Mujeriego, inalcanzable y comedido. ÉL es jugador profesional de fútbol americano en Los Ángeles, con dos únicas reglas que dictan su destino: proteger y guiar al equipo como capitán y no involucrarse sentimentalmente con nadie.
Y nunca ha pensado e...
Hola guapuras, ayer se me olvidó subir el capítulo.
Perdóoooooooon :(
Espero que lo disfrutéis ;)
--------------------------------------
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Todo me da vueltas. Los párpados me pesan. Tengo la boca pastosa.
Pestañeo lentamente, intentando acostumbrarme a la claridad. Me aparto los mechones de la cara. Tengo baba seca en la barbilla. Empiezo a distinguir los colores y las formas a mi alrededor. Todo es muy confuso. Intento girarme, pero hay un cuerpo a mi espalda que me lo impide.
Me endurezco como una tabla. No recuerdo nada. No consigo moverme, no sé quién está a mi espalda, pero no tengo el valor suficiente para comprobarlo. Desde mi posición solo logro ver la esquina de una mesilla, una alfombra en tonos piedra y una lámpara de pie en la esquina. Esta no es mi cama. No hay ningún detalle que me responda a todos los interrogantes que ahora circulan por mi cabeza. No sé dónde estoy. Todo es muy confuso.
Hay un brazo alrededor de mi cintura, me presiona contra su pecho. Los ojos se me llenan de lágrimas que intento reprimir a toda costa. Intento volver atrás en los recuerdos, pero tan solo consigo visualizar trazos sueltos de la noche pasada. Dejo de respirar cuando siento como sus dedos se deslizan por mi cadera. Cierro los ojos como acto reflejo y aprieto los dientes para no ponerme a chillar. El hecho de haber sentido su tacto en la piel me dice que no llevo ropa.
Recuerdo salir de fiesta. Bailar. Beber algunas copas. Pero no recuerdo perder el conocimiento. No pude beber tanto como para no recordar cómo he acabado en la cama de un desconocido. Yo no hago estas cosas. Jamás pierdo el control. Nunca me dejo llevar hasta este punto. No sé qué ha podido pasar.
El cuerpo a mi espalda vuelve a moverse, pero esta vez, se pega aún más a mí. Dice algo entre dientes, pero no consigo entender ni una sola palabra. Tengo que librarme de su agarre y salir de aquí lo antes posible. Puede que sea un psicópata, un degenerado o un señor octogenario. No estoy preparada para comprobarlo, pero tengo que hacerlo. Es hora de asumir las consecuencias de mis actos. Cuanto antes lo haga, antes podré irme de aquí y olvidarlo. Tengo que huir antes de que se despierte y ya sea demasiado tarde.
Meto la mano bajo la sábana lentamente, y al bajar hasta su brazo, compruebo que llevo algo de ropa, pero que se ha debido subir hacia arriba. Suspiro de alivio. Me atrevo a posar la mano en su muñeca, y se la rodeo con todo el cuidado que puedo. El corazón me late tan fuerte que apenas escucho mi propia respiración. La rodeo con mis dedos y la voy desplazando lentamente hacia atrás, hasta que la dejo sobre el colchón, fuera de mi cuerpo.
Trago saliva antes de reunir todo el valor que puedo en este momento y me giro con cuidado de no despertarle. Me tiemblan las manos cuando consigo apartar la sábana lo suficiente para poder desplazarme, pero en cuanto reconozco el rostro que descansa plácidamente a mi costado, me quedo congelada como una estatua.
