~ Octava parte ~

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Mientras ambas reposaban y dormían apareció la mayor de las Kocho y se encontró con la tierna escena.

Shinobu: Que haré con ustedes. - Suspiró mientras sonreía. Despertó a Kanao y le pidió que la ayude para llevar a Akiko a su cuarto para que descanse y así ellas también poder descansar.

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Akiko despertó en aquel pastizal por segunda vez, usando el mismo conjunto solo que esta vez recordó todo. Gritó en busca del chico más no consiguió respuesta alguna.

Akiko: Empiezo a creer que todavía no está dormido. - Suspiró cansada. - Supongo que esperaré. - Dijo para recostarse en el suelo cubierto de pasto.

Y entonces apareció aquel muchacho, se veía confundido, Akiko cuándo lo vió corrió hacía él y dijo..:

Akiko: ¡Aquí estás! - Entusiasmada. - Dios, te busqué por un buen tiempo.

Rengoku: Ésto es muy raro, ahora sí recuerdo aquel sueño pero cuándo desperté no pude recordarlo. - Habló confundido.

Akiko: Sí...A mí también me pasó, es algo muy raro. - En el tiempo que pasó ahí no se había puesto a pensar en ese detalle. - ¿Alguna idea de por qué suceda ésto?

Rengoku: ¿Tú eres familia de Shinobu? - Preguntó curioso, ya la había reconocido gracias a que la vió ese mismo día en la reunión de hashiras.

Akiko: Sí, ahora que me lo pongo a pensar... - Pensó unos segundos. - ¡¡Tú eres ese rubio que estaba en la reunión de hashiras!! - Gritó con un leve sonrojo apuntando al joven que tenía enfrente.

Rengoku: ¡¡Sí, así es, soy yo!! - Proclamó orgulloso. - Entonces tú eres Akiko, ¿verdad? - Y se le formó una gran sonrisa en el rostro.

Akiko: ¡Así es! Soy la Tsuguko de Uzui. Él me entrenó todo este tiempo y, cómo veras, soy bastante fuerte. - Alardeaba.

Rengoku reía ante lo que la chica mencionó.

Rengoku: ¿Sabés porqué podemos vernos en sueños pero al despertar no recordamos nada? - Buscaba una respuesta ante la rareza de la situación.

Akiko: No tengo idea. - Dijo confundida, mirando los lares. - Es una bonita pradera.

Rengoku quedó en silencio y miró el gran pastizal que se encontraba frente a ellos. Entonces volteó hacía el rostro de la menor, admirando cada centímetro de aquel, viendo sus labios finos y delicados, sus mejillas adornadas con lindas pecas, sus cejas finas y ahí miró sus ojos, estaba fascinado ante la menor hasta que esta rompió el silencio:

Akiko: Ya basta de mirarme. - Dijo avergonzada. - T-Tratemos de averiguar el por qué de todo ésto.

Rengoku: ¿E-Eh? ¡Ah! ¡Sí sí! - Apartó la mirada con rapidez mirando a los lados. - Es realmente bonito este lugar. - Habló.

El pastizal era casi tan grande como una pradera, a lo lejos unos girasoles lo adornaban, el sol se posaba a la izquierda y el cielo era de un azul claro con muy pocas nubes en él. Había un gran árbol junto a ellos, se trataba de un árbol de Glicinas, Akiko se acercó a él y olió una glicina que colgaba.

Akiko: Huele muy bien, nunca tuve la suerte de cruzarme una glicina en toda mi vida. - Exclamó mientras agarraba la flor. El rubio se limitó a mirarla mientras su corazón latía rápido y fuerte, entonces se acercó a dónde estaba la joven.

Rengoku: Las glicinas suelen florecer en primavera. - Mucitó llamando la atención de la joven. - Son hermosas, ¿verdad? - Miró a la pelinegra.

Akiko: Realmente lo son. - Sonrió ante la mirada del rubio.

 Entre las Glicinas de la Cálida Primavera Where stories live. Discover now