Capítulo tres.

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El bosque de pandora recibió a Astorya con hermosos colores y plantas

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El bosque de pandora recibió a Astorya con hermosos colores y plantas. Ella amaba cada parte del bosque, disfrutaba estar sola para poder contemplar con tranquilidad lo que Eywa le mostraba. La gran madre maravillándola con su naturaleza. Cada día descubría algo nuevo, ya sea una planta, animal o ruido. Los momentos donde más paz conseguía, eran aquellos donde se rodeaba de la naturaleza viva, adhiriéndose a su piel, complaciendo sus necesidades de tranquilidad.

Su brazo ya no dolía gracias a los cuidados de Mo'at y Kiri, quienes estuvieron pendientes a ella y le prohibieron utilizar su arco hasta estar completamente sana. Su padre se encontraba más estricto, no obstante, conocía el amor de su hija por su entorno, por lo que permitió que saliera sola al bosque para poder encontrar unos minutos de paz. Y aunque Lo'ak se había ofrecido a acompañarla, Tsu'tey se negó rotundamente a su propuesta. Queriendo que el chico Sully mantenga la mayor distancia posible de su hija, aún si no fuera por mucho, pues ambos eran muy buenos amigos y él no podría destruir aquella amistad sin resultar su hija herida. De todos modos, le hacía saber con frecuencia que Lo'ak no era de su total agrado. Siempre que se encontraba con él acababan en alguna situación peligrosa.

Pero a Astorya le gustaba pasar tiempo con sus amigos, en especial con el rebelde hijo de los Sully.

Comenzó a correr entre la maleza bioluminiscente, tocando las plantas de su al rededor, como una niña pequeña que descubre por primera vez la belleza de Eywa. Se permitió cerrar los ojos y concentrarse únicamente en el sonido de su entorno.

Su oreja derecha se movió cuando escuchó un ruido desconocido, alertando a sus instintos. Fingió no haberse dado cuenta y en un rápido movimiento se escondió detrás de un árbol. En sus manos había una roca que impactaría en la cabeza del responsable de aquel ruido. Ella conocía las pisadas de los criaturas, y sabía que era un Na'vi el que estaba por ahí acechándola. Disminuyendo el sonido de su respiración caminó hasta otro árbol. Antes de poder atacar, observó el Ikran de Neteyam a unos metros, y su cuerpo se relajó. Tiró la roca y salió de su escondite para rodar los ojos. No podía creer hasta que puntos de sobreprotección era capaz de llegar su padre.

—Neteyam, ya puedes salir —anunció de brazos cruzados.

Cuando lo vio salir de entre unos árboles le gruñó, éste alzó las manos y caminó hasta ella con las orejas inclinadas hacia atrás. Se suponía que debía cuidarla desde las lejanías, pero al verla correr pensó que huía de alguien. Cuando ya quiso devolverse fue demasiado tarde.

—Dile a mi padre que puedo estar bien por mi cuenta —reprochó la Rongloa.

Confundido, Neteyam negó con la cabeza.

—No me envió tu padre —declaró. Y la idea de que Neteyam haya ido por su cuenta le sacó una pequeña sonrisa que logró disimular. Más los fuertes latidos de su corazón la delatarían si él pusiera una mano sobre su pecho.

—No tienes que cuidarme, entonces. —Habló mientras se giraba a ver una de las plantas. Parte de ella quería preguntarle como es que había conseguido seguirla, cuando ella había sido bastante cuidadosa. Aquel era uno de los lugares que solo ella conocía, al que recurría cuando necesitaba estar a solas.

INEFABLE    𖣂    neteyam sully (EN CORRECCIÓN)Where stories live. Discover now