vi. "cómplices"

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La familia paredes se despidió del equipo de fútbol, abandonando el predio a los segundos. Caminaban a la par pero aún así, la lejanía entre ambos existía. Elena se contuvo de no tomar la mano del adulto y Leandro, desconcertado, no podía dejar de pensar en todas las cosas que debía hacer desde que la nena llegó a su vida. Antes no mantenía horarios tan específicos. No se acostaba temprano y a duras penas podría llegar a levantar a las 10 am. Muchísimas personas le habían recomendado tomar pastillas para el sueño y ni siquiera eso pudo hacer que el hombre esté sano y con las horas de sueño necesitarías. Si estaba despierto antes de las 7, estaba más perezoso y cansado que los otros días.

La mayoría veía esto como algo normal pero, Leandro no estaba bien y era más que claro que necesitaba ayuda profesional. Pasaba muchísimo tiempo manteniendo intactas las grandes bolsas cafés debajo de sus ojos y ni hablar de los pequeños descuidos físicos que tenía cuando no se alimentaba como debía. La presión que tenía por jugar bien y ser resistente lo descarrilaron aún más, ocasionando varias lesiones que iban a seguir renaciendo si el morocho no mejoraba su metabolismo y cuidado personal.

No era mucho el tiempo que llevaba siguiendo los mismos horarios que su hija y de cierta forma, extrañaba lo que era quedarse despierto hasta las 4 de la mañana. Pero era lo mejor y aunque se negara a aceptarlo, Elena empezaba a ser un cambio que nadie podía generar en el joven.

La menor lo mantenía un poco más estable de lo normal, y a pesar de que Leandro se niegue a abrir su corazón con su propia hija; ambos sabían que tarde o temprano él iba a explotar de amor. Y era de esperarse si Elena lo recibiría o no haría nada al respecto. Porque en cierto punto, la nena estaba en todo el derecho del mundo al negar el amor que él podría llegar a darle, casi igual como Leandro lo había hecho con ella desde que tocó la puerta de su apartamento.

— ¿Qué vas hacer cuando yo me vaya?—Cuestionó apenada, sin saber muy bien porqué su papá no la quería.

— Voy a entrenar mucho.

— ¿Vas a traer la copa?— Casi en un susurro, la voz de la pequeña se extinguió en el entusiasmo.

— ¿Querés que traiga la copa?

Los dos estaban sentados en el auto, mirándose fijamente mientras el aire acondicionado era el único que emitía sonidos durante las pausas y silencios dados.

— Sí, yo quiero que traigas la copa a casa.— Sonrió inocente y Leandro repitió la acción, perdiéndose en la forma en la que Elena lo miraba.

— Te prometo que voy a traer la copa. Solamente para vos.— Asintió, apagando por esos cortos minutos su arrogante y mala actitud.

Después de todo, Ele no tenía la culpa de las cosas que sus papás hacían.

— ¿Me vas a dedicar un gol?— Se sentó mejor, haciendo que su pelo se mueva.— Tenés que hacer así. —Antes de que el otro hablara, ella le enseñó al oji-azul a hacer una E con sus dedos.

— Ya estás pidiendo mucho, me parece.—Murmuró mientras prendía el auto y comenzaba a conducir hacía su hogar.

— Lola me dijo que mis Barbies son lindas.

Por arte de magia, el auto frenó cuando la luz del semáforo se puso en roja y rápidamente, Leandro se giró hacía ella.

— ¿Lola? ¿Tu amiga?— Cuestionó, recordando vagamente el rostro de la muchacha.

— Sí, la que estaba conmigo hoy.— Rodó los ojos y él asintió cuando breves imagines de la sonrisa de la castaña se adentraron en su cabeza.

— Es linda.

— ¿Querés ser su Ken?— Preguntó juguetona, levantando sus cejas.

— Ya te estás pasando de confianza, negra.













































A/N.

hola, perdón por no actualizar. quería dejarles este cortito cap para después subir uno más extenso.

tengo un sueño tremendo pero prometí actualizar hoy sí o sí.

espero que les guste.

also, también quisiera decirles que voy a estar más centrada en mi libro de Paulo y el de Emi. uno porque va a ser corto y otro porque ya lo estoy terminando. (perdón el spam)

nos vemos en el próximo, gracias por el cariño y el apoyo incondicional.💌

unkept secrets,  leandro paredes. Where stories live. Discover now