• Seis •

7.9K 356 8
                                    


Alex.

La semana pasó más rápido de lo que me gustaría admitir; los niños parecían más emocionados cuanto más cerca estábamos de llegar a la competencia de natación, había estado esforzándose más de lo que yo hubiera esperado, incluso la hermanita menor de James pasó a ser la mejor en los relevos, parecía que entre todos había establecido su propia especie de hermandad que me preocupaba el momento en el que tuvieran que separarse.

Por otro lado las clases de arte eran un poco más de lo mismo, pues al pintar y esculpir no se necesita mucho en un niño, simplemente lo hacen, por lo que ser profesora se estaba quedando rezagado en comparación a otras cosas.

Me levanto el sábado por la mañana, toda la semana se había estado hablando de la competición organizada para este preciso fin de semana, en la que debíamos pasar bastante tiempo en el bosque, por lo que me centro en resignarme por el momento y preparar todas las cosas que necesitaba durante los dos días.

Meto dentro de una mochila un par de botellas de agua potable, comida empaquetada, también una linterna, un botiquín de primeros auxilios que encontré en el baño (con suerte James no lo habrá visto y no intentará tomarlo antes que yo) y cosas necesarias de higiene personal. La competencia de supervivencia nunca es fácil.

Según yo entendí (y espero que sea así) por la mañana debemos encontrar la bandera referente a nuestro grupo, en mi caso y de los enanos: el verde, pero otra cabaña evitará que nos la llevemos, algo así como captura la bandera. Cada niño cargara consigo diez bombas de pintura. Nuestro grupo tendrá que esconder la bandera amarilla: La cabaña de la mujer pelirroja extraña.

Y para terminar, tengo que compartir tienda de campaña con el compañero con quien comparto baño, lo cual me pone un poco nerviosa, puesto que no hemos hablado mucho y en definitiva no quiero que me recuerde que lo abracé, aunque haya dicho que había sido inteligente creo que en realidad lo herí de cierta forma, además creo que Thomas ayuda a que no lo vea. A duras penas salgo de mi habitación y por consiguiente de la cabaña rumbo a la de los niños, seguro que ellos estarán más emocionados que yo.

Entro a la cabaña de las niñas y rápidamente el ambiente (y hasta mi actitud) cambia radicalmente, pues en ella encuentro a los ocho con mochilas al hombro y todo listo, corriendo por todos lados, jugando, haciendo bromas y algunos hasta bailando juntos; ser niños es mucho más sencillo, por lo que por un momento me agrada extrañar su edad; cuando me miran les dedico una sonrisa con ganas y les indico que comiencen a caminar hacia el muelle, ya que ahí partiríamos

Ann agita las manos mientras incita a los demás a correr detrás de ella mientras todos me dejaban atrás, con los parpados medio cerrados consigo caminar detrás de los niños para evitar la pena de perderlos en el bosque. Cuando llegamos al muelle, Jeremy nos entrega unas cuantas indicaciones para llegar a la zona de camping, asumo que había tropas rezagadas y por ello no habíamos podido partir en conjunto, por lo que me encojo de hombros y nuevamente lidero la excursión entre un trayecto de ramitas y piedras pequeñas.

Al llegar a la zona donde nos quedaremos los niños comenzaron a armar la tienda y desempacar lo que habían traído, mientras tanto, voy a buscar a James con la intención de que me ayude a armar la tienda, no solo porque nunca he armado una, sino porque en serio quiero verle. Unos minutos después, encuentro a Mason, el hermano de Ann, armando una tienda, así que me acerco a preguntarle, pues él forma parte de la tropa de Henman.

–¿Mason, has visto a James? –se queda mirándome un par de segundos y señala un árbol a la izquierda, agradecí con la cabeza y este hizo lo mismo.

–Alguien tiene que ayudarme a poner la tienda – canturreo con el gran saco en las manos, haciendo que James se gire hacia mí sobre sus talones.

Con todo y tu orgullo®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora