capítulo veinticuatro

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JungKook dormía profundamente, finalmente habiéndose desmayado en el abotonamiento de JiMin mientras este se suavizaba, y después de casi una hora de verlo dormir, JiMin estaba muerto de hambre.

Cuidadosamente se zafó del agarre y se puso un pantalón deportivo de JungKook. Eran un tanto corto para él, pero no iba a volver a ponerse su ropa ensangrentada. Después escogió una camiseta azul que le quedaba bastante bien. Comprobó que JungKook siguiera durmiendo antes de abrir la puerta de su habitación. Había agua, fruta y un paquete de galletas, pero tenía ganas de algo más. El olor a algo picante y caliente emanaba desde abajo, así que lo siguió a la cocina.

Zephyr estaba sobre los hombros de Rosen mientras este removía una gran olla en la estufa.

—Ey —dijo JiMin, jalando su camiseta hacia abajo con la esperanza de no verse ridículo—. ¿Eso es para nosotros?

—Sí —dijo Rosen, sonriendo por encima del hombro—. Fui a la carnicería y a la cremería cuando empezaron los gritos y para cuando volví, la casa ya no estaba temblando. —Le dio un guiño—. Admito que no esperaba que tuvieras tal habilidad, pero por lo que oí, JungKook no tendrá ninguna queja.

JiMin se sentó en la mesa cuando Rosen le sirvió un tazón.

—Para ser justos, no hice nada especial. Sólo fue intenso. Juntos así durante un celo, por primera vez.

Una triste sonrisa se dibujó en los labios de Rosen. —No voy a negar que esa parte de la relación alfa-omega, parece hermosa. Pero en cuanto al resto, bueno, escuchar a JungKook antes de que llegaras, acabó con cualquier envidia que quedara en mí desde la última vez que lo acompañé durante un celo. No gracias. Prefiero seguir siendo beta. Claro que sin hijos y sin un compañero de cuento de hadas, pero con la libertad de elegir a quien amar y echarme al plato. —Frunció el ceño al mirar a JiMin.

—¿Qué?

—Ven aquí. Sé de algo que te ayudará con eso. —Tiró de JiMin hacia los armarios y abrió uno para revelar un conjunto desordenado de linimentos y pomadas. Se estremeció por dentro—. A ver. —Luego untó con cuidado una crema calmante sobre las irritaciones en su barbilla y rostro—. Esa barba raspa mucho. Debes hacer que se afeite.

JiMin se sintió sonrojar, pero no dijo nada. No había manera de que hiciera que JungKook se afeitara. Le gustaba su vello corporal y amaba el roce de su barba. —La piel de mi cara se endurecerá.

—Tal vez. Y luego tú podrás dejarte crecer la barba. —Rosen señaló a su propia cara—. Te servirá como amortiguador.

JiMin se encogió de hombros y se volvió a sentar en la mesa. Comió de la sopa y se armó de valor para preguntar: —¿Has sabido de Yosef?

Rosen se sentó frente a él. Zephyr maulló y se bajó de su hombro hasta acomodarse en su regazo. A JiMin le dio un poco de celos, le vendría bien algo de consuelo por parte de Zephyr, pero supuso que Rosen había estado más tiempo en su vida, y que merecía su lealtad.

—Llamó —dijo Rosen, estirándose para tomar la mano de JiMin—. La noticia es buena pero cautelosa. Xan estaba allí donándole sangre para cuando Yosef llegó. La fiebre de tu papá se estabilizó, no había entrado en estado séptico, y dejó de sangrar. —Apretó su mano.

—¿Entonces, cuál es el problema?

—Todavía está muy mal. Urho piensa que su útero está infectado. Y es peligroso.

JiMin dejó caer la cuchara, retiró su mano del agarre de Rosen, y se levantó.

—¿Cuánto tiempo durará JungKook dormido? ¿Podría ir a casa y volver a tiempo?

𝘀𝗹𝗼𝘄 𝗵𝗲𝗮𝘁  ᡴꪫ‎ jikookWhere stories live. Discover now