Michelle tenía una vida normal en un pequeño pueblo. Era amada por sus padres y en su cabeza tenía la idea de lograr tener un grandioso futuro. Pero todo pequeño pueblo, trade o temprano se convierte en un infierno. Era una niña, una niña que recibi...
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Forks, Washington 2005
Michelle suspiró mientras escuchaba a su profesor de matemáticas explicar un tema que había visto más de diez veces y se lo sabía de memoria. Y no ayudaba para nada tener a Emmet de compañero de banco, encima que era aburrido concentrarse era mil veces peor.
— Dale contame algo.— le pidió.— Este tema ya lo vimos como treinta veces. Tu historia con Petr es mil veces mejor. La otra vez nos quedamos en cuando se conocieron.
— Ya te conté todo más de cinco veces.— Emmet se cruzó de brazos.
— Bueno, esta será la sexta vez.
— Eres un niño caprichoso.— se quejó.— ¿Qué quieres escuchar?
— Contarme sobre la primera vez que te llevo a casa. Ese día si que fue romántico.
Michelle no pudo evitar sonreír mientras recordaba ese día. Si era algo que agradecía a Emmet era que siempre le hacía tener esos momentos presentes, nunca se los olvidaría de tanto repetirlos y si algún día lo hacia estaba segura que Emmet se los recordaría.
— Fue casi un año después de su llegada.— Emmet se acomodó en el banco feliz por lo que estaba a punto de escuchar. Su película favorita estaba comenzando.— Teníamos catorce años y los niños ya estaban empezando a cortejar a algunas de nosotras. Petr no fue la excepción.
— El fue el primer valiente. Estoy seguro que el resto lo quería matar.— Michelle asintió con la cabeza, dándole toda la razón a Emmet.— Por eso me cae bien. Más como él.
— Digamos que el era la excepción. Estaba hablando con Alexandra y "nuestro profesor", recuerdo muy bien que él se acercó super tímido hacia donde estábamos. Sus manos estaban en sus bolsillos del pantalón y estaba un poco encogido de hombros. Fue ahí cuando...
— ¿Puedo acompañarte a casa, Miche?— la rubia lo miro mal.
— Yo estoy contando la historia, Emmet. La próxima la escribes tu.— se quejó, haciendo que él hiciera un puchero.