CAPÍTULO 21

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ZACK.

Desciendo a paso firme por las escaleras que me conducen al calabozo.

La penumbra reina en todo el trayecto, el olor a humedad y suciedad se mezclan y se hace cada vez más intenso; sin embargo, eso no impide que mis pensamientos me taladren la cabeza.

Uno en particular es el que hace más ruido sobre todos los demás.

No puede salir de mi mente la idea de que iban por Alexa, pero al no encontrarla, decidieron no regresar con las manos vacías y se llevaron al menor de los Smith.

Sé lo que planean, si ella es el objetivo, lo usarán a él como carnada.

Cómo si no supiera yo de esas mierdas.

Tengo la ligera sospecha de que el atacante no sabe que los Smith tienen lazos conmigo, y de ser así, resultará muy beneficioso.

No les voy a dar la oportunidad de que lleguen hasta ella, voy hacerlos pedazos y no lo notarán hasta que sientan la primera tajada.

Llego al final de la escalera, encontrándome de frente con los dos hombres que custodian las puertas de metal pesado que dan paso a las celdas.

Ambos me dedican una inclinación de cabeza y abren las puertas para que pueda pasar.

Me adentro al lugar que, en su mayoría se mantiene en la penumbra, a excepción de los tenues halos de luces que se encuentran dispersas por todo el subterráneo.

En el camino puedo notar algunos que otros sujetos que se mantienen acurrucados en los rincones de algunas celdas, la mayoría levantan el rostro ante el sonido de mis pasos, unos pocos se atreven a golpear los barrotes en un intento por llamar mi atención, y otros ya ni siquiera dan señales de vida.

Hago una nota mental de deshacerme de todos los que ya no me sirven, pues sólo ocupan oxígeno y espacio en mi sótano.

Sigo el recorrido hasta llegar al último pasillo. Desde aquí puedo ver la figura que se encuentra de pie frente a una de las celdas que están al final.

El pelirrojo gira su rostro en mi dirección y sonríe en complicidad cuando me ve caminar hacia él. Tiene una mano en el bolsillo de sus jeans y la otra la lleva a su boca, quitando el cigarrillo que tiene entre los labios y expulsando el humo que sale de ellos.

—¿Este es tu conejillo de indias? —cuestiono cuando ya estoy a su lado, señalando al sujeto que está dentro de la celda respirando con dificultad, agonizando. Tiene la cara destrozada a causa de los cortes que le ha hecho, no tiene una oreja así como también le hace falta un par de dedos en ambas manos que ahora se notan amoratadas, al parecer ya se ha infectado su herida.

—Era —recalca—.  En ese estado ya no soportaría un juego más, en unas horas se estará quemando en el infierno.

Mis labios se curvan en una sonrisa ante lo retorcido que sonaría su comentario para otras personas.

Carter tuvo una vida difícil y desde pequeño se vio obligado a enfrentarse a las atrocidades de esta humanidad, por eso su mente funciona de manera diferente, ese ha sido el resultado de todo.

El mundo ahora tiene que lidiar con el monstruo que él mismo creó.

—¿Tienen lo que pedí?
Se gira a mirarme con su típica sonrisa de suficiencia.

—Me parece que quieres confundirme con Michael. —alega, burlón.

La seriedad se apodera de mi rostro ante sus palabras.

—Últimamente las fallas se están haciendo costumbre en este clan.
Se me revuelven las entrañas de sólo recordarlo.

Carter me mira fijamente como si intentara desenvolver el más oscuro de los misterios.

FUISTE TÚ © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora