9. Adiós a mi anonimato

Start from the beginning
                                    

No sé cómo reaccionar cuando sus amigos me miran con dureza, mientras que Caden me coge de nuevo la mano y me lleva escaleras arriba hasta la zona más elevada de la casa. Unas enormes puertas de cristal conducen a una zona ajardinada y a una amplia piscina infinita. La mandíbula me llega al suelo. Varias tumbonas repartidas por el césped, una zona de barbacoa y otra con sofás bajo palmeras. Parece un hotel de lujo. La piscina queda al ras del suelo, como si fuera una extensión del mar que rodea California. Suelto la mano de Caden para recorrer toda la explanada. Esto es inmenso y acogedor. No tiene nada que ver con mi patio, dónde apenas cabe una silla y una mesa plegable, dónde las vistas son la maravillosa fachada del edificio de enfrente y la intimidad es nula.

«Tengo una piscina en casa que nadie usa. Puedes venir siempre que quieras. Ahí no hay vecinos mirones ni nadie que te moleste.»

«Me gusta mi regadera.»

No es cierto. Me gusta más su piscina. Mucho más. Aquí podría bailar y cantar sin sentirme observada, podría pintar durante horas sin que nadie me molestase, aquí la inspiración revolotea por todas partes.

—¿Te gusta? —pregunta a mi espalda.

—¿Cómo podéis estar ahí dentro teniendo esto? —me giro para mirarle, Caden tiene una mirada cálida cuando se acerca, nada que ver con la que ha mostrado frente a los demás.

—Ya te dije que nadie la usa —se encoge de hombros— Sigue en pie la oferta. Puedes venir cuando quieras.

—Gracias.

—Puedo vaciarte ese almacén para que pongas tus pinturas. Aquí hay más espacio que en tu patio.

Intento calmar las mariposas que hay revoloteando en mi interior. Respiro con tranquilidad y trago saliva antes de formular la pregunta que no deja de rondar en mi cabeza.

—¿Por qué haces esto?

—Quiero disculparme contigo.

—Ya lo has hecho, Caden.

—No es suficiente.

No sé qué decir. No he hecho nada para merecerme esto. Ahora que lo pienso, no fue para tanto. Solo intentaba protegerme de las miradas de los demás. Quizás me ve como a una hermana, como a Jasmine, alguien frágil a quién proteger. No quiero que me vea así. Puedo estar sola. Siempre he podido, no soy frágil. Y mucho menos su hermana. Sé que nunca me va a ver como a una mujer, que soy insignificante para él, que nada tengo que hacer al lado de las mujeres con las que se rodea, pero prefiero todo eso a que sienta lástima por mí, a que me vea como una hermana que necesita su protección. No cuando solo quiero comprobar a qué saben sus labios. Como es sentir sus dedos en mi piel. Cómo sería besar su torso. Despertar a su lado. No cuando le miro, y veo lo que quiero tener, pero nunca conseguiré.

—Para mí lo es —me separo de su cuerpo— Tengo que irme, gracias por la visita. Tienes una casa preciosa.

—Payton.

Mi cuerpo tiembla. Nunca he odiado tanto mi nombre como en este momento.

—Puedo echarlos si te incomodan.

—No, no —me apresuro a decir, no soy quién para echar a nadie, me sentiría culpable de hacer algo parecido— Tengo que comprar material para un proyecto, y si no me doy prisa no podré comprar todo yo sola y llegar a tiempo a la universidad.

—¿Tienes clase por la tarde?

—Tengo una reunión importante —no puedo evitar sonreír cuando la adrenalina me sube hasta la garganta.

—¿Qué tiempo tienes para comprarlo todo antes de esa reunión? —pregunta muy serio.

—Menos de una hora, debería haberme ido hace tiempo...

Seduce MeWhere stories live. Discover now