CAPÍTULO 35

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Luego de fantasear en mi cabeza por un rato que para mí fue pequeño, sentí que estacionó el auto y miré a través de la ventanilla. No veía nada fuera de lo normal. Calles y negocios de comida callejera y gente transitando por las calles.

No supe cuándo se bajó, pero de pronto su figura ya estaba fuera del auto, del lado de mi puerta para abrirla y ayudarme a bajar.

-Gracias- le sonreí, pero aun así no sabía dónde estaba ni a dónde me llevaría.

Oí cuando cerró la puerta, entre tanto yo buscaba y rebuscaba algún lugar especial al que pudo hacer referencia Eunwoo, pero no había nada.

-Ven- me tomó de la mano y me hizo estremecer. Me guio por todo el largo de la calle, hasta que al doblar la esquina, pude percatarme del ruido y las luces de la feria que se establecía al lado del río.

Abrí la boca de asombro, jamás había estado en una feria y mucho menos en una asiática.

-¿Te gusta?- me preguntó, mirándome atentamente, con esa bonita sonrisa en sus labios.

-Estoy emocionada- admití, observando todos y cada uno de los detalles de la feria mientras nos acercábamos a ella.

-Liv me comentó que cuando eran pequeñas jugaban a la feria en su cuarto. Ella ya ha venido aquí, pero sé que tú no, así que, espero disfrutes de esto.

¡Liv! La mano se me congeló y me obligué a soltar la de Eunwoo. No debía olvidarme de Liv.

-Que lindo eres Eunwoo- le miré, sus ojos resplandecían con el montón de lucecitas de colores de los puestos y carpas de la feria.

Me sonrió, desarmándome por completo y casi haciendo estallar mi corazón.

Nos metimos a la feria en donde un montón de niños que jalaban de las manos a sus padres para hacerlos caminar más rápido y así alcanzar subir a los juegos.

-Y... ¿qué quieres hacer primero?- me preguntó, con las manos en los bolsillos de su pantalón.

-Mmm... ¿hay carritos chocones?

Él rió y me tomó del brazo para guiarme hasta ellos.

Cada uno nos subimos en un auto, mientras que perseguíamos al otro para chocarlo, si es que no nos chocaba primero algún otro carrito y las risas no se dejaban de oír.

Cuando bajamos, mis cabellos estaban más despeinados de lo normal, mientras que los de Eunwoo seguían intactos y perfectamente acomodados en su cabeza, pero traerlo corto para él era una ventaja.

-Eso fue divertido- dijo-. Ahora, ¿a dónde quieres ir?

-Te toca decidir a ti- le pegué cariñosamente en el hombro y reí.

Él rió junto conmigo y luego miró alrededor y al final detuvo su mirada en un punto por arriba de mi cabeza.

-¡Subamos ahí!- señaló.

Me giré para ver que cual era la atracción que él decía y mi vista se elevó tan alto que instantáneamente se me produjo una inquietud desagradable en el estómago al contemplar la altura del juego.

-No- fue lo primero que salió de mi boca. Una negación rotunda ante la propuesta de Eunwoo.

-Ay, vamos. No es tan malo- su intentó por animarme resultó todo lo contrario.

-¿Tan?- dije, repitiendo la palabra con sarcasmo- No, no, no, ni loca me subo a eso- me di la vuelta, para intentar escapar, pero él me detuvo tomándome por ambos brazos, de frente.

-Pues llámame loco porque yo si me subiré. Es sólo una montaña rusa, _________.

-Una montaña rusa del tamaño del Everest- traté de deshacerme de sus manos.

-No seas exagerada- rió y me tomó con más fuerza para encaminarme hasta el tenebroso juego.

Lo cierto es que le tenía un pavor enorme a las atracciones mecánicas, la adrenalina no era lo que más me caracterizaba y jamás en mis años de vida había montado uno. Esta vez no tenía que ser la excepción, pero Eunwoo insistía y así era más difícil hacerle caso a mi razón.

No sé como me hizo llegar hasta la fila que esperaba ansiosa por subir y me percaté de ello hasta que los estrepitosos gritos de las personas abordo me llegaban desde lo alto.

-Estás loco si piensas que me voy a subir a eso- farfullé, intentando huir por tercera vez.

-Ya te dije que si estoy y te subirás conmigo- no sabía porque la última palabra me había gustado demasiado, pero antes de que lograra salir de entre la gente que hacía fila, Eunwoo me agarró de la muñeca, me atrajo hacía él y me abrazo fuertemente, haciendo añicos mi fuerza de voluntad por supuesto, imposible mi escape.

Me quedé quieta y me le quedé mirando, a esa distancia tan pequeña, su belleza era inconcebible.

-Por favor, súbete conmigo- pidió, con la voz más aterciopelada y dulce que jamás haya oído-. No voy a dejarte ir hasta que me digas que si.

De pronto, olvidé como hablar y sólo asentí. Me percaté del latido tan estrepitoso de mi corazón que golpeaba contra mi pecho y también contra el suyo, que estaba pegado al mío, entonces el rubor corrió por mis mejillas ya que él no me soltaba aunque ya había aceptado.

-Genial- me sonrió-. Gracias.

¡Liv, Liv, Liv, Liv! La voz en mi cabeza gritaba aturdida. No debía olvidarme de Liv. Me obligué a sacar voz de mi garganta.

-Ya te dije que si, ya suéltame- musité, ruborizada.

-No, si te suelto tal vez intentarías escapar de nuevo, así que hasta que no estemos arriba, difícilmente te creeré- me apretujó más a su cuerpo, casi no podía respirar, pero tampoco quería hacerlo si eso significaba dejar mi bella prisión.

Me sonrió antes de mirar de nuevo el temible juego y estando ahí en sus brazos, su delicioso perfume llegaba con intensidad hasta mis fosas nasales, inundando todo el aire a mí alrededor y produciéndome un confort en el estómago, transportándome a un mágico paraíso. -

-¡Genial! Seguimos nosotros- me dijo, mientras me hacía avanzar detrás de las personas que emocionadas montaban los asientos para dos de la montaña rusa. El estómago se me revolvió.

-Eunwoo...- la voz me tembló, insegura.

-Tranquila, si quieres yo te protejo- me sonrió y sus brazos se tensaron a mi cuerpo. Me hizo sentar en el cuarto asiento y él se sentó a mi lado, luego sus brazos se volvieron a enrollar en mi cuerpo ya que me había soltado unos segundos para poder acomodarse en el asiento continuo.

-No estoy muy segura de...

-Ya estás arriba, así que no hay retorno- me interrumpió.

Nos hicieron ponernos el tubo de seguridad y el estómago se me encogió nerviosismo. El tubo metálico no llegaba hasta mi abdomen.

-No hay peligro de que uno se salga, ¿verdad?- pregunté.

Eunwoo miró que el tubo no me llegaba y rió.

-No, pero dicen que siempre hay una primera vez- rió cínico.

-¡¿QUÉ?!

-Es broma- se carcajeó-. Tranquila, ¿si?

Entonces el carrito se empezó a mover por lo que formaba el camino de aquella montaña.

Quise correr, sólo tuve las ganas de hacerlo, pero como si Eunwoo me hubiese adivinado el pensamiento, sus brazos se tensaron a mi alrededor, tiernos y protectores.

‧₊˚𝑴𝒂𝒏𝒖𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐‧₊˚ || Cha Eunwoo || ADAPTADA Where stories live. Discover now