Cupido

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– ¿Qué hago si me gusta tu hermano?

...

Emil se quedó de piedra. No sabía qué contestar. Él nunca tuvo sentimientos hacia alguien.

– Pues... Lo primero de todo no le tires indirectas. Tú en vez de tirar indirectas tirarás directas – manifestó el islandés.

Después de una charla de unos veinticinco minutos, quedaron en que Mathias tenía que esperar y acercarse más al noruego. Y no tirar indirectas para no fastidiar todo. Que el de cabello plateado intentaría preguntarle a Lukas cómo se sentía acerca de su ruidoso compañero, pero que tardaría un poco. Obviamente el danés haría lo contrario pero ya no sería culpa de Emil, sino de él.

Mathias salió de la habitación y dejó al islandés estudiar.

––––––––––

Emil, Leon, Mei y Soo llegaron al instituto. Era el primer día de diciembre y justo ese día empezaban sus exámenes de diciembre.

– ¿Habéis estudiado? – preguntó Mei. La pregunta era para Emil y Leon más que para Soo, ya que este es un año menor. 

– No mucho, pero aprobar, apruebo – respondió Leon. – ¿Y tú, Emi?

– Me he empollado todo – el islandés hizo una pausa. – Y no me llames Emi.

– ¿Por qué? Es un nombre kawaii – Emil se sonrojó de sobremanera.

– Anda, vamos a entrar ya-daze – intervino Soo. 

El grupo entró y le deseó suerte al menor, quien se fue por otro lado. Leon, Mei y Emil entraron y se sentaron en sus respectivos sitios. El profesor vino y les dio una hora y media para hacer el examen. A  nuestro protagonista islandés le salió bastante bien.

Cuando llegó la hora del recreo y el grupo se reunió completo estuvieron hablando de todos los exámenes que tenían antes de dos semanas de vacaciones de Navidad. Luego quedaron para el viernes. 

––––––––––

Un viernes, tres de diciembre por la tarde-noche el joven Emil Steilsson de tan solo diecisiete años esperaba en la puerta de su casa a sus amigos asiáticos. Cuando estos aparecieron, el islandés bajó y se reencontró con ellos. No tomaron un taxi, ya que tenían muy cerca el restaurante al que iban a ir.

Cenaron mientras hablaban del estrés de los exámenes y sobre los padres que priorizan la escuela antes de la salud mental de sus hijos. 

– No. Si tienes poca autoestima, tu rendimiento en la escuela será menor. Obviamente es más importante la salud mental – manifestó Emil.

– Sí, pero si no vas al infierno escolar te expulsan porque creen que te saltas las clases – replicó Mei.

– Pero si tus padres justifican que no vas a venir no pasa nada – debatió el islandés.

– ¿Y qué pones en el motivo? ¿Mi hijo no va al instituto porque tiene la autoestima por los suelos? – añadió Leon

– Pues supongo. En Islandia te daban vacaciones cuando te encontrabas mal.

– ¡Qué morro! – gritaron los tres asiáticos a coro.

Salieron del restaurante. Hacía más frío de lo que Emil se esperaba. Este iba en manga corta y estaba tiritando.

Hey  Emi, ¿Tienes frío? – dijo Leon quitándose la sudadera.

– ¿No lo ves? – tiritó el islandés.

El hongkonés le dio su sudadera a Emil. La sudadera hecha de poliéster -obviamente- olía a Leon. El de cabello plateado se la puso.

– Oye, pues te queda mejor a ti – dijo Leon.

El trabajo de Biología // HongIceDove le storie prendono vita. Scoprilo ora