un cajón con llave en su mente durante tantos años. Nunca nadie lo supo y nunca nadie debía saberlo, ese hombre de ahí, ese animal de ahí merecía morir de la forma más horrible y aún así, sabía que nunca iba a tener el gusto de verlo arrepentirse por lo que había hecho.

Insulin by Mink (NamGi)Where stories live. Discover now