CAPÍTULO 18

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-¿Por qué no fuiste?- pregunté. Se encogió de hombros.

-No se me antoja el helado, además estoy lleno- dijo.

-Ya somos dos. Nos sentamos en una de las bancas, sintiendo como el aire movía mis cabellos.

-¿De qué hablaban Jung y tú?- preguntó, como quien no quiere la cosa. Me solté a reír.

-Ya recordé que eres curioso- musité.

-Que bueno que lo sabes, así que dime ahora- quiso sonreír.

-No, no te voy a decir, eso es entre Jung y yo- no sabía por qué, pero la fierecilla se sentía demasiado bien provocando "celos" en Eunwoo, o al menos creyendo que lo hacía.

-Me voy a enterar, ya verás- amenazó y luego sonrió.

-Ya veremos- reí.

-¿Quieres un algodón de azúcar?- preguntó.

-¿Intentas sobornarme con algodón de azúcar?- el rió.

-¿Puedo?

-Lo siento, no- negué con la cabeza, divertida.

-Bueno, entonces te lo invito, ¿quieres?- le miré, entrecerrando los ojos.

-Sin mañas- alzó las manos.

-Está bien.

Nos paramos y nos dirigimos al pequeño puesto de algodones.

-¿De qué color lo quieres?- me preguntó.

-Azul. Me sonrió y luego se dirigió hacía el señor de los algodones.

- palansaeg somsatang du gae juseyo- dijo con ese acento coreano ferozmente irresistible.

-eung- dijo el señor y se dio la vuelta, para formar el algodón, uno en forma de nube y otro en forma de corazón, nos los entregó. Yo le agradecí con una sonrisa, Eunwoo le pagó.

-geudeul-i mandeuneun aleumdaun keopeul- dijo él, cuando le devolvió el cambio a Eunwoo y luego me sonrió. Eunwoo rió y guardo el cambio en el bolsillo trasero de su jean.

-gamsahabnida- musitó Eunwoo. Me sentí tonta, definitivamente tenía que aprender coreano. Cuando nos dimos la vuelta me mordí el labio inferior, indecisa de preguntarle a Eunwoo qué le había dicho el señor.

-¿Está rico?- me preguntó él, con esa sonrisa burlona en su rostro.

-¿Eh? Sí

-Ni siquiera lo has probado- observó y luego comenzó a reír. Que torpe.

-Ah, si, cierto- reí, sintiéndome de verdad tonta-. Oye, ¿qué fue lo que dijo el señor cuando te dio el cambio?- pregunté tratando de no verme curiosa. Él rió.

-¿Por qué quieres saber?

-Es bueno recopilar palabras en coreano para aprenderlo- que excusa tan tonta. Rió por lo bajo.

-Bueno, te digo si me dices lo de Jung- negoció.

-Olvídalo- me negué.

-Eres terca- rió.

-Sí y tú muy curioso. Así que olvídalo.

-Está bien. Ye veremos quién sede primero- especuló, divertido.

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No llevaba la cuenta de los días en el calendario, pero ya eran más de dos semanas las que habían pasado desde que yo había llegado a Seúl y con ello, la amistad crecía por varios caminos.

Sanha se había vuelto una persona muy comprensible y amable conmigo, incluso cuando lo invité a salir yo se mostró emocionado y dispuesto; ahora nos veíamos para tomar un café cada vez que queríamos o si no, simplemente nos poníamos a platicar en el pasillo antes de entrar a nuestros respectivos departamentos. Había descubierto además que tenía un espíritu de poeta.

Con Jung era distinto, había muchísima confianza, debido a que yo era la única persona que había descubierto su secreto y ahora, contarnos cosas era parte de una plática casual entre ambos, era bastante atento y siempre me preguntaba por Liv. Cuando salíamos a pasear, nunca nos faltaba de qué hablar y al final del día terminábamos contándonos pequeños secretos.

Jenn era otra de las personas con las que había logrado una bellísima amistad en menos de una semana, su simplicidad y simpatía habían sido fundamentales para ello. Era muy animada y siempre me contara lo que me contara me sacaba una sonrisa. Además de que yo tomé por costumbre ir al negocio de su familia a revelar mis fotografías, tenía apenas dieciocho años, pero su mente era tan madura que parecía incluso mayor que yo.

Eunwoo, ese era un caso muy distinto a todos, él se había vuelto un gran amigo, el tiempo que compartíamos juntos era mucho más grande que el de cualquier otro, debido a que cada noche a las siete tocaba el timbre y pasábamos una hora riendo, hablando y a veces jugábamos con el UNO que Liv conservaba. Sí, la amistad entre él y yo crecía cada vez más, pero junto a ello, crecía también una extraña emoción cuando le veía, una extraña sensación cálida en mi estómago y un entusiasmo palpable al oír el timbre sonar cada noche, pero sólo hasta que llegaba Liv, porque luego, la fierecilla se apoderaba de mí y podía sentirla en mi fuero interno perfectamente disgustada, ella quería más tiempo con Eunwoo. Todo aquello comenzó a darme cierto temor, estaba experimentando sensaciones bastante extrañas, al menos las denominaba así porque no tenían que pertenecerle al novio de mi mejor amiga.

Miré el reloj en forma de gato que pendía de la pared cercana a la cocina, eran las 4:30pm. Tomé mi morral y me dirigí al estudio de fotografías de los Park, para que Jenn me ayudara con las fotos, como siempre. Al salir, me encontré con Sanha quien al instante me regaló una bonita sonrisa.

-¿Vas a algún lado?- me preguntó.

-Sí, al laboratorio de fotografía de los Park.

-Oh, ¿quieres que te acompañe?- se ofreció.

-Si quieres, a mi me encantaría.

Así salimos hasta allá. Sanha era muy inteligente y la verdad es que bastante apuesto también. Liv me había mencionado varias veces que era muy obvio que yo le atraía a Sanha, sin embargo, era como si mis ojos hubieran quedado cegados por un meteoro y ya no pudieran ver las estrellas. En este caso, Eunwoo era el meteoro y Sanha la estrella.

‧₊˚𝑴𝒂𝒏𝒖𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐‧₊˚ || Cha Eunwoo || ADAPTADA Where stories live. Discover now