Epílogo<3

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—Mamá, dejame conducir tu camioneta— sonreí de lado.

—Cris, amor, ya hablamos de esto, solo tienes 3 años, no debes conducir mi camioneta— el cruzó sus brazos, mientras miraba por la ventana en su asientico de bebé —Cuando seas mayor, conducirás tu camioneta propia— el cambió de expresión de enojo, a felicidad.

Cris cogió un fuerte resfriado, así que lo llevo al doctor para ver como van sus resultados, para ver si ha mejorado. Espero que sí, no me gusta que esté así de mal, bueno ¿A que madre le gusta que su hijo sufra? Todos sabemos la respuesta.

Llegamos al hospital, el muy valiente con una sonrisa en su rostro, demostrando que no le tiene miedo a nada y que es capaz de vencer el resfriado como un buen súper héroe.

—Iremos ahí dentro— comencé a hablar, señalando una de las salas —Y le patearás el trasero a ese resfriado— el soltó una risita mientras se tapaba la cara nervioso. El doctor nos dijo un montón de cosas raras, entre ellas que ya había mejorado pero que debía seguir tomando de sus medicamentos para alejarlo del todo. Cris no protestó ni un segundo, al parecer andaba muy dispuesto. Cuando salimos de la sala, ambos nos encontramos con Yan Yildiz. Con un traje de doctor, que le hacía lucir el doble de sexy, una de sus manos, dentro de su bolsillo, mientras tanto con la otra tenía agarrado su móvil y comenzó a marcar un número. De momento, mi celular comenzó a sonar en mi mano, por lo qué el se acercó a mí con una sonrisa. A pesar de ya ser incluso adulta, me puse nerviosa por su presencia. Cris, saltó a él para abrazarlo, ya que Yan visita casi todos los días la mansión, por los negocios y Cris le cogió algo de cariño —Yan...—

—Hola, Emel, pequeño Cris— hizo una corta sonrisa, esa sonrisa que amo desde que tengo uso de razón, que siempre fue lo que más me llamó la atención ya que era simplemente perfecta —Te quería invitar a salir— no podía creerme lo que él andaba diciendo, era simplemente un sueño. Y estaba segura que no es parte de mi esquizofrenia, porque desde hace un año, he seguido con mis citas con la psiquiatra y según ella, ya he derrotado esa mala enfermedad —¿Quieres venir?— no sabía como responderle, pero estaba más que claro mi respuesta.

—Eh...¡Claro! Solo dejame dejar a Cris en la mansión, y nos vemos—

—Me parece bien— asintió, Cris y yo corrimos hacia la camioneta, para poder dejarlo en casa, y así contactar con Yan para encontrarnos.

Estaba más que feliz con esa noticia. Que me invitara a salir era más que un sueño.

—Mamá—

—¿Mmm?—

—Espero que te vaya bien—

—¿En qué amor?— le pregunté con una corta sonrisita.

—En tu cita— soltó una risita nervioso, lo cual me causó bastante ternura. Llegamos a casa y le conté a mamá que tendría una cita con Yan, lo cual ella se puso de lo más que contenta. Ella y mi tía Gulten se ofrecieron a cuidar al pequeño Cris en mi ausencia.

Miré mi closet, tenía millones de tipos de ropa ahí dentro, cada una de ellas distintas. Me puse a buscar, una bonita, cómoda y que supiera que a el le iba a gustar.

Busqué entre los tantos vestidos que tenía ahí colocados, fijé mi vista en uno de ellos, ni tan largo, ni tan corto, de un color azul celeste hermoso, y recordé aquella vez que me había puesto uno parecido, a Osman le encantó.

—Prepárate peque, te voy a llevar a un lugar especial— yo asentí, el salió de la cabaña y me esperó afuera hasta que terminara, cuando salí, al parecer se quedó encantado, llevaba un vestido apretado de azul celeste.

—Ya estoy lista—

—Me encanta como te queda ese color—

—Me gusta que te guste—

Una joven Mafiosa. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora