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jungkook.

Minji decidió decirme qué estaba tramando mientras cruzábamos la avenida Kirae. Eran las cinco de la tarde, y una hermosa capa anaranjada cubría la ciudad. En pleno atardecer, frente a un semáforo en rojo, lo soltó.

—He estado enviando tu currículum a algunos lugares.

Frené demasiado tarde, y casi me arrolla un camión.

—¿Qué?

Ella no me estaba mirando. Estaba mirando hacia el frente, hacia el horizonte, donde empezaba a esconderse el sol. El viento hacía que su cabello volara como ondas violetas contra el cielo rojizo. Estaba sonriendo, con ambas manos afianzadas al manubrio de su bicicleta.

—¿Por qué no me dijiste nada? —intenté tranquilizarme, agarrando también el manubrio— ¿Para eso eran las preguntas? ¿Por qué, Minji? ¿Por qué?

—Porque quiero que hagas algo, porque quiero que dejes de deprimirte en tu habitación.

—¿Por qué no me dijiste nada? —repetí.

—Porque sabía que te ibas a negar, y no quería que te deprimieras si no te daban los trabajos.

—¿Por qué iba a deprimirme por algo que no quiero?

Se volteó a verme, sin dejar de sonreír.

—No tienes que aceptar, Jungkook. Puedo inventar una excusa, no tienes que hacerlo si no quieres.

La miré. Sus ojos brillaban con los rayos del sol. Una ráfaga de viento se nos vino encima.

Agaché la cabeza, fijando la vista en mis pies, en el pavimento, en el camino.

—¿Alguna... —carraspeé, jugando con los pedales— salió bien?

Aún sin verla, supe que su sonrisa se expandió por todo su rostro.

—Tienes una entrevista el lunes, Jungkook.

—¿Para qué puesto?

Apartó la mirada, riendo un poco.

—Maestro suplente de Literatura. En el colegio Saint Clair.

Minji se graduó en el Saint Clair. Y sé que una de sus ex-compañeras ahora trabaja como maestra ahí (aún no sé quién es). Mi madre también quería que yo estudiara ahí, pero Minji siempre se quejaba del Saint Clair, así que decidió meterme a un colegio un poco más costoso en el centro de la ciudad. Un colegio religioso con más hombres que mujeres: el Chadburn.

El Saint Clair era costoso también, pero Minji decía que no valía la pena el precio de la matrícula. Decía que los maestros realmente no sabían enseñar y que su metodología era llenarlos de periodos libres y hacer exámenes imposibles. La única razón por la que Minji no se cambiaba de colegio era por lo unida emocionalmente que estaba al Saint Clair. Todos sus amigos estaban ahí, toda su vida estaba ahí, aunque fuera un colegio de porquería. Ella solía decir que todo estudiante del Saint Clair mantenía una relación tóxica con el colegio: Saben que no les hará nada bien seguir ahí, que lo único que hace el colegio es dañarlos, pero no pueden irse. Minji tenía que graduarse en el Saint Clair. Y así lo hizo, y fue la mejor puntuación de su generación. Aún recuerdo el discurso que dio en su graduación:

—Y, a pesar de todo, le agradezco de todo corazón al colegio Saint Clair. Porque, así como fue el responsable de sacarme una que otra lágrima y más de una noche en vela, fue el colegio que me dio uno de los mejores años de mi vida. Gracias, Saint Clair, por las épocas oscuras y los años dorados. Gracias.

Yo no di el discurso de graduación en el Chadburn, pero estuve a punto de hacerlo. Mi promedio era de un tentador 97.5/100, y le agradezco infinitamente a Lee Heeseung por haber tenido un 98/100, porque sinceramente no sé qué hubiera hecho si tenía que preparar un discurso para la graduación. Siempre fui mejor escribiendo que pronunciando en voz alta lo que escribo.

Las palabras escritas eran mi fuerte. Las palabras habladas siempre fueron mi punto débil.

Entonces sigo sin entender cómo diablos lo hice bien en la entrevista del lunes. Lo único que recuerdo es que Minji me ayudó a vestirme para ese día, que me ayudó a atarme la corbata y a ponerme gel en el cabello. No sé cómo lo hizo, pero me hizo parecer un hombre experimentado de veinticuatro en lugar de un recién graduado de veinte. La camisa que escogió me hacía lucir bien, lo suficiente como para impresionar a la vicerrectora del Saint Clair, al parecer.

Sé que, cuando entré a la oficina del vicerrectorado, se me apagó por completo el cerebro. Mi atención se iba de las plantas en la estantería trasera, a los diplomas en la pared, a los gritos de los niños pequeños en el patio que parecían estar en su receso. Asentía a cada palabra que decía la mujer, sonreía como si me hubieran cocido las comisuras de los labios hacia arriba y, cada cierto tiempo, mi cerebro se ponía en alerta justo a tiempo para escuchar una pregunta y responderla de la manera más sincera-pero-complaciente posible.

Cuando subí al auto y Minji me preguntó cómo fue la entrevista, lo primero que le dije fue que sería un milagro que me dieran el empleo.

—Fue una mierda, Minji. Una mierda. Además, tú escribiste mi currículo. No hay nada ahí, no tengo experiencia. No me darán el puesto.

—Tienes experiencia —aseguró, sacando el BMW del estacionamiento del colegio. Puse los ojos en blanco—. Fuiste ayudante en una biblioteca.

—La maestra anterior tenía una Licenciatura en letras. Y una maestría en Pedagogía.

—Pero me tienes a —me dio unas palmadas en el hombro con la otra mano afianzada al volante. Me miró fugazmente, sonriendo, antes regresar la vista a la carretera—. Te lo aseguro, Jungkook. Te darán el empleo. Tengo un buen presentimiento sobre esto.

Lo peor de todo, es que el presentimiento estaba en lo correcto.

Minji tenía razón. Me dieron el empleo.

Y ahora soy maestro de literatura en un colegio particular.

Y ahora soy maestro de literatura en un colegio particular

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¡Nos leemos luego! 

[ Noduru, 2023 ]

THUMP! • KookTaeWhere stories live. Discover now