xxi. "quererme"

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Crucé las puertas de metal cuando el ascensor llegó a planta baja. Inmediatamente, un olor demasiado dulce y característico me llamó la atención. Pero, no podía reconocer si era frambuesa o frutilla. Y era bastante raro porque la cocina quedaba lo suficientemente lejos para no sentir el aroma de cada alimento producido.

Un segundo antes de llegar al final del pasillo, el cuál me dejaba ver mejor quiénes estaban en la sala de la recepción, frené mi paso casi con el corazón en las manos. Traté de que nadie me viera, escondiéndome en la oscuridad que contemplaban aquellas paredes e intenté tranquilizar el miedo y los nervios que estaba sintiendo. Pero no podía.

¿Qué hacía Maia en el mismo lugar que Lola?

¿A caso estaba buscando que termine muerto? ¿O con una pierna menos? ¿Qué quería?

Cerré mis ojos por 5 segundos, hasta que escuché el grito agudo que Elena había generado. Qué estúpido que soy. ¿Cómo no iba a estar Maia acá si tenía que traer a Elena? A mí me pagan para cada día volverme más pelotudo, sin duda alguna.

— ¡Papi! —chilló feliz cuando por fin salí de ahí, corriendo apenas unos cortos pasos hasta llegar a mis brazos.

Maia estaba de espaldas cuando yo aparecí y al escuchar la emoción de Elena, con rapidez volteó a verme y extrañamente, me dedicó una cálida sonrisa. ¿Qué bicho le pico?

— Hola Ele. —respondió dejando cortos besos sobre la mejilla izquierda, haciéndola reír cuando mi mentón acariciaba su piel.

— Me pica tu cara, bobo. —explicó segundos después de tomar distancia.

— Me afeité hace poco, maricona. —me quejé, dejándola otra vez en el piso.— Hola Maia. —murmuré en dirección a la chica, recibiendo un asentimiento de su parte.

— ¿A dónde tenés planeador ir? Así sé bien la ubicación por si pasa algo.

Aia.

— Vamos a ir al parque que esta enfrente de la playa.—bajé mi mirada y observé a mi hija, sabiendo que nos estaba escuchando.

— ¿El que se parece a disney? —cuestionó eufórica.

— Bueno, yo los voy a esperar en el restaurante con tus papás. —avisó alertada y sin más empezó a caminar hacía la salida.

Fruncí el ceño ante su actitud y antes de repetir su acción, volteé mi mentón para ver quién estaba ahí.
Com vergüenza, le dediqué una sonrisa y al ver que ni siquiera se inmutaba un poco, decidí que lo mejor era irme.

— ¿Qué le pasa a Lola, papá? —murmuró cuando nos encontrábamos fuera.

— Lola y yo ya no somos novios, Ele.—titubeé un poco al responder.— Está enojada conmigo y por eso no vino a saludarnos.

— ¿No son novios?

— Mhm.

— ¿Y qué pasa con mi mamá?

— ¿Qué tiene tu mamá? —acomodé mejor la manera en la que nuestras manos estaban entrelazadas y con mucha atención, esperé alguna respuesta coherente por parte de la menor.

— Es que la escuché hablando por teléfono y dijo; "¡Es un pelotudo! Ojalá Elena nunca sepa lo boludo que es su papá" —actuó tal oración, indignándome.— Yo me reí fuerte y me mandó a dormir, entonces no pude seguir escuchando lo que hablaba.

— Pero, ¿No le dijiste nada? ¿No me defendiste?—casi enumero mis dudas cuando terminó de hablar.

— Ay papá. —soltó una risita.— Mami tiene razón. Sos un poco bobo.

unkept secrets,  leandro paredes. Where stories live. Discover now