Capítulo 9

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9.- Excesos de velocidad.


Entré a toda prisa en el laboratorio adyacente a mi habitación. Klaine estaba sentado en uno de los cómodos sofás del salón. Le había pedido disculpas por no haber contestado al teléfono unas cinco veces durante el trayecto hasta el Edificio Alfa. Él me contó que realmente no tenía el día libre, si no que no había ido a trabajar porque tenía que hablar conmigo sobre lo que pasó la noche anterior. De todas formas, de ese tema no hablamos mucho; un único beso había servido como respuesta a todas las preguntas y preocupaciones de Klaine. Aunque no habíamos dejado nada en claro, los dos asumimos totalmente que éramos una pareja estable. Sí, no había sido la manera más normal de empezar una relación, pero era tan aceptable como las demás.

Encendí el ordenador y me dediqué a rastrear el sistema de intercambio de información centralizado del Gobierno. Por ahora, todo seguía bien, con normalidad. Ahora sólo tenía que conseguir engañar a sistema. Tenía que apañármelas para que el resto de unidades, es decir, la División Técnica al completo, no apreciase ningún tipo de anomalía el mayor tiempo posible. En otras palabras, tenía que alterar el sistema central para engañarlo completamente y que, aunque hubiese alguna anomalía, de cualquier tipo, no saltasen las alarmas y nadie fuese consciente de ella.

Tecleé a toda prisa, me rebané el cerebro y, pasada una media hora, conseguí lo que me propuse. El sistema permanecería inmutable en unas cuatro o cinco horas. Haberse pasado tres días leyendo los informes había dado sus frutos.

Apagué el ordenador y salí del laboratorio. Miré a mí alrededor y dejé escapar un pequeño suspiro. No me podía creer lo que estaba a punto de hacer.

Recorrí el salón de arriba abajo unas tres veces, casi sin prestar atención a Klaine, el cual trataba de seguirme con la mirada, preguntándose con total seguridad qué demonios estaría haciendo. La cuarta vez que recorrí el salón, se hartó y finalmente me preguntó.

- ¡Blake! ¿Se puede saber que estás buscando? – Se levantó del sofá y me agarró de los brazos. Mirándome a los ojos, continuó-. Tranquilízate, no es normal que pierdas los nervios así. ¿Me vas a decir qué pasa? No entiendo nada.

- Lo siento, lo siento. En seguida termino, de verdad.

Le di un pequeño beso y me escabullí de entre sus manos. Parece que la muestra de cariño le valió como recompensa, ya que se sentó en el sofá y me dejó a mis anchas hasta que hube terminado.

Salí de uno de los trasteros con una pequeña esfera entre las manos. Tenía el tamaño, más o menos, de una pelota de tenis. Era metálica y, aunque no lo pareciese, pesaba bastante.

La dejé sobre la mesa y busqué la mirada de Klaine.

- Espera un momento, no la toques.

- No haré nada.

Alzó las manos, queriendo darme a entender que se quedaría quieto. Yo, por mi parte, me acerqué hasta la entrada. Al lado de la puerta, en una de las paredes laterales, había una pequeña compuerta. La abrí y accedí al control general de la casa por un comando de voz. Con otro, activé el cierre hermético de esta.

Klaine dio un salto sobre el sofá cuando vio como las paredes del salón, y en realidad las de toda la casa, menos la puerta de entrada y las de acceso a las habitaciones, se cubrían por una pantalla de metal grisáceo. Se levantó y nos encontramos en mitad del salón.

- ¿Para qué es eso? – Preguntó señalando uno de los paneles.

Advertí el tono de alarma en su voz. Era normal que, al ver algo como aquello, se alterase. En aquel momento no podía encontrar ninguna explicación para aquello, y la buscó en mí.

El Ángel de Lucifer [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora