viii. "interacciones"

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Tomé un largo trago de agua cuando tuve el momento más placentero de todo el entreno, el descanso final. Habíamos estado casi toda la mañana intentando nuevas posiciones y nuevos mecanismos de defensa para estar en nuestro máximo. Según nuestro director técnico, lo mejor para tenernos estimulados era cambiar nuestras posiciones alguna que otra vez mientras jugábamos en los entrenamientos. Además de que durante estos días, sus ejercicios eran más duraderos, más difíciles y había muchísimos más rotes. Me tocó ser defensor, delantero y lateral izquierdo cuando me la pasé jugando casi toda mi vida como centrocampista.

— Rodri, ¿ese es tu máximo?—escuché a hablar a Scaloni cuando Rodrigo pateó hacía el arco y se acercó corriendo a tomar agua.

Antes de que el número 7 pudiera responder, solté una risita sabiendo lo exigente que estaba siendo Lionel con todos nosotros. Se notaba las ganas que tenía de salir campeón. Y también se podía ver las garras y el desempeño que ponía a su trabajo, callando bocas y alentando a su patria. Siempre siendo tan único e inigualable. Incluso podría llegar a decir que cualquier técnico, a excepción del grandísimo Sabella, se quedaba corto. Quién era Sampaoli al lado de Lionel Scaloni...nótese el sarcasmo.

— Por favor.—se quejó De Paul, juntando sus manos.

— Ya pueden descansar, muchachos. Terminamos por hoy.—anunció, saliendo de la cancha y yendo directamente hacía el camino de piedras que te llevaba a su oficina.

— Dios mío, estoy hecho pija hermano.—exclamó Lisandro, sentándose en el pasto y tomando de forma exagerada agua.

— ¿Has visto cómo me he caído? —escuché al Cuti decir, tentandome de lo gracioso que era escuchar a hablar a los provincianos.

— Que culiao este Julian chabon.

— ¿Yo qué hice?

— Nada compañero, e' que so' tremendo corredor profesional.

— Es jugador profesional, Cristian.—murmuré de forma obvia.

— Che, Exe.—Palacios, al escuchar el llamado de Nahuel, giró su cabeza de manera rápidamente y bastante cómica.— ¿Cómo es que dicen ustedes? —preguntó, recordando las veces que nos burlamos de su habla.

— Que hijo de she mil puta que sos.—se quejó dándose vuelta de manera enojada, dejándome a mí, a Cristian, Nahuel y Lisandro muriendo de risa.

— No sean malos.—hablé entre carcajadas, calmando mi estómago que se contraía de tanta falta de aire.

— ¿Pinta partida de fulbito antes de irnos?—se nos aproximó Rodrigo, tirando la botella en el canasto que teníamos ahí para dejar las que ya estaban vacías.

— Dale y después comemos.—se levantó Cristian, siendo seguido de Nahuel y Lisandro.

— ¿Vos no venís, Leo?—Licha frenó su paso y se giró para mirarme. Los otros tres hicieron lo mismo, esperando a que los siguiera.

Pero no me apetecía jugar a la play y después comer. Además, quería ir lo más temprano a casa para poder ayudar a Elena con sus tareas.

— Vayan, yo primero voy a ir a buscar algo para comer.—expliqué, señalando el otro camino que me llevaba directamente a la cocina.

Ante mis palabras, mis compañeros tomaron ruta y se alejaron de dónde estábamos. Éramos los últimos en salir de la cancha, los demás estaban bañándose o jugando a la play.

La mayoría de las veces me saltaba el horario de comida y comía más temprano para después poder irme a mi casa y descansar. Ahora, con más motivos y razones, trataría de seguir con esa mínima rutina.

unkept secrets,  leandro paredes. Where stories live. Discover now