Aquel hombre, con el corazón acelerado y el alma huyendo de su cuerpo, desliza sus manos hasta que tiene un mechón de cabello ajeno entre sus dígitos. Los retuerce entre sus dedos sólo para asegurarse que es real, y suelta otro suspiro tranquilo cuando su propio corazón le asegura que, en efecto, es demasiado real.

Su nariz, pequeñita como la de Nimbe, ahora luce demasiado preciosa a ojos del hombre. Es exactamente como la suya propia, puede recordar haberla visto en sus fotos de cuando era solo un chiquillo y su madre disfrutaba de fotografiarlo en cada instante. Tiene este tono de piel que es más como una combinación de la suya propia y la del omega, no tan pálida pero tampoco demasiado bronceada, tiene un color característico que a Louis termina por gustarle demasiado.

Sus labios, tan pequeños y rosados, son finos como los que a veces al hombre no le gustan de él mismo. Pero entonces, le parece que Kenai se ve precioso con ellos. Su cabello liso cae sobre sus pestañas cortas, exactamente como las de Harry, pero está seguro de que antes ha visto aquel cabello dorado tomando la forma de algunas ondas. Al seguir con su inspección el alfa se da cuenta de aquel pequeño lunar que se encuentra en el párpado izquierdo del chiquillo. Es precioso, sin lugar a dudas.

Kenai es, de hecho, uno de los niños más preciosos que Louis alguna vez ha visto. Tan inteligente, revoltoso y curioso, demasiado preguntón incluso, con una mirada manipuladora y una voz chillona que suena preciosa cuando las carcajadas se apoderan de él. Simplemente no puede creer que esté niño también sea suyo.

Es de él, realmente es su hijo.

El cachorro frente a él tiene en su ser la misma sangre que la de Louis. Sus rasgos quizá son más parecidos a los del hombre, pero en este instante él no puede darse cuenta. Es pequeño de estatura para su edad, justo como Louis lo era hace añales, y es tan curioso como Harry lo es.

Para Louis, ahora en la luz del conocimiento, es demasiado obvio que aquel chiquillo es su cachorro. Basta solo con escuchar su corazón acelerado cuando las puntas de sus labios entran en contacto con las mejillas del niño. Solo es necesario prestar atención a la respiración calmada de Kenai cuando está junto a Louis, como ambos alfas encuentran su estado absoluto de calma en compañía del otro, cuando el aire sopla suave alrededor de ellos y la manera tan preciosa en la que ambos corazones parecen latir al mismo compás.

Kenai es su hijo. Louis es padre dos veces, y no podría estar más feliz de saberlo.

Tener a aquel niño frente a él después de haber escuchado todo lo que Harry dijo la noche anterior, se siente como un sueño. Es real, se obliga a recordar. Él ha vivido todos estos años en la profunda ignorancia de que un pequeño alfa que comparte sus genes ha estado viviendo su propia vida, creando sus recuerdos, aprendiendo cosas nuevas... Todo esto sin él.

Y se siente culpable, tiene que admitir, incluso cuando sabe que no había manera alguna de haberlo adivinado antes.

Louis termina molesto con su propia imaginación cuando esta comienza a arrojarle imágenes de cosas inimaginables a las que Harry ha tenido que recurrir solo porque él no estuvo presente durante tanto tiempo en su vida. Pero también se siente tranquilo.

Se siente tan aliviado cuando se da cuenta de que a Kenai jamás, ni en un instante, le ha faltado algo en absoluto. Harry ha sido tan buena madre, tan responsable, tan cuidadoso con su pequeño. Ha cuidado demasiado bien de su hijo y Louis sólo puede sentirse tranquilo de que su propio cachorro estuvo tan bien cuidado durante todos estos años incluso si él no ha estado allí para ellos.

En medio de sus pensamientos termina llegando a ese lugar en su cabeza del que ha estado huyendo desde el día anterior. Se sumerge en aquella idea y le da mil vueltas en un solo instante mientras su mirada sigue perdida en el pequeño alfa frente a él.

Amateur ꩜ abo! larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora