4. Estancia en el hospital

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Su madre pasó dentro de nuevo, y yo me quedé allí sola en el pasillo. Me recorrí la planta tantas veces que me la aprendí de memoria. Sabía donde estaba cada despacho, cada servicio, cada zona de "juego". Nunca me había planteado qué había en los hospitales para las largas estancias. Tenían desde una sala con juegos para niños pequeños, a una pequeña biblioteca. Le eché un vistazo, y encontré libros de lectura, y libros de medicina. Uno de ellos, hablaba sobre la parálisis, pero no me dio tiempo a cogerlo, ya que oí la voz de mis hermanos por el pasillo.

Intenté poner buena cara, para que no notaran mi dolor.
- Hola chicos, ¿Cómo esta Nick? - les pregunté
- ¿Dónde te has metido? - pregunto César
- Dando una vuelta.
Por la cara de César tuve la sensación de que no sabían que Nick no quería verle.
- ¿Por qué no has pasado? - volvió a preguntar - Pensaba que tendrías muchas ganas de verle, pero ya veo que estaba equivocado. Bea, no te entiendo... - me dijo César enfadado
- No ha sido cosa mía. César, no quiere que le vea en ese estado. Quiere que espere hasta que esté mejor.
Intenté decirlo lo más suave posible.
- ¿Quién te ha dicho eso? - dijo Luis
- Su madre.
- No puedo creerlo. Pero ¿Qué diablos le pasa?
- Bea, ¿Qué le dijiste después del accidente? - dijo César
- Nada, yo,..., no lo sé No hago nada más que darle vueltas y no entiendo que puede haber hecho mal. Sólo le dije, que contara conmigo para lo fuese.
- No lo entiendo, si ayer estuviste hablando con él. - dijo César
- Y además tú ya le has visto después del accidente. - añadió Luis
- Chicos vamos dejarlo, no le deis más vueltas, ya se le pasará. - les contesté
No quería hablar mucho del tema, ya era suficientemente doloroso para mí. Sabía de sobra que esto no era algo pasajero, cuando a Nick se mete algo en la cabeza es imposible convencerlo de lo contrario, pero... que podía hacer, tampoco podía ponerle a mis hermanos en su contra.

Cogimos el autobús de vuelta a casa, casi no hablamos nada en el viaje. No tardamos mucho en llegar, el hospital estaba muy cerca de nuestra casa. Mama nos esperaba impaciente.
- ¿Cómo esta Nick? - Todos me miraron pero ninguno se atrevía a contestar.
- Está un poco deprimido, pero es normal. - le contesté yo.
- ¿Y físicamente como está? - Me volvía a mirar mi madre. Como quería que lo supiera. Me encogí de hombros.
- No ha querido verla. - dijo Luis, con un tono de enfado en su voz.
- Luis, sabes de sobra que él no ha dicho eso.
- Y que diferencia hay. Es lo mismo, que más da decir que no quiere verte o que no quiere que lo veas así. El caso es que no te ha dejado pasar y punto.
Me sentía fatal, no me podía ni imaginar lo mal que lo estaría pasando para no querer que pasara a verle. Quería ayudarle, pero la única forma que me quedaba de hacerlo era convencer a Luis y César de que le ayudaran. No podía entender que estuvieran tan dolidos, al fin y al cabo a la que no quería ver era a mí.
- Luis, puedes imaginarte lo mal que estará cuando no quiere que Bea pase a verle. Estoy segura que tiene un buen motivo para hacerlo. - dijo mi madre, menos mal que alguien estaba de mi parte.
- Dale tiempo, Luis. Ponte en su situación. ¿Cómo estarías si todo a tú alrededor se desmoronara? - Añadí yo
- Vale, yo entiendo que este mal, pero no puedo entender por qué a la única persona que no quiere ver seas precisamente tú, cuando siempre estás ayudándole.
Esas palabras, se me clavaron directamente en el corazón a fuego.
- Luis, déjalo ya. - le dijo César y algo más que no pude oír, por lo bajito.
- Bea, ven un momento a ayudarme a la cocina. - dijo mi madre.
La acompañe hasta la cocina. No en realidad no quería que le ayudara solo quería hablar conmigo a solas.
- ¿Estás bien?
- Lo superaré. No puedo permitir que Luis se enfade con él y se niegue a ir a verle. Nick les necesita.
- ¿Y tú?
- Yo... yo no estoy en una cama sin poderme mover.
- Nick te quiere mucho, tarde o temprano cambiará de opinión.
- Lo sé, solo espero que tenga las fuerzas suficientes durante el tiempo necesario.
- Las tendrás, y si te fallan avísame.
- Gracias.
- De nada.

Si tengo que ser sincera no sé por qué fui al día siguiente al hospital, sabía de sobra que Nick no habría cambiado de opinión, pero necesitaba darle una oportunidad. Cuando llegué a la puerta de la habitación deje entrar a todos y luego llamé a la madre de Nick.
- ¿Ha cambiado de opinión? - le dije
- Me temo que no. He intentado convencerle, pero se ha negado en banda a escucharme. Cada vez que escucha tú nombre se pone a llorar y no me cuenta el motivo. Lo siento muchísimo.
- No se preocupe, me lo imaginaba. ¿Cómo se encuentra hoy? ¿Se sabe algo nuevo?
- Está igual que ayer. Mañana le van a hacer algunas pruebas.
- Espero que tengáis suerte.
- ¡Dios te oiga! - me disponía a irme para que pudiera volver dentro cuando. - Bea, no hemos tenido oportunidad de hablar después del accidente. - Ven conmigo.
La acompañe hasta la sala de enfermeras, estaba vacía. Era una sala pequeñita alargada de color melocotón, donde había una mesa grande con sillas, y al otro un par de sofás, también había un par de tablones con horarios y notas y una pizarra blanca de las que se pintan con rotuladores. En una de las mesas laterales había una cafetera e infusiones varias. Nos sentamos en uno de los sofás.
- Bea, te apetece tomar algo. Una infusión, o un cola cao.
- Si, una manzanilla.
Echo agua caliente en una taza y ella se puso otra, les echo un sobrecito con las hierbas y se sentó a mi lado en el sofá.
- ¿Cómo estás? Tuviste que asustarte mucho.
- Si, un poco. Cuando me dijo que no podía mover las piernas,... quise morirme.
- Me ha contado la médico de emergencias, que fuiste muy valiente y que conseguiste mantener la calma.
- Si, no se como fui capaz. Cuando vi que Nick estaba apunto de echarse a llorar, supe que no podía permitirme perder el control.
- Eso es lo más difícil del mundo, ver a la persona que quieres en esa situación. Yo que tengo experiencia a veces me faltan las fuerzas.
- A mi me resulto muy fácil, y no me preguntes porque. Porque no lo sé. Fue peor cuando mi padre no me dejó pasar con él a urgencias, en ese momento reaccione y me di cuenta de todo.
- Estabas en shock.
- Si supongo, - Laura permaneció callada durante un instante.
- Bea, intento entender porque mi hijo no quiere que pases a verle. ¿Paso algo antes del accidente? ¿Discutisteis o algo?
- No, la verdad es que no sé que le pasa. Todo el mundo me lo pregunta, pero conscientemente no le dije nada que pudiera molestarle. Lo estábamos pasando tan bien.
- Puedo preguntarte porque estabais los dos solos. ¿Hay algo que no nos hayáis contado?
Había tardado mucho en hacerme esa pregunta.
- Si lo que quieres saber es si estamos juntos, la respuesta es no. Creo que fue una encerrona de mis hermanos. Nick y yo dijimos de ir a ver esa película, César y Silvia fueron a comprar las entradas, y lo siguiente que supe es el resto se fue a ver otra.
- ¿No paso nada?
- No, no paso nada, solo vimos la peli. Fue todo acto para menores.
- Mira que sois. Con la buena pareja que hacéis.
- Ya, parece que su hijo no opina lo mismo.
- No, le tengas en cuenta esto. Mi hijo te quiere un montón. Yo creo que esta asustado. Creo que tiene miedo de que le rechaces si se queda paralítico.
- No creo que sea eso.
- ¿Cómo lo sabes?
- Solamente lo sé.
- ¿Que crees que le pasa?
- Creo que no quiere hacerme daño. Lo que más daño le haría en este momento, sería verme llorar. - Justo lo que estaba haciendo en ese momento.
- En eso llevas razón, Nick, no ha querido escucharme cuando le he dicho que te estaba haciendo daño al no dejarte pasar. Bea, mi hijo te quiere muchísimo.
- Lo sé.
- Venga no llores. Cuando todo esto se estabilice, Nick te buscará.
- No lo tengo muy claro. Nick es muy cabezota.
- Si, pero te va a necesitar, tanto si puede volver a andar como sino. Le esperan unos meses muy duros. ¿Vas a estar a su lado, verdad?
- Siempre, si el quiere.

Te esperaré al final del camino [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora