El reino

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Musgolito comenzó a guiarme, al parecer no se cansaba jamás porque cuando ofrecí cargarlo para evitar cansarse me rechazó, se encontraba siempre con ánimos de seguir.
Mientras más nos adentrábamos en el reino de Deméter comenzaron a aparecer más Sensimoss algo temerosos por mi presencia pero al ver que Musgolito estaba contento con mi compañía, el resto de Sensimoss sintieron más confianza para acercarse y conocerme. Cuando Musgolito por medio de sonidos y señas le contó lo que pasó, todos los que estaban allí brincaron derribándome en el suelo para abrazarme.
Si iba a morir asfixiada por lindos Sensimoss en esa realidad, que así sea.

Musgolito... KAJAKJASJKSA perdón, me da mucha risa el nombre. Pero le quedaba, lo juro.

De vez en cuando, los pequeños Sensimoss se peleaban por quién me guiaba hacia el reino, había una niña entre el grupo, ésta tenía todas las actitudes de diva y cuando los demás tenían comportamientos "inapropiados" ella los regañaba acomodándose una ramita que simulaba un moñito en su cabeza.

Ya habíamos avanzado alrededor de dos kilómetros, ellos seguían tan frescos, sin embargo yo comenzaba a sentir hambre. Al ir desarmada, tampoco pude llevarme el suplemento conmigo, los Sensimoss notaron aquello por el rugir de mi estómago, un pequeño grupo se separó por un momento y de pronto aparecieron con un par de frutas.

— Gracias bonitos. — Respondí hacia ellos y en cuanto lo hice, los demás también hicieron lo mismo que el otro grupo. De pronto tenía fruta hasta para llevar.

Musgolito siempre era el que lideraba la expedición y los demás lo seguían entusiasmados, algunos me tomaban de la mano guiándome, otros cantaban y otros daban saltitos.

De pronto todos se detuvieron en línea recta por lo que decidí imitar sus movimientos y sin que lo esperara, un grupo enorme de unicornios hechos de musgo también pasaron galopando por delante de nosotros; eran enormes y muy preciosos.
El resto de Sensimoss comenzaron a dar saltitos festejando la aparición de los unicornios y la pequeña suspiró al verlos ilusionada. El pequeño Musgolito volteó a verme y tirando de la capa de mi traje llamó mi atención, cuando presté atención a lo que trataba de decirme él me señaló hacia el frente con las manos haciendo un sonido parecido al: "Ta-daaan" como si el sonido fuera una especie de contraseña secreta diversas criaturas hechas de musgo, roca y ramas comenzaron a aparecer de entre los árboles y la espesura del bosque. Una especie zorros con astas corrían mientras jugaban, grupos pequeños de hongos en color crema de no más de veinte centímetros reposaban a los pies de un árbol, muy perezosos; de pronto algunos árboles de mi estatura comenzaban a moverse para observarme curiosos, otros árboles me hacían pequeñas reverencias ante las cuales imité sus movimientos, tenían aspecto humanizado, pero al mismo tiempo lucían elegantes con cada movimiento que realizaban.

Fue inevitable no sonreír ante tanta belleza natural, toda la vida ahí, provenía de la tierra y cada especie tenía diferente comportamiento, pero ninguno agresivo o negativo.
Seguidamente, los Sensimoss corrieron hacia los demás seres para festejar quedándome sola con Musgolito y la pequeña diva quien se retocaba la ramita y el musgo que tenía por cabellera.

Avanzaba ahora con más cuidado de no pisar a un ser pequeñito que estuviera caminando por ahí.
Ese... ese era el reino de Deméter, esos eran los seres de los que me hablaba y por eso me pidió ir desarmada, podía matar a uno por el miedo de no saber qué eran.

Decidí continuar con mi camino ahora levitando, cargué a los dos Sensimoss que decidieron seguir acompañándome, ellos eran los más felices cuando lo hice.

Unos metros más adelante vi un rebaño de ovejas-musgo siendo guiadas por un gran hombre de ramas con musgo seco simulando ser un manto que le cubría el cuerpo, sosteniendo un bastón tan grande como él; cuando éste me vio hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo y yo hice lo mismo.

Tres vidas (Shifting)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora