Capítulo 22

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La historia del refugio del eco es la misma que Darren me contó, creo que es en lo único que no me mintió. A lo largo de nuestro camino, él alimentó mi historia y simplemente me siguió el juego con el tema de la princesa maldita y todo eso, Heath también lo hizo.

Tengo un bonito vestido burdeos colgado en el armario esperando que sea la hora para ponérmelo. He dado clase con Alistar y ahora, una chica de nariz puntiaguda y pelo azul está peinándome.

—¿Cómo te has puesto el pelo azul? —Le pregunto.

—Con una planta.

—Ah.

No he salido de aquí aún, pero Alistar me ha dicho que tendré que hacerlo pronto para conocer la zona. Tengo que cumplir deberes como futura reina, es decir, me tienen que conocer y me da pavor salir del castillo porque soy una humana en un mundo lleno de criaturas que me odian.

—Tienes el pelo muy bonito —me dice.

—Mi pelo es un asco —hago una mueca.

—Bueno, un poco sí —se ríe—, pero es porque no te echas los productos necesarios. Mañana los tendrás aquí y te enseñaré a usarlos.

—Gracias —le sonrío.

Llevo una trenza como diadema y ella ha dejado varios mechones ondulados sueltos. Mis labios están pintados del mismo color de mi vestido y mis ojos están delineados de negro. Jamás me había maquillado, al parecer aquí se estila bastante porque Luna, la chica de pelo azul, tiene un maquillaje más extravagante que el mío.

—Estaré a tu disposición cuando quieras. Todo lo que necesites y que esté en mi mano, me lo puedes pedir. Un dulce de chocolate de la cocina, un peinado, que llame a la costurera... —me sonríe— Incluso un poco de hidromiel —me guiña un ojo.

—Es bueno saberlo —me río— Soy Sophie, no me he presentado antes.

—Sé quién eres, todo el mundo está hablando de ti —sonríe y me mira a través del espejo— Te ayudaré a vestirte.

—¿Y hablan mal o bien de mí?

Ella coge el vestido y yo me quito la bata de seda negra que he encontrado hoy en mi armario.

—Bueno, hay muchas opiniones, pero estoy segura que hoy deslumbrarás.

—Me colgarán en la plaza de la ciudad —murmuro mientras ella me pone el vestido con cuidado.

Suelta una sonora carcajada y me alegro que esté tan feliz porque yo estoy aterrada. Mi estómago lleva dando vueltas desde que fui consciente que hoy era el baile y no he pegado ojo en toda la noche, por lo que Luna ha tenido que hacer magia con mis ojeras.

—Todo irá bien, no somos tan malos como os hacen pensar en Prinnecia —me sube la cremallera del vestido— Estás lista.

Me giro para mirarme al espejo y la Sophie que me devuelve la mirada no soy yo, al menos nunca la había visto.

El suave y sedoso tejido se adapta a mi cuerpo perfectamente. Mi piel blanca hace que el burdeo intenso resalte. Lo que destaca del vestido son  atrevidas aberturas estratégicamente ubicadas. En el abdomen, justo debajo del pecho, se abre una rendija en forma de V, revelando una sugerente pare de mi abdomen.

A ambos costados del vestido, desde la cintura hasta el borde inferior, se encuentran dos audaces aberturas verticales, que se abren sutilmente permitiendo que mis piernas se muestren en todo su esplendor, creando un juego seductor en el movimiento cada vez que camino.

El vestido cae en cascada hasta el suelo y sus mangas se estrechan en mis brazos con elegancia.

—¿No crees que es muy...?

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