~ Catorceava parte ~

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Shinobu rápido apareció en aquel dormitorio. Al llegar se encontró con la menor viendo al rubio a los ojos, el cuál lloraba mientras con ambas manos sostenía con fuerza la mano de la menor. - Rengoku, debes irte. Tengo que revisarla. - Interrumpió aquella tierna escena. Rengoku soltó su agarre, se limpió el rostro y se fue hacía afuera. - Akiko.. - Corrió hacía la cama y abrazó fuerte a su pequeña "hermana". - Me preocupaste tanto...Yo no sabría que hacer si algo te pasaba. Mierda, a veces enserio tienes que ser más cuidadosa. - Ocultaba su rostro en el hombro de la menor mientras sollozaba.

Akiko: Al fin de cuentas si te preocupas por mí, Bubu. - Shinobu se soltó del abrazo, limpió sus lágrimas y procedio a revisarla para verificar que se encuentre bien. Akiko se sentó en la cama para que Shinobu la revise mejor.

Shinobu: Estás bien, dentro de todo. La herida de tu estómago está sanando bastante bien y tu pierna igual. - Sonrió. - Después de todo, estás semanas de descanso sirvieron de algo. - Akiko abrió grande los ojos ante lo que escuchó.

Akiko: ¿Se-Semanas? - Preguntó muy confundida, su rostro exclamaba asombro.

Shinobu: Llevas dormida una semana y media, Akiko. - Se sentó en el asiento dónde estaba el rubio. - Rengoku venía a verte todos los días sin falta, a veces incluso más de una vez en el día. Charlaba contigo cómo si le contestarás en algún momento. - Miraba con una pequeña sonrisa a la joven recostada.

Akiko: ¿Kyo venía a verme? - Preguntó en voz baja con un leve sonrojo en la cara. Por dentro gritaba de los nervios y luchaba para no dejar salir uno de esos gritos.

Shinobu: Ahora mismo está en la puerta, ¿quieres que lo deje entrar así puedes verlo? - Preguntó mirando a los ojos bicolores de la menor, su cara ya no tenía la sonrisa de antes.

Akiko: ¿Puedes? - Sonrió nerviosa. Shinobu se levantó y cerró los ojos caminando a la puerta, la abrió y habló.

Shinobu: Quiere verte, Rengoku. - Sonrió.

Rengoku: ¿A-A mí? - Rápido se puso nervioso ante lo que le dijo la de mechones morados. Esta asintió y salió de la habitación dirigiéndose hacía su laboratorio. Seguido de eso Rengoku entró a la habitación.

Rengoku: ¿Quería verme, Akiko? - Preguntó entrando lentamente.

Allí se encontraba Akiko, sentada en la cama apoyada en la pared, jugando con sus manos, al escuchar esa voz rápido bajó de la cama, casi cayéndose, y fue corriendo hacía los brazos del rubio. Este la recibió contento por aquel acto, la levantó y dió un par de vueltas mientras ambos reían. Luego de que el mayor la baje esta habló..:

Akiko: Disculpa por haberte preocupado, Kyo. Realmente no fue mi intención. - Rió. Rengoku sonrió en grande y la miró unos segundos, sin pensarlo dos veces le dió un pequeño beso en la frente. Rápido ambos se sonrojaron ante la acción del mayor y este rápido se excuso.

Rengoku: L-Lo lamento, Akiko, no fue mi intención. No sé que me pasó. - Estaba muy nervioso y le costaba expresarse mientras por dentro moría de vergüenza.

Akiko lo miró con una sonrisa y con rapidez repitió lo que él había hecho. - No tienes que disculparte. - Soltó una pequeña carcajada ante la reacción del mayor, este estaba más rojo que antes y la miraba sorprendido. - Te ves muy tierno, Kyo. - Volvió a reir. Rengoku la agarró y abrazó repitiendo lo que había hecho ni bien entró a la habitación.

Rengoku: Estaba demasiado preocupado por ti, Akiko. No vuelvas a hacer eso nunca más. - La había bajado y se habían juntado en un abrazo cálido. - Debías haberte quedado con el joven Kamado, estabas demasiado débil para hacer semejante cosa. Casi mueres. - Hablaba enojado y a la vez preocupado.

 Entre las Glicinas de la Cálida Primavera Where stories live. Discover now